Cocinillas". Gracias entre otras –o mejor dicho, por culpa de– la popular serie de televisión The Crown sabemos que Wallis Simpson llamaba así la Reina Madre. La duquesa de Windsor, una de las mujeres más elegantes del siglo XX, despreciaba el aspecto -en su opinión, poco regio- de su cuñada, quien desde luego no ha pasado a la historia por dedicarse exclusivamente a su atuendo y a atesorar joyas de Cartier y a quien, al parecer, dedicó su célebre "nunca se es lo suficientemente rico y delgado". Pero eso no significa en absoluto que la madre de Isabel II no fuese todo un icono de moda de su época.
A la Reina Madre le gustaba mucho Christian Dior, a quien conoció gracias a su suegra María de Teck. "Ayer me pasé dos horas en Dior mientras me hacían un molde cubriéndome con enormes trozos de algodón del que va a salir un abrigo. Exactamente igual que la Reina Mary", le escribió Nancy Mitford a su hermana Diana en septiembre de 1947. La autora de Voltaire enamoradose instaló en París en después de la II Guerra Mundial, y fue por cierto una de las primeras clientas del New Look.
Efectivamente, en la década de los cincuenta y como la gran mayoría de royals y aristócratas de la época, la Reina Madre era muy fan de Dior hasta el punto de organizar un desfile de la maison en el Reino Unido. Fue ella quien convenció a la duquesa de Marlboroguh para que abriese las puertas del Palacio de Blenheim a la maison, que presentó allí su colección de invierno de 1954 ante 1.600 invitados. Fue un pase benéfico para ayudar a la Cruz Roja y se cuenta que la mujer de Jorge VI llegó a pedir que las modelos rompiesen el protocolo y que, en lugar de dejar la pasarela caminando hacia detrás para no darle la espalda, desfilasen de la forma habitual. Esta idea de la Reina Madre sirvió de ejemplo a la duquesa de Alba, que en 1959 acogió en el Palacio de Liria de Madrid otro desfile benéfico de la casa.
¡Ah! Y si fue su suegra, María de Teck, quien le descubrió las maravillas del New Look,la Reina Madre hizo lo propio con sus hijas Isabel y Margarita, a quien Dior describía como una "auténtica princesa de cuento. Delicada, grácil y exquisita". De Dior fue el vestido blanco y bordado con el que celebró su 21 cumpleaños. "Mi favorito de todos los que tengo", dijo ella.
Otro de los modistas favoritos de la Reina Madre fue naturalmente Norman Hartnell, quien la vistió con asiduidad durante toda su vida. De Hartnell es el conocido como White Wardrobe -guardarropa blanco- de su visita a París en 1938. Su madre, Lady Strathmore, acababa de morir, así que Hartnell y su equipo idearon 30 trajes en ese color, que también se considera de luto, inspirados en los cuadros de Winterhalter que decoraban el Palacio de Buckingham. Fue un éxito.
Pero si por algo se caracterizó el, durante décadas y hasta su muerte en 2002, miembro de la familia real británica más querida, fue por sus atuendos de color. De ella aprendió sin duda su hija eso de que para que te vea la multitud tienes que optar por tonos vivaces y estampados alegres. Abajo, un ejemplo bastante gráfico, gorro de plumas incluido, que escogió para una ocasión muy importante: la investidura de su nieto Carlos como príncipe de Gales.
A Cecil Beaton la Reina Madre le parecía una señora "desastrada" que salía "horrible" en las fotos. Hasta que la conoció en persona en 1939, precisamente para retratarla. Beaton acabó favorablemente impresionado por esta "pequeña y encantadora persona (…) con una complexión muy fresca y un rostro y una sonrisa realmente cautivadores". Ella se lo agradeció declarando que las imágenes, que formaron parte de un porfolio de la familia real que tuvo que esperar varios años -en concreto, hasta 1963- para ser publicadas; al día siguiente de la sesión Alemania invadió Polonia- mostraban una imagen "muy bonita y real" de su "familia": los Windsor. En resumen: la abuelita entrañable del Reino Unido se ganaba hasta a sus más acérrimos detractores. Salvo a Wallis, claro.
En imágenes
El soberbio estilo de Wallis Simpson, la mujer que no pudo ser reina (así que se vistió como si lo fuera)
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