La condesa Olympia Elena Maria von und zu Arco-Zinneberg, bisnieta del último emperador de Austria, Carlos I, se ha casado este sábado con Jean-Cristophe Napoleón, pretendiente del trono de Francia y actual jefe de la casa de Bonaparte, con un impresionante vestido de Oscar de la Renta. Un diseño con escote palabra de honor muy ligero y orgánico con grandes hojas blancas cosidas entre sí sobre una red de tul semitransparente, que la novia ha llevado con una pequeña capa del mismo tejido cubriéndole delicadamente los hombros.
Un vestido de corte clásico y a la misma vez muy innovador por la confección que la condesa ha lucido con un larguísmo velo adornado en los bordes con las mismas hojas blancas que inundan el vestido. Si la imagen no era ya lo suficientemente impactante, Olympia de Austria ha elegido unas increíbles joyas para redondear un estilismo que bien podría pasar a la historia: unos preciosos pendientes largos terminados en forma de lágrima y una tiara que ha contriubido a resaltar la posición royal de la condesa.
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Los novios han escogido para casarse un lugar muy emblemático, la catedral de los Inválidos de París donde reposan los restos de Napoleón.
Y allí, sus ilustres invitados, entre ellos la princesa Beatriz de York que ha ido acompañada por su prometido Edoardo Mapelli Mozzi que a buen seguro habrán tomado nota de un enlace que podría servir de inspiración para el suyo, y algunos nostálgicos del imperio francés, han recordado otra boda: la que se celebró en 1810 entre Napoleón I y su segunda esposa, la princesa María Luisa de Austria, porque los novios son “tatara-sobrinos nietos” de uno y otro.
Dos siglos después, las ramas del árbol genealógico de los Bonaparte vuelven a entremezclarse con las de los Habsburgo.
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