Los mismos intentos desesperados por tender un puente hacia su madre que hemos visto en ‘Supervivientes 2020’ a Rocío Flores parecen ser similares a los que lleva realizando los últimos ocho años, desde que la relación se rompió por esa bronca (con golpes de por medio) que precisó mediación judicial. Durante estos tres meses, Rocío Carrasco (la respuesta a la felicitación de cumpleaños de su hija) ha recibido llamadas de atención de su hija, cuya estrategia se habría centrado en intentar tender un puente mientras mostraba cómo es de verdad.
Sin embargo, puede que anoche diera un paso atrás. Los concursantes sacaron todos los sentimientos más duros de su infancia y juventud (Lara Álvarez, incluso, acabó llorando con la historia de Elena Rodríguez, madre de Adara Molinero). Y que apareciera de nuevo la figura de Olga Moreno, mujer de su padre, como salvadora puede no sentar del todo bien a Carrasco.
Rocío hacía la reflexión más dolorosa de cuantas le hemos escuchado en estas semanas de convivencia en Honduras: «Tantos años sin tener relación con ella, el fracaso absoluto en cada intento… El ver la relación que puede tener mi padre con su madre, mis amigas con sus madres, es muy doloroso, el tiempo se ha ido y el tiempo no vuelve».
Y mientras, sin nombrarle, parecía acusar a Fidel Albiac, marido de su madre, como obstáculo para que esos lazos se estrechen, sí pronunciaba el nombre de Olga, a quien debe muchos momentos de intimidad y desahogo: «Tener un problema y saber que tienes a tu padre pero no a la otra parte… Puedo dar gracias de tener a Olga, que es como si fuera mi segunda madre. Pero siempre falta». Un grito desgarrado del sufrimiento vivido y que no va a poder restituirse.
La echo de menos y la echa de menos mi hermano»
«No quiero hace daño, estoy cansada de guerra, quiero tranquilidad y que las cosas se solucionen. Llevo muchas cosas dentro. La echo de menos y la echa de menos mi hermano», explicaba, insistiendo en que no tiene la necesidad de pedir perdón por nada, y continuando: «He intentado dar todo por mi familia y mirar por el bien de todos. Es tan sencillo como levantar el teléfono. No quiero que nadie se sienta ofendido, estoy en un punto que ya me pesa mucho«.
Tampoco tiene necesidad de «perdonar a nadie», se sinceraba antes de rematar uno de los testimonios más duros que le conocemos a la nieta de Rocío Jurado: «Somos mayores, sabemos lo que hacemos, no es el ‘te tengo que perdonar por no estar’, es más bien ‘echo de menos que no estés'».
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