Elvira Lindo vuelve con ‘A coraz\u00f3n abierto’, su nuevo libro

Elvira Lindo no es sólo una novelista de éxito, es más, es actriz, guionista, escritora de cuentos, que sabe cómo utilizar el humor y el lenguaje para llegar a las zonas más sensibles de sus lectores, a través de sus columnas dominicales en el diario El País, o con sus intervenciones en la Cadena SER, lo que le ha permitido no perder el pulso a la actualidad ni la empatía por los más desprotegidos.

Ahora, tras años ausente de las librerías, vuelve con ‘A corazón abierto’, un libro en el que hace una radiografía de la España de los 60, un recorrido por su infancia, su adolescencia, deteniéndose en los personajes que más han influido en su vida, sobresaliendo entre todos la figura de su padre. Un hombre que, como tantos otros de su época, tuvo que hacer malabarismos para dar de comer a su familia.

Víctor Manuel escribe para evitar que el tiempo borre sus recuerdos. ¿Es el propósito de ‘A Corazón Abierto’?

Sí me gustaría escribir unas memorias si tengo salud y ánimo, pero con setenta años, no ahora. Lo que yo quería con este libro era centrar la historia en la vida de mis padres, y para eso he tenido que bucear en las cosas de ellos, en los recuerdos de mis hermanos y he tenido que fabular.

¿Por qué has tardado tanto en realizar este viaje familiar?

Me ha costado mucho porque no sabía cómo contarlo. Jamás lo hubiera hecho en vida de mi padre porque no hubiera querido que se sintiera expuesto. Cuando supe que lo tenía que contar en presente, cuando sucedió todo, ya lo vi más claro.

El relato que haces de tu padre en el hospital, es muy real.

Comienza en el Gregorio Marañón, con mi padre asistido por un respirador. Tenía la enfermedad de EPOC, ya que comenzó a fumar cuando era un niño, pero sus hijos siempre estábamos pendientes de él todo el día.

Una escena que parece que ocurrió ayer mismo.

Justo, por eso pienso mucho en estos días difíciles en que los hijos no pueden tender la mano a sus padres, y la sola idea de que esa escena hubiera podido ocurrir en esta situación, me sobrecoge.

Mi madre era dulce, delicada, muy sensible, reservada, muy recta en su comportamiento, melancólica

¿Tu padre encarnaba todo lo que una hija podía soñar?

De niña, sentía fascinación por mi padre. Él provocaba todo eso en los niños: era embaucador, atractivo, distinto a cualquier persona que yo haya conocido.

¿Sientes añoranza de aquellos años?

No soy nostálgica. Desde que nací fui de un lado a otro y tuve que adaptarme a diferentes lugares y realidades. A mis padres les llevo siempre conmigo, y con este libro siento que de alguna manera me protegen. Soy muy consciente del paso del tiempo y quiero vivir el presente, aunque sea un presente tan extraño y desesperante como éste.

¿Qué te hubiera gustado decirle que no le dijiste?

Que le quería, abrazarlo, escucharlo más, pero no fuimos educados para esas declaraciones que ahora están en boca de todo el mundo. Él sabía todo lo que le queríamos, y yo sabía que él me adoraba.

¿Qué recuerdos guardas de tu madre?

Mi madre era dulce, delicada, muy sensible, reservada, muy recta en su comportamiento, melancólica y elegante.

Dicen que con los años nos parecemos a ellas.

Eso lo pienso mucho. Cuando murió yo era adolescente y me parecía muy poco a ella. Con los años me siento más cerca de esa sensibilidad para escuchar a los demás.

¿A las mujeres de su generación les debemos un gran homenaje?

Desde luego, una de mis grandes penas es que ella no viviera más años para liberarse de una vida en la que siempre dependió de las decisiones de un hombre. Sus hijas, también sus hijos, la hubiéramos empujado a sentirse libre.

Permitieron que hicieran lo que a ellas no se les permitió.

Mi madre repetía una y otra vez en sus últimos años que quería que sus hijas estudiáramos y ganáramos dinero. Comenzaba a sentir esa humillación de tener que pedir dinero a un hombre cada mes y dar cuentas de lo que hacía con ese sobre.

¿Crees que hay gente interesada en retroceder a esa época?

Creo que no, pero hay que tener en cuenta que las crisis económicas pueden hacer retroceder a los colectivos más vulnerables. Creo que no, sobre todo en países como el nuestro, en que el movimiento de las mujeres es tan potente.

¿Se demoniza al feminismo culpando a las manifestantes de 8M del coronavirus?

Claro, toda la crítica se centra en esa manifestación, pero hubo mítines de partidos políticos, estuvo ARCO, la gente estaba apiñada en los bares. Siempre es difícil tomar medidas autoritarias cuando la población no es consciente de la gravedad del problema.

¿Las medidas llegaron tarde?

Sí, pero todos los gobiernos han llegado tarde, algunos incluso han negado el peligro que suponía el coronavirus, y muchísimos contertulios que ahora critican brutalmente al gobierno banalizaban sobre la amenaza de esta pandemia.

¿La independencia económica es lo que nos da la libertad?

Yo enseguida me di cuenta de que quería ganar dinero para hacer mi vida, y sabía que no podía ser independiente sin tener un sueldo.

¿Recuerdas cuánto te pagaron?

Era un sueldecillo por unas clases particulares; luego, un verano trabajé de cajera en una peluquería. Cuando comencé en la radio, no cobré hasta que pasó medio año. No sé cuánto cobré por primera vez, muy poco, pero me supo a gloria.

¿Y lo que compraste?

Como vivía en casa de mi padre, imagino que me compré algo de ropa. Siempre me ha gustado mucho la ropa. Luego ya me independicé y tuve que pensar en pagar el piso. Pero siempre me las apañaba para comprarme caprichos.

¿Los viajes familiares son los que despertaron tu imaginación?

Cambiar de paisaje, de casa, de colegio, creo que me convirtió en una superviviente. Traté de adaptarme, de aprender, de observar a los demás para crearme mecanismos de defensa. Siempre fui muy imaginativa, creo que la imaginación surgió más de un mundo interior muy rico, de mis juegos. Jugué muchísimo.

¿Quién te inculcó el interés por la lectura?

También fue como un juego. Mis padres siempre nos compraban libros como regalo, y yo leía y escribía imitando esos cuentos desde los 9 años.

¿Y por la música?

Mi madre cantaba muy bien, con mucho estilo, y se pasaba el día cantando boleros. Los boleros están en mi memoria por ella y con su voz. Las coplas las aprendí en la radio. Y luego, la música pop vino en la adolescencia, en el barrio. Siempre me gustó cantar, fui niña de coro desde muy pequeñita.

¿Cómo ha sido la experiencia de escenificar ‘El niño y la bestia’?

Maravillosa, porque me ha permitido estar con seis músicos de primera calidad en un escenario. Estrenamos en Berlín y luego estuvimos en Madrid un mes. Una de las mejores experiencias de mi vida. Volvería al escenario para algún proyecto como éste.

De tus dotes de actriz te recuerdo con María Teresa Campos en TVE.

En el programa de Teresa hice mil cosas y aproveché mi vis cómica para actuar. Me divertía y me daba vergüenza, las dos cosas a la vez. Pero a Teresa le encantaba que saliera.

¿Te hubiera gustado seguir actuando?

No sé si hubiera tenido la disciplina que tiene una actriz. Es un trabajo mucho más difícil de lo que la gente imagina. Pero me ha gustado hacer mis cameos. Eso me ha permitido entender más esa profesión y tener buenos amigos en ella.

Se cumplen 25 años del estreno de ‘Manolito Gafotas’, ¿esperabas el éxito que tuvo?

No, en absoluto, fue sorprendente para todos, porque se leyó muchísimo, en España y fuera. Y no ha dejado de asombrarme.

¿Cómo es la convivencia entre escritores de éxito, como es tu caso con Antonio Muñoz Molina?

Si se quieren, es fácil, y si no se quieren, complicada. Nosotros nos queremos mucho, así que yo te diría que asombrosamente armónica. Pasamos mucho tiempo juntos, cada uno en nuestro estudio, hablamos de mil cosas y compartimos inquietudes. Parece cursi o falso hablar de un amor que funciona, pero lo contrario sería mentirte. Tuvimos la inmensa suerte de encontrarnos.

¿Cómo es un día en la vida de Elvira Lindo?

Desayuno, que preparamos primorosamente; me arreglo, normalmente paseo por las mañanas, hago recados… Ahora, al estar encerrados, hago algo de gimnasia, cosas de la casa y profesionales. Me falta tiempo para hacer todo lo que quiero.

En un artículo decías que habías hecho un pacto con Antonio: dejar espacio a la contemplación.

Pues sí, y mira lo que ha pasado. Ahora no tengo sosiego, porque pienso todo el tiempo en lo que está sucediendo, y aunque mi intimidad es muy satisfactoria, tanta desgracia a mi alrededor me hace sentir impotente y entristece.

En Nueva York escribiste ‘Lugares que no quiero compartir con nadie’. ¿Tanto te gustó?

Me gustó, pero me harté. En el segundo libro sobre NY, “Noches sin dormir”, ya se apreciaba que quería volver a casa. Es una ciudad dura, y necesitaba sentirme protegida por mi paisaje de siempre.

Y de Madrid, ¿qué te atrae?

Muchas cosas: su vitalidad callejera, los bares, los encuentros espontáneos, los barrios. Eso que ahora está ausente.

¿Cómo quedará la cultura después del coronavirus?

Muy tocada. No sé de qué manera, pero necesitaremos arrimar el hombro para apoyar a los que se han quedado sin proyectos. Todo mejorará muy poco a poco. Por eso, hemos de ver la manera de ayudar a los que se han quedado desamparados.

Sánchez te ofreció el Ministerio de Cultura.

No lo acepté porque no sirvo para estar expuesta todo el tiempo, porque aprecio mi libertad, porque me gusta decir lo que quiero en todo momento, porque me gusta estar en casa, y porque mi compromiso afectaría a mi familia.

¿Quién es Elvira Lindo?

Nació En Cádiz el 23 de enero de 1962. A los dos años, se fue a vivir a Madrid con sus padres y hermanos, donde estudió Periodismo, que alternó con un trabajo como locutora en RNE.Abandonó la carrera para centrarse en radio y televisión.

Trayectoria Tiene una larga carrera como guionista y escritora. Uno de sus mayores éxitos ha sido “Manolito Gafotas”, a quien dio vida en la Cadena SER y en televisión. Ha escrito numerosos cuentos infantiles, obras de teatro y libros, entre otros: “Lugares que no quiero compartir con nadie”, “Lo que me queda por vivir”,“Tinto de verano”, “Dos barrenderas”, y el último, “A corazón abierto”, (todos publicados por Seix Barral), en la que hace una retrospectiva sobre la relación con su padre. Ha trabajado como actriz en proyectos cinematográficos con los que ha estado relacionada. Rechazó ser ministra de Cultura en el primer gobierno de Sánchez. Escribe en el Diario El País y colabora en La Ventana de la Cadena SER, entre otros medios.

Familia Está casada con el escritor Antonio Muñoz Molina. Tiene un hijo de un anterior matrimonio.

La foto favorita de Elvira Lindo

“Esta foto de Xavi Menos, en la que estoy con mi padre, me gusta porque siempre me he sentido cobijada en ese mundo suyo”.

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