El pasado lunes, el Queen’s Commonwealth Trust mostró parte de una videoconferencia mantenida entre su presidente, el príncipe Harry, su vicepresidenta, Meghan Markle, y un puñado de los jóvenes líderes que participan en sus programas. Allí se habló sobre justicia y ecuanimidad, recorriendo la historia de la Mancomunidad de Naciones, la Commonwealth: una asociación voluntaria de 54 países en su mayoría angloparlantes de todo el mundo, casi todos ex colonias británicas, donde la reina Isabel II sigue teniendo el rango de jefa de Estado.
Cuando una de las personas que participaban en la conferencia mencionó el legado del tráfico de esclavos transatlántico, Harry soltó una respuesta que llenaría los titulares de medio planeta: "No existe ningún modo en el que podamos seguir hacia adelante a menos que admitamos el pasado, y creo que hay mucha gente que ha hecho un trabajo asombroso a la hora de reconocer ese pasado e intentar corregir aquellos errores", dijo. "Pero creo que todos podemos admitir que todavía queda mucho por hacer".
Desde una perspectiva histórica, tampoco dijo nada fuera de lo normal, pero la prensa británica se revolvió ferozmente: “Las críticas de Harry a la Commonwealth han sentado como un jarro de agua fría”, tuiteó el corresponsal royal del Daily Express, citando una lista de los periódicos y periodistas que han dedicado mucho texto al asunto, casi todo en tono negativo. Parte de esas críticas afirman que [lo que dijo Harry] era demasiado político, cuando no un insulto a la reina, mientras que el Daily Mail contrató a un expertó en lenguaje no verbal para afirmar que Harry parecía un prisionero.
Sin embargo, desde el punto de vista de la gente a la que se dirigía la cosa fue bastante bien. En un ensayo para Zora, la participante Alicia Wallace escribía que al principio, la invitación le había provocado sentimientos encontrados. "Decidí estar ahí, a sabiendas de que podría criticarse la postura de una defensora de los derechos de las personas negras y el anticapitalismo que se atreve a sentarse en con gente cuyos títulos y símbolos son el legado de aquello de lo que necesitamos librarnos", escribía Campbell. Añadiendo que apreciaba la admisión de Harry y Meghan de que las personas privilegiadas necesitan respaldar con hechos sus palabras.
En una entrevista el viernes con el Telegraph, el presidente de la Royal Commonwealth Society, Lord Howell, dijo que no creía que la reina se hubiese sentido insultada por las palabras de Harry. “Creo que ella habrá entendido perfectamente el contexto, y él siempre ha mostrado su compromiso activo con la Commonwealth”, dijo. “Él es un verdadero defensor de la Commonwealth, y lo que intentaba era explicar a sus representantes más jóvenes –en un acto informal y no oficial– es hacia dónde vamos”. Howell también confirmó que las palabras de Harry sobre encontrar el equilibrio y afrontar el pasado son un reflejo fidedigno de la conversación que los estados y representantes de la propia Commonwealth mantienen internamente.
En abril de 2019, fuentes cercanas a la pareja contaron a Vanity Fair USA que las metas a largo plazo de Meghan y Harry incluían servir como un puente entre la Familia Real y los países de la Commonwealth. Algo que ha sido parte de la vida filántropa de Harry desde que era joven. En 2004,con 19 años, y siguiendo los pasos de su madre, pasó dos meses trabajando para mejorar la sanidad y la pobreza en Lesotho, país de la Commonwealth. Poco después, en 2006, fundaría Sentebale, su primera ONG benéfica que aún supervisa a día de hoy.
La Commonwealth también desempeñó un papel importante en la relación de Harry y Meghan. La pareja se enamoró en agosto de 2016, en una acampaada por otro miembro de la mancomunidad, Botswana (“Acampamos juntos bajo las estrellas, compartiendo tienda y todo eso. Fue fantástico", confesó en su momento, según Town & Country). Cuando se casaron, el velo de novia de Meghan estaba bordado con un motivo floral distinto por cada una de las 54 naciones de la Commonwealth.
Cuando decidieron abandonar sus papeles como miembros en activo de la Familia Real Británica a principios de año, dejaron claro que querían seguir implicados con la Commonwealth. Mantuvieron sus cargos en el Queen’s Commonwealth Trust, incluso aunque Harry tuviese que renunciar a su título oficial como Embajador de los Jóvenes de la Commonwealth. Sus palabras del lunes también fueron fruto de unas semanas en las que la pareja ha centrado sus esfuerzos en la justicia racial, a la luz de la muerte de George Floyd y las protestas que han recorrido Estados Unidos. Meghan ya se había solidarizado con el movimiento Black Lives Matter, mientras que Harry había hablado sobre los efectos del racismo institucionalizado en un discuros en los Premios Diana.
La videoconferencia del lunes, como casi cualquier otra cosa que haga la pareja, fue ir demasiado lejos para la prensa británica, habituada a la manera tradicional en la que los royals hacen las cosas. Aunque las discusiones sobre raza o colonialismo no son inherentemente políticas, pero pueden politizarse fácilmente, algo bastante arriesgado para una familia donde cualquier inclinación política está estrictamente prohibida.
Pero, a la luz de las palabras de Lord Howell, es obvio que las palabras de Harry y Meghan suenan muy similares a las que ambos han debido escuchar durante sus diversos compromisos y eventoscon las fundaciones y organizaciones de la Commonwealth mientras han sido oficialmente royals. Desde que han abandonado la realeza, uno de los rumores más extendidos es que tanto Harry como Meghan sentían que no tenían otra opción que marcharse. La respuesta negativa a su conversación con los jóvenes de la Commonwealth es una prueba de que ese impulso no se ceñía únicamente a los límites sobre sus vidas privadas. Si sólo alguien a la familia real puede hablar con franqueza sobre el futuro de la Commonwealth, salirse del núcleo familiar puede haber sido la mejor manera de honrar el compromiso que adquirieron en su seno.
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