Jennifer Garner rompe a llorar en un directo de Instagram y no es la única. ¿Por qué lloran los famosos en las redes sociales?

Somos grandes fans de las cuentas de Instagram de nuestras celebrities. De verdad. Amamos cuando hacen ejercicio como Vicky Martín Berrocal, cuando las vemos posar llenas de poderío, como Salma Hayek, incluso fichamos sus estilismos, sus desayunos, sus trucos de belleza y hasta cómo tienen decorado el baño. Pero cuando se nos echan a llorar a moco tendido en un storie de Instagram no podemos evitar sentir un cierto repelús. De acuerdo, todo el mundo es humano y puede sufrir un inesperado ataque de llanto, como le ha pasado a Jennifer Garner, que estaba tan tranquila haciendo una meditación guiada en su Instagram cuando le han empezado a caer lágrimas por las mejillas con una fluidez que ha acongojado a sus fans. ¿Pero qué lleva a un ser humano con miles de seguidores a pensar que llorar ante una audiencia anónima es una buena forma de solucionar la tristeza?

De los árboles de Soraya a las lágrimas de Jennifer Garner

Dentro de nuestras fronteras el panorama de celebrities que lloran en muy, muy, muy público ha estado encabezado recientemente por dos nombres: la cantante Soraya y el actor Miguel Herrán. Soraya grabó un vídeo llorando como una Magdalena porque el temporal Filomena había arrancado los árboles de su jardín. “Llamadme loca, pero me importan los árboles”, escribía para justificar su sofocón. A los internautas los árboles de Soraya en pleno temporal y con pandemia de fondo no le debieron importar tanto, porque si la cantante buscaba apoyo con sus lágrimas no lo consiguió: el hate que le llovió fue tal que tuvo que retirar el vídeo.

Todo lo contrario le sucedió a Miguel Herrán, que tras mostrarse lloroso y derrotado en su cuenta de Instagram confesando que lo de estar confinado en casa por haber estado en contacto con un enfermo de coronavirus le había superado al sexto día de encierro preocupó hasta a la mismísima Úrsula Corberó. Ahora el actor ha tenido que dar explicaciones, vía Instagram también, para que la gente deje de preocuparse: está perfectamente.

Jennifer Garner no ha explicado qué le ha llevado a deshacerse en lágrimas ante su audiencia hace apenas dos días (aunque no dudamos que tras pasar todo el año cuidando a sus tres hijos con cuarentena coronavirus incluida motivos no le faltan). Solo se dedicó a sonarse la nariz, dar las gracias a la amiga que le estaba ayudando a meditar y cerrar la sesión dejando a todos con la boca abierta. El comentario de los fans es idéntico al que nos formulamos nosotras, ¿no es esto demasiado íntimo para verlo?

Igual de íntimas se sintieron las lágrimas en Instagram de Millie Bobby Brown cuando pedía respeto como ser humano en un storie que grabó sentada en su coche llorando a moco tendido, o las de Jennifer Lopez despidiéndose de su equipo o las de Drew Barrymore comparando una imagen suya digna de foto de revista con otra sin maquillar y llorando simplemente porque no se consideraba una madre a la altura de sus propias expectativas. ¿Consiguen estas actitudes humanizar a los famosos o por el contrario nos hacen percibirlos como seres aún más privilegiados de lo que pensamos? ¿Se está convirtiendo Instagram en su llorería?

Qué es el sadfishing y por qué no es buena idea practicarlo

En Estados Unidos, que les gusta poner nombre a todo, ya bautizaron a este fenómeno como sadfishing en 2019, porque sí, dar pena en las redes sociales es casi tan antiguo como la existencia de las mismas. La línea entre querer estar en contacto con sus fans y compartir con ellos una cierta intimidad con el puro exhibicionismo destinado a provocar la empatía y la interacción en forma de “¿estás bien?” es muy delgada.

Intentar dar pena en las redes sociales puede tener efectos inesperados como bien pudo comprobar Soraya con sus árboles de jardín. Un informe realizado por Digital Awareness UK (DAUK) con entrevistas a 50.000 adolescentes británicos concluyó que compartir este tipo de historias altamente íntimas y emocionales en las redes sociales era contraproducente: aquellos que habían recurrido al sadfishing en alguna ocasión y habían compartido en redes su vulnerabilidad sentimental o sus lágrimas se habían ido de vacío, no había logrado el apoyo que esperaban, se sentían decepcionados e, incluso, habían recibido acoso digital agravando su estado emocional.

Publicar material personal altamente sensible y emocional para ganarse simpatía o llamar la atención es un comportamiento que está asociado a la baja autoestima o una profunda soledad. Es difícil distinguir cuando alguien está pidiendo ayuda realmente en las redes sociales y cuando solo está intentando hacer que su número de followers no decaiga. Pero otro estudio de la Universidad de West Scotland comprobó que cuando esos mensajes los emiten celebridades o famosos las personas tienden a sentir menos empatía por ellos y los catalogan como falsos. Así que no, si eres famoso, mejor no intentar dar pena en tus redes sociales, te puede salir la jugada muy mal.

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