El pasado 12 de febrero, Joaquín Sabinase caía del escenario en plena actuación en el Wikinz Center de Madrid. Era un concierto dentro de su gira conjunta con Joan Manuel Serrat, ‘No hay dos sin tres’, y aunque en un primer momento él alegó que tenían que parar el ‘show’ porque le dolía el hombro, las consecuencias fueron mayores.
Sabina tuvo que ser intervenido al día siguiente de un hematoma intrecraneal provocado por el impacto. Porque la caída fue desde una altura de casi dos metros. Ahí es nada. Pero los viejos roqueros están hechos de otra pasta y, desde ayer, ya descansa en su casa.
Joaquín recibió este fin de semana el alta hospitalaria. Acompañado por su mujer, Jimena Coronado, y fumando un mentolado, abandonaba la Clínica Riber Internacional en el asiento del copiloto y levantando un pulgar al aire para que los fotógrafos pudieran captar que todo ha quedado en una nueva herida de guerra.
Ahora solo queda esperar que la recuperación sea total y retome esa gira junto a su amigo Serrat, que ha sido una de las personas que han estado pendientes de él durante estos días que ha necesitado vigilancia médica.
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