La pasada semana, se filtraba la información: María Pombo estaba embarazada. La ‘influencer’, no sin dejar claro que le hubiese gustado esperar un poco más para dar la noticia, confirmaba esa información y no ocultaba lo ilusionados que estaban tanto ella como su marido, Pablo Castellano, por poder cumplir su sueño de formar su propia familia.
La ‘instagramer’ colgaba unos vídeos en los que revelaba que sus seguidores le estaban pidiendo que enseñara la tripa, y ella aseguraba que no lo hacía porque no tiene nada más que un poco. Pero, finalmente, terminaba por mostrar una imagen de perfil y con la tripa al aire para que fuesen los ‘followers’ los que juzgasen si se nota ya o no esa curva.
«Una curva un poco sospechosa«, como ella escribe sobre la imagen, que le hace sentir muy emocionada. «Noto como si estuviera hinchada de la regla», explicaba antes de continuar: «Si me seguís desde hace mucho, sabéis que yo tengo la tripa muy plana, y que si engordo, engordo de piernas, brazos o pecho, pero de tripa jamás engordo».
Noto como si estuviera hinchada de la regla»
«Entonces, ahora que me noto un poquito de tripa sí que digo: ‘Qué de tripa'», continúa antes de hacer una encuesta a sus seguidores pasa ver si opinan que se le nota o que el cambio es aún imperceptible. No olvidemos que María aún no está ni de tres meses, y de ahí que le hubiese gustado ser un poco cauta y dar la noticia más adelante.
En su semana 12 de gestación, confiesa que lo que más le llama la atención es que, a estas alturas, ese bebé al que dará a luz a finales de año, ya tenga el tamaño de un kiwi. O de un pollito. Porque tiene una ‘app’ para ir viendo la evolución del feto y que establece estos símiles.
Unos días después de que se supiera que estaba embarazada, informaba a sus seguidores de que, finalmente, el diagnostico que esperaba desde hace semanas es el de que padece esclerosis múltiple. Una dolencia que conoce muy bien, puesto que su madre la sufre desde hace 20 años.
En ese vídeo en el que explicaba todo, Pombo contaba cómo se le va a suministrar un tratamiento que sea compatible con el embarazo, para que su bebé no sufra las consecuencias, y una vez ese niño en el mundo, se estudiarán otras vías más eficaces para hacer frente a esa esclerosis que no le ha quitado el animo.
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