En otro lugar y otro siglo, las historias de amor que nos cautivan comienzan por un tropiezo, una cita orquestada por amigos o un encuentro en una fiesta. En pleno siglo XXI, la tecnología hace que uno de los factores más románticos de las aventuras amorosas que nos fascinan desaparezcan por completo. Se terminó aludir al azar o al destino en los relatos sentimentales. Hoy el proceso de emparejarse tiene más que ver con el análisis, la insistencia o el cálculo de una estrategia que con la casualidad. Solo tenemos que analizar cuidadosamente el ‘flirt’ con el que nos ha sorprendido el verano de 2020: el flechazo entre la joven (22 años) Ana Soria y el torero aún casado con Paloma Cuevas y con dos hijos Enrique Ponce puede ser todo menos casual.
El relato que nos llega a los medios sobre la manera en que Ana Soria y Enrique Ponce se conocieron no puede ser más rabiosamente contemporánea: la joven, aficionada a los toros, comenzó a seguir al torero en Instagram, a darle likes a sus fotos y a enviarle mensajes. No lo olvidemos: hija del prestigioso abogado Federico Soria y Rosa Moreno, hija de José Luis Moreno, un conocido empresario almeriense amigo de Baltasar Garzón,Ana Soria estudia Derecho, pero su sueño es ser actriz. Imposible dedicarse a la interpretación sin un uso intensivo de las redes, el mejor escaparate para los jóvenes talentos. Soria solo tenía unos 500 seguidores cuando comenzó a seguir la cuenta de Ponce, pero ahora ya ronda los 30.000 follower, sin duda una buena cifra para empezar a hablar con marcas y agencias como influencer.
Estamos ante una historia conocida: la de la fan que logra llamar la atención de su ídolo y termina enamorándole. Le sucedió, sin ir más lejos, a Alaska y Mario Vaquerizo, aunque en tiempos en los que las redes aún no había facilitado tanto la cuestión. En el pleistoceno, la gran Sara Montiel también tuvo una historia con un fan cubano con el que terminó casándose: Toni Hernández. Más cerca en el tiempo tenemos los casos de Bisbal y Adele: tanto Elena Tablada como Simon Konecki eran fans de los cantantes antes de convertirse en pareja oficial, cónyuge matrimonial y, desafortunadamente, ex confirmado por divorcio.
Gracias a Instagram, el contacto entre fans y personajes públicos se ha estrechado notablemente. Lo que antaño era adoración en foto, seguimiento a distancia a través de los medios de comunicación e intento de encuentro en algún acto público o fiesta hoy se ha convertido en algo mucho más real y tangible. Cualquier persona famosa puede ser abordada hoy por un fan en Instagram y concertar una cita. ¿Supone eso que los famosos están más disponibles para sus ‘followers’? Difícilmente. En realidad, son muy conscientes de lo que arriesgan al encontrarse con personas desconocidas: que una cita inofensiva se convierta en noticia. Claro que, a veces, como en el caso de Ponce y Ana Soria, se rompen todas las defensas y todo sale bien. Gracias a Instagram.
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