Corinna zu Sayn-Wittgenstein afirmó ante el fiscal Bertossa que en 2015 compró Chyknell Hall Estate, una finca de 81 hectáreas, con una mansión de 1814 como edifico principal, por 6,65 millones de euros, según informa hoy El País. Seis millones de libras, un precio rebajado sobre los 7,5 millones de libras con los que salió a la venta en 2014, y supuestamente pagado a través de un fondo instrumental con dinero de las cuentas panameñas de Corinna, para que su hijo disfrutase de una finca con mucho pasado. La consultora alemana también defiende que se ha gastado una cantidad similar en reformar la finca, aunque su anterior propietario ya había renovado por completo la vivienda, una mansión de 11 dormitorios construida en 1814 y ampliada en 1858. Y con una curiosa historia en su interior: un adulterio que llevó, finalmente, a que la mansión se haya vendido tres veces en los últimos 70 años.
La mansión en sí es un bello ejemplo de arquitectura estilo regencia. Se encargó en 1792, para sustituir la antiquísima casa familiar (de la que sólo queda el establo) de los Taylor-Farmer, herederos de una finca del siglo XIII en manos nobles y caballerescas en sus inicios: los Chekes. Luego Chekenhull: aristócratas de los que llevaban armas, que sirvieron con sus espadas y sus arqueros en las campañas del muy inglés Eduardo I contra los galeses y los escoceses. Los Chekes serían sires de otras partes de Inglaterra y dejarían por matrimonio la finca de Shropshire, a 45 kilómetros de Birmimgham, en manos de los Taylor-Farmer, menos nobles.
En 1814 se terminó la primera parte, la mansión en sí, y en 1858 se añadió un gran cenatorio, el patio y una columnata dórica rematando el acceso. Pero la mansión pronto cambiaría de manos: entre una y otra construcción, nació en la misma mansión Henry Cavendish Taylor, con cierta fama histórica como jugador de cricket y que recibiría un par de oficios por parte de la Corona para elevar su estatus. Algo que no impidió que un día entrase en el salón de pasar la mañana –porque las mansiones de verdad tienen salones para estar al sol según la hora del día– para encontrarse a su mujer, Selina Gage, en gerundio de adulterio con un capitán militar, un tal Moseley. La crónica de la época lo explicó así:
"Se convocó al mayórdomo y en su presencia Henry Cavendish ordenó a Moseley que saliese de su casa, tras acusarle de adúltero. Selina y Moseley se fueron juntos de Chyknell, caminando por el paseo y guiando al caballo de Moseley".
Tras esta escena, el divorcio en 1872 y el escándalo local, Henry moriría en 1901. Selina había tenido tres hijas durante su matrimonio con Taylor a las que puso el apellido materno e instruyó para que lo legasen siempre. Y así fue como los Taylor-Farmer perdieron Chyknell Hall a manos de los Gage.
Un nieto de estas Gage, finalmente, reformaría la casa, y en 1951 contrató al prestigioso jardinero Russell Page. ¿El aspecto actual de Regent’s Park en Londres? Es obra suya, como algún que otro parque regio de Londres. Los duques de Windsor, Óscar de la Renta o Leopoldo III de Bélgica también contaron con sus servicios. Esos son los jardines que exhibe hoy Chyknell Hall: dignos de reyes.
En 1958, con los jardines terminados, los Gage deciden que se van a Francia y le venden la propiedad a Simon Kenlyon-Slaney, aliado de la Corona, Caballero de la Orden de San Juan, Gran Sheriff de Shropshire, juez y granjero. En 2011, Kenlyon-Slaney (que murió este verano) vendió la propiedad. Y, cuatro años después, la mansión y toda su historia pasó a manos de Corinna.
Las reformas de 2011 dotaron a la vivienda de un sistema de fontanería como el de los hoteles, para asegurar que todas las estancias tuviesen agua caliente y calefacción central; baños renovados en los que convivían duchas modernas con bañeras exentas metálicas del siglo XIX; un nuevo sistema eléctrico; y una renovación total del interiorismo, realizada por el decorador James Curtis, que ha mantenido algunos de los bellos murales y papeles pintados. La bodega, la sala de juegos, los despachos, tres salones, el recibidor y nueve de sus 10 dormitorios adicionales, aparte del maestro, también fueron actualizados.
Cuando se puso a la venta en 2014, la mansión estaba preparada para todas las necesidades del siglo XXI, y de ello presumía: se habían arreglado también las casitas adyacentes, adecentado un patio espectacular –hasta el punto de que, como la casa, forma parte del catálogo de bienes protegidos de Inglaterra–, añadido una cocina exterior, duchas externas con paneles solares para la piscina, remozado la pista de cricket del siglo XIX (que tiene que ver con la historia de adulterio que comentábamos), también la de tenis, y los jardines formales presentaban un aspecto impecable. Esto, antes de la renovación que Corinna afirma que le ha costado otros 6 millones de libras. La finca cuenta también con más hectáreas de tierra agrícola, explotadas en cesión de derechos. Y con derechos de caza sobre un coto de más de 200 hectáreas, colindante con la mansión.
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