Hace menos de una semana, Katy Perry anunciaba, de manera original y velada, que estaba esperando su primer hijo (el que supondrá el segundo para su pareja, Orlando Bloom, que ya fue padre junto a Mirando Kerr). Un adelante de su nuevo ‘single’ servía para que mostrase esa tripa dentro de la que, indudablemente, se está gestando una vida.
Sin tiempo a que lo saboreásemos, la noticia que nos llega de la cantante ahora representa el polo opuesto a esa felicidad. Katy acaba de perder a su abuela. Ella misma lo ha anunciado en su cuenta de Instagram con una batería de fotos y un sentido texto de despedida. Una nota amarga en medio de la felicidad que está viviendo al ver cómo, en unas semanas, se convertirá en madre.
«No sé cuándo un alma entra en un vehículo nuevo, pero si hay una vida futura en la que hay una sala de espera de ida y vuelta, mi cabeza se pregunta si el alma que está esperando para entrar en mi mundo recibirá un beso en la frente de mi dulce abuela, que partió de esta tierra ayer. Mi corazón lo espera así», comienza Katy esas sentidas líneas dedicadas a una de las mujeres más importantes de su vida.
«Si ella es capaz de hablar con ese alma mientras espera, la conversación probablemente incluiría un ‘¿estás seguro de que quieres elegir este grupo salvaje?’. Definitivamente, habría algo de sarcasmo, una broma ingeniosa o dos… La abuela, probablemente, tendrá una copa de su vino tinto favorito listo a su llegada a esta vida después de la muerte… Y un look a la moda, joyas incluidas, naturalmente», prosigue Perry, para que nos hagamos a la idea de cómo era su abuela.
«Mucho de lo que soy es por mi padre… y él es por ella. Ella comenzó todo, como solía recordarnos, y estoy muy agradecida de que lo haya hecho», añade la artista, que sigue: «La familia está ahí para mostrarnos qué puede ser el amor. A veces es difícil llegar hasta ese viaje para encontrar el amor, pero si puedes abrir tu corazón y dejar que la luz guíe el camino, encontrarás ese amor incomparable».
«Ann Pearl Hudson era una luchadora. Sobrevivió a la Gran Depresión, crió a tres hijos sola como costurera, haciendo cuerdas para bailarinas y otros personajes similares en Las Vegas. Siempre fue auténticamente ella misma, divertida y llena de todas las cosas dulces y acogedoras en las que piensas cuando piensas en abuelas. Me dio billetes de dólar crujientes en tarjetas distintivas, nos dejó comer sus galletas de almendras favoritas de la tienda de 99 centavos mientras le hacíamos preguntas sobre los diferentes ventiladores que había exhibido en sus paredes. Era una abuela maravillosa y siempre llevaré algo de ella en mí», la define de manera detallada.
«Cuando salga mi carácter, esa es Ann. Cuando sale mi autenticidad, esa es Ann. Cuando sale mi terquedad, demonios, esa es Ann. Cuando sale mi espíritu de lucha, esa es Ann. Cuando sale mi estilo, esa es Ann», revela todo lo que tiene de ella antes de despedirse: «Que descanse en paz y bese la frente de mi alma para que venga y les haga saber que todo va a estar bien, especialmente ahora que han ganado un ángel para mirarlos».
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