Tres cocidos, después de tres meses de concurso en ‘Supervivientes’, bien valen ni siquiera pensarse el raparse el pelo al cero. Eso es lo que se pasó por la cabeza de Ana María Aldón hace una semana y, tras un apretón de manos con Lara Álvarez para sellar el trato, el jueves, durante la gala, cumplía y dejaba que acabaran con su melena, dejando su cabello a 15 milímetros.
A pesar de la broma inicial de Jorge Javier Vázquez estableciendo una comparativa entre esta y Lina Morgan en la película ‘La tonta del bote’, no tardaba en decirle lo guapa que estaba. Pero a ella, más que como la vea el presentador, lo que le inquieta es qué opina de este nuevo look, radical, su marido, José Ortega Cano.
Ha tardado unos días en manifestar sus miedos. Pero lo ha hecho. Porque no para de darle vueltas a qué pensará el diestro de este cambio de imagen al que ha accedido por comida en una fase determinante del ‘reality’, con la gran final vislumbrándose en un horizonte cada vez más cercano.
«Yo no me veo, no me han dicho nada mi marido, ni mi madre, ni mi hijo…», se desahogaba ante José Antonio Avilés, visitante sorpresa de sus excompañeros y que le preguntaba qué le pasaba, porque veía a la diseñadora pensativa de más. «La opinion de mi marido es muy importante«, añadía.
Era Rocío Flores, con quien ha tenido sus más y sus menos a lo largo del concurso, quien trataba de animarla, asegurando que Ortega Cano estaría encantado y poniendo en valor la valentía de Ana María, porque ella no hubiese tenido las agallas de que le pasaran la maquinilla por la cabeza y perder toda su melena.
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