No eran ni las 8 de la mañana del 21 de noviembre de 2014 cuando un coche cruzaba la puerta de la cárcel sevillana de Alcalá de Guadaira. En el interior del vehículo, uno de los personajes más perseguidos: Isabel Pantoja. La prensa llevaba días haciendo guardia ante la entrada inminente de la tonadillera para cumplir condena por su implicación en el Caso Malaya, en el que también estuvo inmerso quien ya era su expareja, el exalcalde de Marbella Julián Muñoz. Poco después, la veíamos caminar hacia su encierro acompañada por dos trabajadoras del centro penitenciario.
Hoy, han pasado cinco años. Tres y medio desde que salió en libertad. Al menos, de la libertad de prisión para refugiarse en el hermetismo de Cantora rodeada de su familia. En este tiempo, Isabel ha cambiado hasta de círculo íntimo de amistades (aunque ha recuperado a otras, como a Raquel Bollo), porque no han sido pocas las veces que se ha intentado traicionar su confianza. Aunque, a decir verdad, de lo que vivió en ese encierro tras la sentencia, se ha sabido poco o nada.
Acaso, alguna pincelada suelta. Como la que ella misma ofreció el pasado mes de junio durante su experiencia en ‘Supervivientes’. Tras sufrir un ataque de ansiedad, Isabel se sinceraba ante la audiencia de Telecinco. Porque la privación de libertad que se sufre en el ‘reality’, le trajo a la cabeza esos fantasmas del pasado en los que tampoco podía tener contacto con su familia a demanda. «Esto es como recordar el tiempo pasado allí. Aunque este es un sitio paradisíaco, para mí es lo mismo. He perdido mi libertad«, revelaba.
Precisamente su familia, esa a la que echó de menos en una y otra ocasión, parece desquebrajada. Desde hace años, su hija, Chabelita, ha adoptado una postura de distancia cuyos motivos reales deben saberse solo en casa. Porque, han corrido ríos de tinta con especulaciones e, incluso, la joven ha abierto la boca en varias ocasiones, manifestando que su relación con su abuela, doña Ana, y su tío Agustín, es tan mala, que ni existe. Ahora, ya saben, anda a vueltas con la reconciliación con su hermano, que no va a ser sencilla…
Se estima que su deuda actual con Hacienda asciende a 2,5 millones
La Pantoja, que siempre quiso preservar su imagen y el halo de misterio folclórico, ha abierto la mente. O, quizás, son sus finanzas y las necesidades acuciantes las que han provocado que vire el rumbo del barco de su trabajo. La misma Pantoja que parecía ver al demonio cuando se le nombrara ‘Sálvame’, entró en directo, durante casi dos horas, en una intervención telefónica que es historia de la televisión. Afeaba la conducta de su hija, pero, a la vez, comenzaba a abrir una ventana para eso a lo que estamos asistiendo hoy: es una de las estrellas de Mediaset.
Ojo, que después de muchos años de encierro en Cantora, tras finalizar el ‘reality’, la Pantoja incluso acudió a la fiesta que la productora realiza cada edición. Allí compartió confidencias con sus compañeros, pero, sobre todo, se desahogo con Jorge Javier Vázquez, para quien volvía a ser Maribel. Sí, en este tiempo ha conseguido recuperar, también, la confianza en el presentador, revelándole detalles del sufrimiento que le ha causado, con sus actitudes, su hija.
Giro laboral… ¿por necesidad?
Como decimos, puede ser la obligación de reunir ‘cash’ para hacer frente a sus deudas (a principios de este mes, se calculaba que el montante que debe a Hacienda asciende a 2,5 millones de euros). Que fuera el ‘bombazo’ de la pasada edición de ‘Supervivientes’ tan solo era el primero de los pasos bajo los focos de Telecinco. Recordemos que está inmersa en la grabación de ‘Idol Kids’, un ‘talent’ en el que es jurado y donde intentará conectar con un público que siempre la vio altiva.
Hasta aquí, todo aclarado, pero, ¿qué pasa con su carrera musical?Está también trabajando en ello. Tras verse obligada a suspender algunas citas y no alcanzar acuerdos en según qué casos por el elevado caché que exigía, el próximo 6 de marzo, el WiZink Center de Madrid acogerá uno de sus ‘shows’. Por el camino, asistimos a la polémica del rechazo de Estados Unidos a dejarla entrar en territorio nacional por no admitir aquel delito que la llevó a prisión, por lo que se le denegó el visado.
Ese, el del 6 de marzo del 2020, será el pistoletazo de salida de su nuevo intento por enganchar a la gente a su música. Han pasado cinco años. La condena, está cumplida. Y está trabajando para saldar lo que adeuda. Isabel merece una oportunidad para volver a ser la que fue, sin que la sombra del pasado la acose.
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