El autoexilio del rey Juan Carlos lo mantiene conectado al mundo a través del teléfono. Desde su mejor amigo, José Cusí, hasta sus sobrinos, sus hijas o la reina Sofía son sólo algunos de los contactos telefónicos con los que habla casi a diario, en una vida que transcurre entre ejercicios, comidas y la visita ocasional del príncipe heredero de Abu Dabi, con el que pudimos verlo almorzando el otro día. Juan Carlos no tiene un círculo social propio en los emiratos. Guarda algunas amistades de los tiempos de cacerías, que viven a tiempo parcial en el emirato, pero su mayor contacto con el mundo es a través del teléfono.
En Abu Dabi sólo le acompañan a tiempo completo sus escoltas, cuatro, que se turnan en parejas para servirle, y sus ayudas de cámara, tres, que también van rotando su estancia en el país árabe. También ve a diario a los especialistas que cuidan de su salud: los nutricionistas supervisados por el doctor Planas, que le ha visitado alguna vez; y los fisioterapeutas que se encargan de que siga los dictados del doctor Manuel Sánchez. El médico del rey no es sólo el encargado de su salud, sino también un amigo personal. Algo que ha supuesto un alivio para el exmonarca, que recibe la visita de su amigo al menos una vez al mes.
Pero esa falta de sus círculos habituales explica por qué ha estado más accesible que de costumbre en la última crisis. Carlos Herrera y Raúl del Pozo, que mantienen buena relación con el emérito, respondieron casi inmediatamente a las informaciones de Pilar Eyre sobre la gravedad de su estado de salud. José Antonio Zarzalejos o Bertín Osborne también están al día del estado del rey. Por supuesto, los más cercanos son sus mejores amigos, José Cusí y Pedro Campos, con quien habla de las regatas que tanto añora.
Cuando sus deberes y agenda se lo permiten, el príncipe heredero de Abu Dabi, Mohammed bin Zayed bin Sultan Al-Nahyan, le visita personalmente. Pasaron la Nochebuena juntos, en compañía de otro amigo del rey, un empresario británico, y esta misma semana comió con él, en la foto con la que el entorno de Juan Carlos desmintió su mala salud. También se ocupa de que mantenga el contacto con sus pasiones. Especialmente el motor. Fue bin Zayed, según una de las cartas de Corinna, el que regaló dos Ferraris al rey hace unos años, en una de sus frecuentes visitas al Gran Premio de Abu Dabi de Fórmula 1. Y también el que le puso recientmeente en contacto con una de las familias del motor más famosas de los Emiratos
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La que componen Amna Al Qubaisi, su hermana Hamda y el padre de ambas, Khaled. Las dos jóvenes hermanas son pilotos de Formula 4 (Hamda ganó su última carrera hace menos de un mes) y preparan su salto a categorías superiores: Hamda al Campeonato Asiático de Formula 3 (que se celebra en Emiratos también, y en la que su padre todavía compite) y Amna suena como futura piloto de Formula 1. Las dos son dignas herederas de su padre Khaled Abdulla Al Qubaisi, que hoy es uno de los hombres de confianza del príncipe heredero, y a quien Juan Carlos conoció en el paddock: Khaled no sólo fue un piloto de carreras pionero en Emiratos, también es el hombre fuerte de todo lo relacionado con el motor en el emirato, y también uno de los principales directores ejecutivos de Mubadala, uno de los fondos soberanos (con activos por valor de 190.000 millones de euros) con los que invierte su fortuna petrolífera Abu Dabi.
El príncipe heredero es pues el perfecto anfitrión: cedió su suite royal al rey durante sus primeros pasos en los Emiratos, y la residencia privada que ocupa ahora el monarca también es propiedad del líder árabe. Aún así, es difícil apaciguar la soledad del monarca: las infantas Elena y Cristina han aumentado la frecuencia y duración de sus visitas, pero el rey, que ya intentó volver a España en Nochebuena, y que al parecer ya se habría vacunado, no está viviendo como querría: cerca de sus amigos, y de sus habituales veladas. Aunque sigue bromista y en forma (para un señor de 83 años con su historial), el rey quiere volver a España.
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