No están siendo tiempos fáciles para Isabel II. En el último año no solo ha tenido que vivir la dureza de la pandemia y el confinamiento y la muerte de su compañero de vida, Felipe de Edimburgo, sino que también ha tenido que ver como sus ingresos mermaban de forma considerable debido a la ausencia de visitantes en los palacios de su propiedad, que cada año dejan una cifra nada despreciable en las arcas reales.
El Palacio de Buckingham reveló ayer que había perdido algo más de la mitad de sus ingresos anuales al margen de los fondos del gobierno. Los ingresos cayeron de los 20,2 millones de libras (23,6 millones de euros) en el ejercicio 2019/20 a los 9,4 millones de libras (11 millones de euros) en 2020/21. Mientras tanto, la factura de mantenimiento de las propiedades se disparó de 38,4 millones de libras (44,92 millones de euros) a 49,5 millones de libras (57,90 millones de euros).
La subvención soberana, la cuantía de dinero que el gobierno otorga a la monarca, se incrementó en 3,5 millones de libras (4 millones de euros). En total, la monarquía le costó al contribuyente 87,5 millones de libras (102,35 millones de euros) en 2020/21, un aumento de 18,1 millones de libras (21,17 millones de euros) con respecto al año financiero anterior, que se atribuye a las obras del Palacio de Buckingham.
El pago de los duques de Sussex de 2,4 millones de libras (2,81 millones de euros) por las obras que se llevaron a cabo en Frogmore Cottage y que fueron pagadas con dinero público también ha dado un mínimo respiro a las cuentas reales. El informe financiero también especifica que los Sussex pagaron cinco meses de alquiler en la propiedad después de dejar su cargo como miembros de la realeza.
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