Los familiares de los royal que más la lían

La decisión de Harry y Meghan de desvincularse de la realeza británica ha provocado un seísmo en la monarquía del país. Pero al fin y al cabo ellos sólo quieren hacer su vida sin tener que atenerse a las férreas reglas de la nobleza. Pero hay muchos que ostentando títulos nobiliarios o teniendo un parentesco real la han lidado.

En la mayoría de los casos hablamos de comportamientos que no levantarían ampollas entre cualquier hijo de vecino, pero que no han sido bien vistos en los entornos cortesanos.

Mónaco: el epicentro de los escándalos

Que Carolina de Mónaco se casara y se separara de Philippe Junot, del que se rumoreaba que era un gigoló, fue un escándalo casi de broma, que palideció con los que estaban por venir. Su hermana Estefanía se encargó de ello: posando con su línea de bañadores, haciendo sus pinitos en el plebeyo mundo de la canción y, sobre todo, su relación con su guardaespaldas, con quien tuvo dos hijos antes de casarse dejaron atónita a la corte monaguesca.

La nueva generación de royal está haciendo honor a la tradición familiar. Andrea Casiraghi, el hijo mayor de Carolina, tuvo un hijo con Tatiana Santo Domingo antes de pasar por la vicaría. Y también ha sido criticado por más minucias, como la de pasearse sin ropa por la playa. Nada comparable con los desmanes de su hermano pequeño, Pierre, que es muy dado a meterse en peleas. En 2012 tuvo que ser hospitalizado en Nueva York por una bastante sonada. También lo fue que al poco de casarse, le fotografiaran besándose con otra mujer.

Consortes poco apropiados

Cuando un royal se desposa con un o una plebeya, algunas narices de arrugan en un mohín de crítica. Pero si el consorte tiene un pasado jolgorioso, la cosa se complica. Esto es lo que le ocurrió a Carlos Felipe de Suecia, cuando anunció su compromiso con la modelo y stripper Sofía Hellqvist, que para más inri había participado en reality shows. Tras su boda, cambió totalmente su atuendo por uno más elegante y modosito, pero aún así, cada dos por tres recuerdan su pasado y hay algún exnovio que se presta a revelar intimidades.

Y en la actualidad, este tipo de revelaciones no deberían levantar ampollas, pues no se puede juzgar a nadie por la vida que haya tenido, por mucho que se haya casado con un royal. Pero si ahora es difícil conseguirlo, hace unos años era una batalla perdida. Esto es lo que le pasó a Margarita de Dinamarca, que se casó con el ya fallecido Enrique, que llevaba muy mal que no se le llamara rey. Consideraba que si la esposa del rey es una reina, también debería serlo el marido de una monarca. Y no se quejaba así, discretamente. Lo hacía a voz en grito, en unas peleas de órdago que fueron trasmitidas en muchos casos por la prensa.

Los parientes de los parientes de los royal

Cuando un mortal corriente y moliente pasa a formar parte de la realeza tiene, como es obvio, su propia familia. Y a esta también se le pasa la quisquillosa lupa de la realeza. Eso le sucedió a Katrina Darling, la prima de Kate Middleton con quien la prensa se cebó por ser una artista de burlesque y strip-tease.

Su cuñada, Megan Markle, tiene otro problema muy diferente con otro pariente más cercano: su padre, Thomas Markle, que se dedica a airear los secretos de su hija en exclusivas muy sustanciosas. Tal vez por ello, no acudió a su boda.

En España también tenemos parientes molestos para la realeza y los aglutina todos la reina Letizia. Su tía, Henar Ortiz, la critica sin freno siempre que puede. El primo de su majestad, David Rocasolano, tampoco le tiene muchas simpatías como demostró con la publicación de su libro Adiós princesa en la que le sacó un sinfín de trapos sucios.

Como en todas las familias, en las reales también hay trifulcas y escándalos. El problema es que trascienden mientras que en el resto se pueden esconder bajo la alfombra.

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