México, un festival y un trío de serenata: el fugaz encuentro entre Luis Miguel y Estefanía de Mónaco

Cuando la firma de cosmética suiza La Prairie contó con Estefanía de Mónaco como imagen de su línea de belleza, la princesa rebelde ya armaba otros planes en su cabeza. Tras un tiempo dedicada al modelaje, decidió probar suerte en el mundo de la música. Su voz dulce y su fama de inconformista le ayudaron a poner a su disposición la atención de medio planeta. Como es evidente, ser la hija del príncipe Rainiero III y la actriz Grace Kelly también le dieron un empujón. Singles como Ouragan o Flash, producidos por ella misma, le consolidaron como una de las jóvenes promesas de la farándula musical europea de finales de los años 80.

La adolescente monegasca gustaba mucho. No sólo por su cándida sonrisa, heredada de su madre. También por su electrizante look y las pegadizas composiciones de su primer repertorio, Besoin (1986). Decidida a seguir su andadura por el mundo del espectáculo, la joven se marchó a Los Ángeles para grabar su segundo álbum. Stephanie fue el resultado de cinco años de duro trabajo.

La fulgurante gira de promoción que le organizó su discográfica incluía conciertos internacionales y actuaciones en programas de televisión, como el show de Oprah Winfrey. A pesar de la costosa campaña publicitaria, las críticas fueron negativas y las cifras de ventas fueron funestas. El rico vergel que la joven royal había construido con su nombre y talento, ahora parecía un desangelado erial con el que pocos querían entenderse.

En medio de este vendaval de malas vibraciones, Estefanía Grimaldi encontró un refugio en México. Poco antes de terminar su carrera musical con una colaboración anónima con el cantante Michael Jackson –fue la voz femenina que Naomi Campbell imitaba en playback en el videoclip de In the Closet– la princesa acudió al recién inaugurado Festival de Acapulco en 1991.

Creado por el productor y presentador mexicano Raúl Velasco, el evento reunía a los artistas más relevantes del panorama internacional en una semana dedicada a la canción. En su inauguración, además de la protagonista de esta historia, acudieron personalidades como Roxette, Locomia, Gloria Trevi, José Luis Perales, El Puma, Julio Iglesias y… Luis Miguel.

Cuando la joven princesa llegó a la ciudad, uno de los periodistas le preguntó: “¿Conoce usted a Luis Miguel?”. Ella le respondió rápidamente: “Non”. Según la periodista Martha Figueroa en su libro ‘Micky: Un tributo diferente”, cuando ‘El Sol’ se enteró de su respuesta, le mandó un trío a cantarle una serenata al hotel donde se hospedaba. En palabras de la testigo y autora, “Estefanía no le hizo mucho caso”. Pero Luis Miguel no cesó en su afán por hacerse notar.

Al día siguiente, se presenció en el camerino del director del festival y se ofreció como voluntario para entregarle la medalla de participación —un obsequio que el festival le otorgaba a todos los artistas. El director, lejos de conocer o entender nada de la situación o de la fórmula del cortejo, aceptó. El nacido en Puerto Rico, intentó saludar en persona a la princesa pero los guardias de seguridad no le dejaron pasar.

Lo ocurrido en el escenario, en el momento de la entrega de la medalla, se puede ver en el siguiente vídeo. Tras cantar su primera canción, Estefanía de Mónaco recibió la bienvenida en inglés de Luis Miguel. Con ella, cuatro besos, un fugaz I love you y la medalla. El cantante le preguntó a su compañera de profesión si era México lo que esperaba. Ella le respondió: “Esperaba que todo el mundo fuera cercano y amigable y es justo lo que he encontrado. Estoy muy feliz de estar aquí”. El público vitoreó sus palabras y comenzó a cantar la siguiente melodía.

https://youtube.com/watch?v=XuzGLxdfI6o%3Frel%3D0

Dada la complicidad entre los artistas, los medios locales hablaron de un affaire entre ambos. También que una noche antes del festival, la mayoría de los participantes acudieron a una fiesta celebrada en Baby’O, una discoteca tipo Studio 54 a la mexicana.

El gerente del local relató a los medios que “una chica muy guapa pero con mala pinta llegó a la puerta”. “Se veía mal, como si hubiera estado tres días de fiesta: descalza, con los vaqueros rotos y estilo hippie”, explicó a los medios. El portero le dijo a la chica –que no era otra que Estefanía de Mónaco– que volviese cuando “se vistiera bien”. Al día siguiente, el cantante Luis Miguel llamó al dueño del Baby’O para reprocharle que no había dejado pasar a la princesa europea.

Con el tiempo se supo que, por aquel entonces, la monegasca mantenía una relación con el guardaespaldas Daniel Ducruet. Un año después tendría a su primer hijo, Louis. Aunque su carrera musical no duró mucho más, todo lo vivido durante aquella etapa pasó a la historia.

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