Minerva Piquero publica su primera novela

Durante catorce años, Minerva Piquero fue ‘la chica del tiempo’ en Antena 3 Televisión. Un espacio imprescindible hoy en cualquier informativo pero que a finales de los 80 y los 90 marcó un hito en televisión, acostumbrados como estábamos a que ese tipo de noticias las dieran unos señores muy serios, bien trajeados.

Que una mujer se atreviera a hablar de marejadas o marejadillas, era un sacrilegio, un reto para una joven periodista que supo adaptar el lenguaje puro y duro de los meteorólogos a la cotidianeidad de los espectadores, de ahí su éxito y popularidad.

Ahora vuelve, después de años alejada de las cámaras, con una novela, ‘Nacida libre’, en la que el erotismo, las emociones, el amor y el desamor, dan visibilidad a dos mujeres que buscan la libertad como el aire que respiran.

Minerva, ¿cómo ha sido ese viaje desde que abandona la tele hasta convertirse en novelista?

Demuestra cómo soy: revoltosa, inquieta, porque en la vida hay que reinventarse cada día. Yo lo hago, prueba de ello es ‘Nacida libre’, un libro que no nace de la noche a la mañana, ya que era un gusano que tenía dentro de mí, que sabía que estaba ahí pero al que no me atrevía a dar salida por pudor, inseguridad, incluso por miedo, porque hacerlo implicaba un ejercicio de entrega, sacrificio y muchas horas en el ordenador.

¿Quién la animó a dar ese primer paso?

Algunos buenos amigos me animaron y me dijeron que no perdiera más el tiempo porque, como todo en la vida, había llegado el momento de decir: ahora sí me apetece publicarlo.

¿Qué sintió al verlo expuesto en las librerías?

Vértigo. A mí siempre me ha gustado escribir, aunque no me haya dedicado a ello durante los muchos años que he estado en televisión. Esta novela es el resultado de haber dado rienda suelta a mi imaginación y a un montón de reflexiones personales que tenía ganas de poner en negro sobre blanco.

¿Cuánto hay de autobiográfico en esta historia?

Mucho y nada. Todo el mundo me dice que la primera novela tiene mucho de autobiográfico. En este caso hay mucho sexo porque yo quiero reivindicar una cosa.

Dígame.

Desde el principio tenía clarísimo que tenía que escribir desde la libertad, pese a los prejuicios que tenía, unos personales, otros heredados y comentarios de buenos “amigos” que me decían: ni se te ocurra.

¿Temía las críticas?

No, no. Me interesó que les preocupara tanto que escribiera sobre sexo, pero ocurrió que cuando llevaba escritas unas 90 páginas paré de escribir porque no me convencía lo que estaba haciendo. Y empecé a leer literatura erótica francesa, feminista, del siglo XIX, y me encontré con cosas que no era capaz de leer sin ruborizarme, y me di cuenta de que me estaba comportando como una pazguata.

¿Por qué razón?

Porque era ridículo: nada es nuevo, todo está inventado, por eso tenía que hacerlo desde mi verdad. Esta novela no está basada en hechos reales pero sí he vivido los estados emocionales que vive cada una de las protagonistas.

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¿También las escenas fuertes?

No sólo de sexo, también de amor, razón por la cual hubo momentos mientras la escribía que he llorado, reído… Para conseguirlo tuve que dejar el miedo aparte.

¿Y?

Una de las protagonistas, Cora, es una mujer de 38 años que lleva toda la vida con el mismo hombre pero, por circunstancias diversas, esa relación se termina… Hasta ahí la vida. Pero no puede evitar sentirse culpable, humillada y busca una respuesta.

“Mi hija pertenece a esa generación de mujeres jóvenes que han nacido sin ataduras”

¿Dónde?

En el sexo, como una forma de autoconocimiento y de liberación. Y lo intenta contratando los servicios de un chico.

¿Cómo se documentó para dar realismo a esas escenas?

Yo nunca he estado en un Club de swingers (liberal), lo he pensado, he tenido esa idea loca en la cabeza de ir y no he tenido valor, pero hoy esfácil documentarse a través de Internet, y al final di con personas conocidas mías que habían estado y me contaron cómo funcionan.

Le pusieron al día.

Así es, pero hay algo que ocurre en ese club y que aparece en la novela,que lo vivió una amiga y me lo contó tal como pasó.

¿Tan liberadas estamos como para copiar lo que antes sólo hacían los hombres?

El tipo de mujeres que contratan a estos chicos tienen un nivel económico alto, son maduras, algunas están casadas otras no, pero todas son independientes que saben lo que quieren sin ataduras ni explicaciones. Buscan experiencias nuevas, nada que no hayan hecho los hombres toda la vida.

¿Las jóvenes viven ya sin tantos convencionalismos?

Sí, yo tengo una hija de 20 años que ya ha nacido libre; es maravilloso oírla hablar porque pertenece a esa generación de mujeres jóvenes que han nacido sin ataduras. Nosotras crecimos en una sociedad donde acostarse con un chico en la primera cita, estaba muy mal visto, donde el principal valor estaba entre tus piernas. Eso es horroroso.

¿Les ha dado a leer la novela a sus hijos?

A mi madre y a mi hija. Curiosamente, mi madre se ruborizó con algunas escenas de sexo convencional: me dijo que le gustaba porque estaban contadas con muy buen gusto. Y a mi hija precisamente no le llamaron la atención las escenas de sexo, pero sí la sororidad.

Explíquese.

No hay mujeres esperando que aparezca un hombre para hacerlas felices, ya que entre ellas se apoyan, se escuchan y salen adelante. La sororidad es ese mundo de diferentes culturas, trabajos, vidas… Le ha encantado. Y con esto quiero resaltar cómo han cambiado las mujeres en nuestro país.

Dos generaciones distintas con apenas unos años de diferencia.

Yo creo que voy por el buen camino porque tengo otro hijo de 13 años, que es un proyecto de hombre maravilloso. Vive conmigo, con mi madre y su hermana, y siempre le digo que tiene una escuela de vida de la que puede aprender mucho.

¿Le ha enseñado a conciliar y a respetar la independencia de las mujeres?

Por supuesto. Mira, el otro día íbamos en el coche y le preguntaba a mi hija por un chico al que había conocido, yo en plan madre, y mi hijo dijo: no os entiendo a las mujeres. Vais de liberales y no lo sois tanto. Le aplaudimos y nos lo comimos a besos.

Demuestra que los jóvenes también han evolucionado para bien.

Yo quiero levantar una lanza en favor de los hombres porque hablamos mucho de la liberación femenina, pero muy poco de que los hombres también han sido esclavos de un rol que representa su masculinidad, y si se salían de ahí, les demonizaban. Durante siglos han tenido una presión enorme de mostrar su rudeza, su violencia, si no, se cuestionaba su virilidad.

Hay quien piensa que la homosexualidad se cura yendo al psicólogo.

La otra protagonista de mi libro es transexual, Valentina. Cuando surgió la idea de contar esta historia me entrevisté con algunas que me ayudaron a quitarme la venda de la ignorancia… La transexualidad está muy sexualizada, no tiene que ver con el sexo, tiene que ver con la identidad.

Un buen ejemplo es la Miss Universo Ángela Ponce.

Una mujer maravillosa que tuvo la enorme suerte de tener unos padres que la entendieron y la dejaron ser lo que ella sentía que era, gracias a lo cual pudo llegar donde ha llegado.

Historias llenas de sufrimiento.

Yo he conocido a un hombre que rompió a llorar cuando me contó que tuvo que esperar a que se murieran sus padres para poder ser quien quería ser. Y otro que tiene 30 años, es profesor de educación física, transexual, que fue a un colegio privado donde llevó uniforme de niña hasta que a los 18 años se liberó.

¿Queda mucho camino por andar en determinados asuntos?

El otro día alguien me preguntaba por qué hablaba de sexo. Le contesté que en tiempos de las cavernas ya tenían sexo: es algo tan natural, que algunos utilizan como amenaza o represión. Hay una frase de Oscar Wilde que dice: Todo en esta vida es sexo, menos el sexo que es poder. La historia está llena de ejemplos.

Fue pionera presentando el tiempo, ¿cómo llegó hasta ahí?

Yo llevaba apenas tres semanas trabajando con Juanjo Menéndez en Antena 3 y me tropecé por el pasillo con Jorge del Corral, que era director de informativos de la cadena, quien me ofreció dar el tiempo. Le dije que no, que yo era periodista y no tenía intención de estudiar meteorología, me contestó que íbamos a hacer una prueba, y si salía bien, adelante, y si no, no pasaba nada. Me pusieron junto a una paredazul y me dijeron que empezase a hablar.

No había imágenes, claro.

No, era un croma, esa pared sin imágenes, en la que yo tenía que señalar los lugares donde iba a llover o hacer buen tiempo, todo eso, sin tener nada delante. Esto fue un martes y el jueves entré en directo con José María Carrascal y Luis Herrero.

No sé si fue valiente u osada…

Fue muy difícil pero, como decía Bill Gates, uno va poniendo las semillitas de la vida. Cuando empecé me daban tres folios para un minuto, escritos en una terminología que no dominaba. Entonces me encerraba en el camerino con un diccionario y pasaba dos horas para traducir lo que era un frente de bajas presiones…..Esto significaba que iba a llover en Galicia.

No puedo imaginar sus nervios.

Hasta que lo adopté a mi lenguaje y eso, que fue una pequeña revolución y lo que me dio popularidad, en realidad lo hice porque necesitaba que mi madre entendiera lo que decía, pura supervivencia.

¿Los metereólogos la criticaron?

Menos mal que no había redes sociales pero escribieron muchas cartas a la cadena pidiendo que me despidieran porque estaba profanando la profesión. Maldonado, que ahora es mi amigo, entonces, no.

“Hablamos mucho de la liberación femenina, pero poco de que los hombres han sido esclavos de un rol»

De haber sido hombre seguro que la hubieran recibido mejor.

Me quedaré de por vida como ‘La chica del tiempo’, un título que agradezco primero por lo de chica y después por la suerte que tuve de entrar en los hogares a una hora en la que todos están viendo la tele.

¿Cómo pasó de ser famosa a vivir en el anonimato?

A mí ya sólo me reconocen los de mi quinta, Rosa. Cuando llegué a la tele no fui consciente del boom que tuve en esos años, pero llegó un momento que sentí que podía hacer otras cosas porque por dentro estaba seca.

Y se fue a Televisión Española.

Debo decir en honor a la verdad que el programa que hacía con José María Iñigo era muy barato, y tenía más audiencia que otros de la cadena. Pero, tras los atentados del 11 M, cambió el gobierno, y el director de TVE.

En televisión se penalizan los fracasos.

Es muy cruel. Con aquel programa teníamos 19, 20% de audiencia, que hoy sólo tienen los muy populares.

¿Le gustaría volver?

Me fui muy a gusto, porque sabía que podía hacer otras cosas y las he hecho, soy directora de comunicación de una multinacional, pero me apetece volver.

La televisión ya no es lo que era. Ahora prima el espectáculo.

Lo sé: antes, cuando llegabas tenías que hacerlo con un curriculum, hoy se piden otros atributos, pero aun así yo confío en las nuevas generaciones que tienen otra forma de ver televisión. Son más críticos y están mejor formados.

¿Su hija sigue sus pasos?

Mi hija esta estudiando Dirección de cine, pero le hacen muchas propuestas para que trabaje como actriz, quizá algún día nos dé la sorpresa. Mi hija es un ser libre, nació libre, y yo quiero verla volar: si se equivoca, que se levante. Que nunca nadie le diga no puedes o éste no es tu sitio.

¿Qué ha heredado de usted?

Mi hija ha sacado lo mejor de cada casa. Tiene mucho de mi madre, de la familia de su padre, y mucho mío.

¿Y su hijo?

Ése se va a comer el mundo. Es un chico con unos valores muy claros: es respetuoso, tolerante, vive sin miedos.

Vive con su madre.

Ella, la más guerrera de la casa. Una mujer que vivió fuera de su tiempo, en aquella España de los 60, tan gris y difícil, muy atractiva y peleona. Nadie entendía que estuviera sola. Yo recuerdo en Oviedo cómo la miraban por la calle los hombres, hacían comentarios de por qué una mujer tan guapa estaba sola.

¿No quería ataduras?

No, ella tenía una vida normal, era inteligente, independiente, había decidido no tener un marido, fue muy difícil para ella.

¿Y para usted?

Yo lo vivía con naturalidad, así he salido. Mi madre me ha enseñado desde niña que sí se puede. Para mí ha sido el pilar de mi vida. A ella le he dedicado el libro porque cuando lo acabé cumplió 73 años.

Menudo regalazo.

Las dos nos tatuamos el que ha sido el motor de su vida: Nacida libre. Ha sido un homenaje a mi madre.

La han criticado por engordar.

Me hizo daño. A mí se me atrofió la glándula tiroidal. Tomo una medicación que ha ido aumentando, y eso se juntó con los 50 años.

¿Hay machismo en esas críticas?

Sólo sé que si a ellos les sale barriga o se les cae el pelo, nadie les critica, hay presentadores que estaban estupendos a los 30 y ya no lo están. Yo antes no cenaba y adelgazaba y ahora no, es cuestión de metabolismo.

¿Quién es Minerva Piquero?

Nació en Oviedo el 15 de agosto de 1967. Tras vivir en México, regresa a España a los 22 años.

Estudios: Es Licenciada en Periodismo por la Arizona State University (EE UU).

Trayectoria: Encuentra su primer trabajo en Antena 3 TV para presentar el tiempo convirtiéndose en “La chica del tiempo más famosa de la televisión”. En la misma cadena colaboró en ‘Farmacia de Guardia’, ‘La ruleta de la fortuna’, ‘La clave’ y ‘Lluvia de estrellas’. En 2004 ficha por TVE para copresentar con José María Iñigo ‘Carta de Ajuste’. Un año después, conduce ‘El sábado’, un espacio de variedades. Tras varios años apartada de la pequeña pantalla, regresa para presentar ‘Madrid hoy’, en Onda 6. Es cofundadora de la agencia de comunicación GetArts. Actualmente, es directora de comunicación del grupo de agencias Dentsu Aegis, una multinacional que engloba numerosas empresas. Nacida libre, es su primer libro, una novela erótica, Ed. Alfar.

Familia: Tiene dos hijos, Daniela (20) y Lucas (13). Está divorciada.

La foto favorita de Minerva Piquero

“Esta foto, mirando a cámara, me gusta y recurro a ella para recordar la pureza y la felicidad de mi infancia”.

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