Angela Kelly lo confesaba todo sobre Isabel II a finales del pasado mes de octubre en su libro de memorias The Other Side of the Coin: The Queen, the Dresser and the Wardrobe. La estilista personal de la reina nos dejaba bucear en sus secretos laborales y gracias a ello descubríamos de cerca la realidad que vive la reina cada día. La labor de Kelly ha sido crucial a la hora de conocer detalles significativos sobre protocolo, normas de actuación y forma de vestir de los miembros de la familia real británica. Hemos descubierto incluso la historia detrás del traje bautismal que llevan todos los royals o la forma correcta de cuidar los diamantes.
De entre todos los detalles que la estilista ha contado, hay uno que llama especialmente la atención en estas fechas. El día de Navidad, que puede parecer un día de disfrute familiar sin mayor preocupación que la de que la comida salga bien -en todos los sentidos-, es toda una odisea para la reina de Inglaterra. Isabel II vive el 25 de diciembre incluso peor que si fuera un día cargado de labores institucionales.
Sus obligaciones le hacen ver a tantas personas a lo largo la jornada y tiene tantos compromisos que el protocolo exige numerosos cambios de ropa. “Puede haber una gran cantidad de cambios de vestuario en un solo día, desde cinco hasta incluso siete”, explica Kelly en su libro. Cada outfit se escoge minuciosamente y no se deja ni un solo detalle al azar, algo que sería perfectamente entendible dada la gran cantidad de estilismos que tienen que estar preparados para el 25 de diciembre. Tratándose de la reina, nada puede salir mal.
Todo empieza con el desayuno. Isabel II elige un conjunto cómodo formado por una blusa combinada con una falda o un vestido que le sirve también para asistir a sus primeras reuniones matutinas en caso de que no incluyan sesión de fotos. Si por el contrario, la reina tiene que dejarse fotografiar, el segundo conjunto llega justo después de desayunar. “En este estilismo la calidad y el confort son prioritarios, y las capas”, explica Kelly. Puede llegar a vestir dos pantalones, camiseta, jersey y cardigan, además de calceines gruesos y las famosas botas Wellington. “Por último, su majestad se pone sus guantes, la bufanda y un gorro impermeable, y se mete en el coche para asistir a la sesión”.
Después, Isabel vuelve a Sandringham y se enfunda su tercer modelito, que vuelve a ser del mismo estilo que el primero (pero diferente). Por la tarde existe una lista más larga de compromisos, pero para Kelly no es problema y sabe bien cómo realizar su labor de la forma adecuada: “Preparo bocetos de vestidos de noche para que la reina los mire y elija lo que le gustaría llevar. Ocasionalmente, puede que tenga que elegir un vestido para un cóctel”. Isabel II nunca suele elegir nada demasiado brillante por la tarde si se trata de una visita de personalidades de Estado, pero si el acto es muy formal lleva un vestido largo. Al finalizar, se cambia otra vez para la cena.
Kelly, sin embargo, no solo se encarga del vestuario de la reina: “Una vez que su majestad ha elegido vestido para la cena, se cuelga una nota para las doncellas en la que se detalla la ropa que va a llevar la reina, de esta forma pueden elegir un vestido apropiado para la dama que tienen que vestir”. Una aclaración importante que la mano derecha de la reina también explica en su libro está relacionada con el color de los estilismos. Nadie puede coincidir con la reina en su color excepto los familiares, que sí lo tienen permitido. Con ellos, las coincidencias importan menos.
Todos los estilismos son importantes para la monarca el día de Navidad, pero hay uno que sobresale del resto: el seleccionado para asistir a la tradicional misa del día 25 de diciembre. En esta ocasión, Angela Kelly suele elegir el conjunto con dos meses de antelación. “Compruebo los colores que la reina llevó en los años anteriores porque no quiero repetir el mismo demasiadas veces. Me gusta asegurarme de que lleva un color festivo para que la gente que quiere felicitarle la Navidad la encuentre fácilmente”, desvela la diseñadora. Todo un trabajo de campo del que Kelly siempre sale airosa.
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