Cuando su personaje en Juego de tronos, Robb Stark, el primogénito de los señores de Invernalia, murió en la boda roja, hubo quien pudo cuestionar el futuro de la carrera de Richard Madden (Elderslie, Reino Unido, 1986). El actor, que entonces tenía 27 años, no era un novato, había participado en varias series británicas desde su debut en 1999 cuando era tan solo un adolescente. Sin embargo, caerse del proyecto televisivo de más éxito de los últimos años podía sonar a mal augurio.
No solo no ha sido así, sino que su carrera no ha hecho más que crecer. Después de varios proyectos menores, entre ellos Los Médici: Señores de Florencia, donde compartió pantalla con Sean Bean, su padre en la serie de los Siete Reinos, Madden ha tenido dos últimos años que para sí quisieran muchos actores consagrados.
En primer lugar, protagonizó Bodyguard, la serie creada por Jed Mercurio (Line of Duty) fue todo un fenómeno de masas en 2018: con más de 10 millones de espectadores, su último episodio se convirtió en la emisión más vista —sin contar con el Mundial de fútbol— del Reino Unido el pasado año. Y no solo le granjeó los suspiros de gran parte de la audiencia, también le sirvió para ganar el Globo de Oro a mejor actor de serie dramática.
Después lo vimos en Rocketman, el biopic sobre Elton John protagonizado por Taron Egerton, donde interpreta a John Reid, que fue novio y mánager del cantante y en la película ejerce de villano tan deseable como detestable. Y ahora nos lo encontramos formando parte del imponente reparto de 1917. Su nombre figura entre los de Colin Firth, Benedict Cumberbatch, Andrew Scott y Mark Strong en lo que promete ser una de las películas del año y que ya está siendo comparada con Salvar al soldado Ryan y Senderos de gloria.
Cuando terminó su trabajo en Juego de tronos, no pudo llevarse de recuerdo la espada de su personaje por los controles del aeropuerto. Pero el tiempo ha demostrado que se ha llevado algo mucho mejor.
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