Rocío Carrasco, 43 años de una vida mediática

Querida Rocío, el pasado miércoles cumpliste 43 primaveras. Fue un cumpleaños atípico, porque lo celebraste confinada con tu marido y tus perros en tu casa, tu refugio, tu centro de paz.

Lo tuyo fue un parto rápido en el hospital Nuestra señora de Loreto de Madrid. Nacía la hija de La Más grande. A las pocas horas de nacer, tus padres recibían a ‘¡Hola!’ En la habitación 206 de la clínica para conceder una entrevista. “Esto es lo más grande que hay en el mundo. Como mujer creo que ya no tengo nada más a lo que aspirar”, fue el titular de tu madre.

Y desde entonces os unió algo muy especial. Fuiste una niña buena y estudiosa y una adolescente rebelde como la mayoría que abandonó los estudios, algo que ahora no harías. No querías muñecas, eras una cafre que jugaba al fútbol y se subía por los tejados. El amor por el deporte te dio fuerte, sobre todo por el balonceto, aunque ahora ya no lo practiques. Te gustaba bailar y coleccionar zapatos, aunque ahora te moderas. Eras y eres coqueta, te encantan las cremas y los perfumes.

El regalo más especial de todos tus cumpleaños fue el cocker negro que te regalaron tus padres a los ocho años. Y aunque ahora seas de celebraciones íntimas, lo de tus 15 fue a la americana, con un fiestón por todo lo grande en la mansión de la moraleja. Un recuerdo inolvidable.

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