Camilla, a sus 74 años, inevitablemente, reaparece de vez en cuando como la villana de la historia, una mujer cruel y sin escrúpulos, 14 años mayor que Diana a la que supuestamente hirió sin contemplaciones. Pero la Duquesa de Cornuailles, en realidad, es otra: una mujer empática, ávida lectora y con mucho sentido del humor. Hija del tercer Barón Ashcombe, estudió francés y literatura francesa en el Instituto de la Universidad de Londres, de París. Es, además, una diestra amazona y comparte con Carlos su amor por el campo y la jardinería.
Hoy se celebra como cada sábado de junio Trooping the colour, el desfile con el que la reina Isabel II celebra su cumpleaños. Ahora que el duque de Edimburgo ha fallecido, muchos se preguntan si será el último desfile de Isabel II en activo como reina y si, en un futuro próximo, su hijo Charles, cogerá el relevo real convirtiéndose así Camilla en la reina consorte.
Carlos y Camilla salieron una temporada antes de que ella se casara con Andrew Parker-Bowles y parece que reanudaron su romance, aunque ella seguía casada, incluso con la aprobación de su marido, que tenía otros muchos “affairs”. Carlos y Camilla se encontraban en la mansión del Príncipe de Gales, Highgrove, cercana a la de Bolehyde Manor, en Wiltshire, perteneciente a los Parker-Bowles. Estos fueron una pareja abierta, hasta que llegó el divorcio, en 1995, un año antes del de Carlos y Diana. Carlos y Camilla contrajeron matrimonio, tras treinta años juntos, en 2005, ocho años después del fallecimiento de Diana, en señal de respeto, y cuando la marea contra Camilla se había asentado y los británicos habían empezado a aceptar que los problemas matrimoniales de Carlos y Diana no eran solo responsabilidad de Camilla.
La esposa de Carlos, siempre inteligente, optó por no utilizar el título de princesa de Gales, aunque podría hacerlo, y escogió el de Duquesa de Cornuailles, el ducado de su marido. La prueba de que Camilla no fue la bruja que Diana quiso presentar cuando habló ante el periodista Martin Bashir de “un matrimonio de tres” es que los príncipes Guillermo y Enrique la vieron siempre como un apoyo y la han adorado y no por ello se han alejado del espíritu de su madre. Su actitud demuestra que Camilla fue víctima de una dura campaña.
Hoy Camilla, tras años de trabajo silencioso, se ha convertido en un miembro querido de la Familia Real, dedicada a decenas de obras benéficas e instituciones, y ha ganado personalidad propia. La campaña de comunicación estuvo bien trazada, pero también jugaron un papel esencial el apoyo de la Reina Isabel II y la personalidad de la propia Camilla, que supo ganarse al público. Ya no es la “enemiga” de Diana. Ocupa el octavo puesto entre los personajes más populares dentro de la Familia Real, según una encuesta anterior a la Pandemia. Hoy probablemente haya subido puestos tras su incansable labor en el confinamiento.
Además del príncipe Carlos, Camilla tiene unos activos defensores en los hijos de su primer matrimonio, Tom y Laura, acostumbrados a escuchar epítetos poco agradables desde la adolescencia. La describen como “una madre perfecta”, que nunca juzga a nadie, y mantienen una excelente relación con el príncipe Carlos al que dicen adorar.
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La mayoría de la opinión pública respeta a Camilla y la prensa que la atacó a finales de los noventa hoy la considera un gran haber de The Firm, el apelativo que recibe la Casa Real británica. El pequeño terremoto provocado por “The Crown” hace unos meses hizo que muchos británicos recordaran la historia de Diana y consideraran que la sucesión al trono debía saltarse a Carlos y pasar directamente a Guillermo. Pero con los meses las aguas han vuelto a su cauce. En tiempos turbulentos con la espantada de Enrique y Meghan y las relaciones de Andrés con el pedófilo Jeffrey Epstein, Camilla se ha mostrado como uno de los miembros más implicados y activos. Amable, considerada y respetuosa con la prensa son algunos de los adjetivos que ha recibido en estos meses. Muchos la han descubierto por primera vez.
Pero Camilla no asumirá el título de reina consorte cuando Carlos llegue al trono, solo será princesa consorte. Una muestra más del respeto hacia Diana y de la voluntad de la pareja por apaciguar a sus críticos. Aunque los títulos importan relativamente cuando muchos consideran a Camilla una pieza esencial del reinado de Carlos, es decir, del futuro: es una mujer inteligente, que sabe ganarse a la gente, natural y curiosa, a la que le gusta dominar los temas de los que se ocupa, como la osteoporosis, la violencia sexual o un club de lectura, y que sabe cómo tratar a los periodistas, un don preciado para la Familia Real.
Además, es miembro del Consejo Privado, el órgano asesor más importante de la Reina Isabel. Y quizá lo más importante: es la persona que ha moldeado al Príncipe Carlos y ha posibilitado que se convierta en el hombre que es hoy –seguro de sí mismo, más cercano a los medios, pendiente de lo que quieren los británicos– y que, en breve, reinará en Gran Bretaña.
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