Vanesa Lorenzo se ha convertido en una de esas modelos que, en busca de serenidad, se toparon con el yoga. Madre de dos niñas, hace más de 15 años que lo practica y se ha convertido en uno de los pilares de su día a día, su filosofía y además, la base de la educación de sus hijas. ¿Cómo ocurrió? La respuesta está en su nuevo libro ‘Crecer Juntos’ (Planeta), un manual para entender esta práctica ancestral y la disciplina positiva como un todo: «Cuando empecé a practicar yoga en Nueva York hace más de 15 años no era para nada consciente de cómo esa decisión cambiaría mi vida. Antes de llegar a Manhattan nunca me lo había planteado, pero, una vez allí, daba la sensaciónde que todo lo que me rodeaba apuntaba en esa dirección», explica la modelo.
Seguro que te suena esta historia, querida lectora: cuarentena, incertidumbre, niños en casa: desesperación. En esta tesitura, la modelo decidió que hacía falta un cambio en su vida. La educación de sus hijas (y la suya propia) debía adaptarse a los nuevos tiempos y la realidad incipiente que se avalanchaba sobre todos. Fue entonces cuando el yoga se presentó como una disciplina que también podían seguir los más pequeños. No obstante, no fue suficiente: se necesitaba algo más, «cuando mis hijas pasaron de ser bebes a niñas, me di cuenta de que necesitaba herramientas para educarlas porque me enfrentaba a retos cotidianos de educación que no sabia cómo gestionar…», ahí fue donde entró la disciplina positiva en la vida de Vanesa.
Combinar ambas filosofías, fue una tendencia casi natural para la modelo, «Me di cuenta de que están en sintonía ya que las dos filosofías proponen relacionarse contigo mismo y con tu entorno desde el respecto, la humildad y el amor. Y ayudan, tanto al padre, como a los hijos, como a la relación entre ellos. Son súper complementarias ya que el yoga ayuda al padre y al hijo por separado, aprendiendo a relacionarse con su cuerpo de una forma consciente, saludable y en paz ,algo que favorece cualquier relación propia con el exterior. Además la práctica del yoga en familia puede crear lazos bonitos además de normalizar hablar de conceptos como gestionar las emociones usando la respiración. Y la disciplina positiva ofrece a los padres conocimientos y herramientas para afrontar los retos de la educación».
En este esquema, la reeducación ha sido un paso imprescindible, no solo para Manuela y María, las dos hijas de Vanesa, sino tambíen para ella. Desaprender lo aprendido, que no es nada fácil. «Sigo aprendiendo y reeducándome a diario ya que hay comportamientos y patrones educativos en los que caigo por naturaleza aunque no estén en sintonía con lo que deseo», reconoce.
¿La clave del éxito? La modelo la resume de forma sencilla: «Tener en cuenta las necesidades del adulto, del niño y de la situación; un nuevo prisma, reconociendo que la gran mayoría de nuestra sociedad nos hemos educado de una forma conductista, donde el padre o madre ordenan y los niños obedecen se sientan bien o mal».
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El yoga como conducta
Desde ese momento, Nueva York se conviritó para la modelo en el centro neurálgico de su nueva aventura con el yoga que se remonta hasta el día de hoy, «Me ayuda a mantener la calma, tener más paciencia y a aceptar los retos diarios como una oportunidad de aprendizaje, y en consecuencia disfrutar en vez de sufrir el proceso de educación con mis hijas». Aunque puede parecer un tipo de educación algo utópico, Vanesa cree que es posible instaurarlo con calma, paciencia y sobre todo fe, creencias muy similares a los tres mantras que rigen su vida y que ha ido construyendo con los años:
«1.CUIDARSE. Mantener un cuerpo y mente sanos es fundamental. Algo muy importante a tener en cuenta cuándo tenemos hijos ya que tendemos a apartar nuestras necesidades a un segundo plano.
2.FLEXIBILIDAD MENTAL y RESPETO. Mantener una mente flexible me ayuda a estar en un estado de aprendizaje. Alejarse de los prejuicios ayuda a dejar que tu hijo se desarrolle en libertad y con su propia personalidad, aceptando como es.
3.AMOR. Mucho cariño y contacto físico que tanto necesita el alma».
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Y es que, cuando Vanesa pisa la asterilla «la fortaleza y la paz» son los sentimientos que la embriagan. Algo, que podríamos poner en practica todas. Para las que empiezan ahora, la modelo tiene un mensaje: «Qué tengan paciencia y que disfruten de cada practica sin tener presentes objetivos a conseguir. Que sientan y conecten con su cuerpo, intentando dejar la mente lo más calmada posible».
Sin duda, vale la pena.
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