Zara Tindall apuró las últimas semanas antes del confinamiento en los grandes eventos ecuestres de la alta sociedad británica, antes de tener que dejar a un lado esa vida durante un tiempo. Al principio, su marido se mostró contrario a la cancelación de eventos como los Juegos Olímpicos, pero ahora que la situación se ha agravado, Tindall ha puesto todo su empeño en contribuir a mejorarla. La semana pasada compartía su preocupación por los efectos que el encerramiento puede tener en la salud de las personas, en el programa de televisión Good Morning Britain. “Creo que es duro estar encerrado y no poder hacer lo que haces de forma normal. Ya sabes, llenarte los pulmones de aire fresco y salir por ahí es algo necesario para permanecer activo y en forma”, aseguró.
En el mismo programa explicó una iniciativa de la fundación benéfica Equestrian Relief a la que se ha querido sumar. La organizaciónestá llevando a cabo una campaña de recaudación de dinero, para apoyar al sistema de salud pública de Reino Unido, NHS, que consiste en animar a los deportistas a desvelar algún talento oculto, para poder recaudar todo el dinero posible. “Solo queremos hacer algo para poder ayudarles y apoyarles”, confesaba Tindall sobre los sanitarios que están en primera línea.
La royal ha compartido con el mundo su pasión por la pintura, una mucho más secreta que la que tiene por los caballos, y ha decidido subastar una obra suya inspirada en uno de sus compañeros más célebres: Toytown. Nacido en 1992, de color castaño y con una distintiva mancha blanca a lo largo de su rostro, Zara creó un evento ecuestre homónimo en su honor. En la obra, de fondo abstracto con pinceladas en tonos fríos, destaca la silueta del caballo Toytown, que se reconoce por la distintiva mancha blanca que recorre su cara. La subasta es online y termina este martes, pero la pieza ya alcanza la sorprendente cifra de 3.650 libras y sigue subiendo.
La nieta mayor de Isabel II está recluida en su casa de campo de Gloucestershire, en la misma finca que la princesa Ana -su madre-, pero en otro edificio. Se encuentra rodeada de naturaleza -y de caballos- junto a su marido, Mike Tindall, y las hijas de ambos, Mia y Lena. Lo tiene todo para pasar la cuarentena y considera que su familia tiene suerte de poder vivir en una granja y cuidar de sus caballos. “No me puedo imaginar lo duro que tiene que ser para la gente de la ciudad”, se reafirmaba en su pasión por la naturaleza.
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