Mientras Estados Unidos espera impaciente a que Donald Trump abandone el despacho oval en favor de Joe Biden, todos los ojos están puestos en el otro revelo (un tanto más ‘gossip’ y ‘fashion’) que tendrá lugar entre los muros de la Casa Blanca. Se trata del que realizarán la primera dama saliente, Melania Trump, y la entrante, Jill Biden. Ambas son, lo crean o no, las dos caras de la misma moneda, aunque ambas no puedan ser más diferentes.
Sus raíces, sus carreras profesionales, sus lazos familiares, su estilo, su carácter, etc. Sin embargo, las dos pasarán a la historia como Primeras Damas de los Estados Unidos de América y eso, al igual que pasase con el resto de ‘First Ladies’, deja una huella que es difícil de borrar. Aunque en el caso de Melania Trump, esa huella será, como lo ha sido su estancia en la Casa Blanca, casi invisible y llena de polémicas hasta el último momento, asalto al Capitolio incluido.
https://www.instagram.com/p/CE-ICOgg6sM/
Una publicación compartida de First Lady Melania Trump (@flotus)
A pesar de haber cumplido con sus compromisos profesionales oficiales con una sonrisa (forzada, pero sonrisa) y haber sido un icono de estilo patrio (gracias a acertados looks que han dado la vuelta al mundo), la mujer de Donald Trump nunca logró liberarse (ni la liberaron) del peso de haber sido una joven modelo en sus años más ‘locos’ en Nueva York. Así pues, nada más poner un pie en la Casa Blanca, todas las portadas en bikini que había protagonizado, todos los posados subidos de tono… todo, absolutamente todo, fue aireado de nuevo por la prensa más sensacionalista.
Ahora, cosas de la vida, es Jill Biden, la sucesora de Mrs. Trump, la que ha ocupado buena parte de la agenda mediática estadounidense de los últimos días por un motivo parecido: lucir un bikini. No obstante, la historia que la propia Jill cuenta en sus memorias, ‘Where the Light Enters: Building a Family, Discovering Myself’ (un libro que ya era todo un éxito de ventas incluso antes de que contase con el aliciente de ‘escrito por la primera dama’), es una que deja claro que Jill Biden es una mujer de armas tomar.
De su puño y letra, Jill cuenta cómo en mitad de una reunión de su marido con sus asesores políticos, y no estando de acuerdo con el consejo que le estaban dando, decidió alzar su voz de manera muy poco convencional, aun no formando parte de la conversación. Todo ocurrió allá por 2004 cuando el equipo de su marido creía necesario y conveniente que Joe se presentase como candidato a la presidencia teniendo como oponente a George W. Bush. Una estrategia con la que no estaba de acuerdo Jill. ¿Cómo comunicárselo a su marido de manera que no interfiriese con la reunión que estaba manteniendo? Ella misma lo recuerda así:
“Estaba sentada en la piscina en bikini. No podía aguantar más. Decidí que necesitaba participar en dicha conversación. Conforme iba andando hacia la cocina, vi un rotulador. Escribí un ‘NO’ en mi estómago en letras muy grandes y me paseé por la biblioteca en bikini”. [Extracto de sus memorias].
¿Qué reacción tuvo dicho ‘bikini walk’? “Te puedo asegurar que llamé su atención. No puedo decir quiénes estaban sentados ahí con mi marido, pero sí puedo dejar claro que recibieron el mensaje”, declaró Jill en una entrevista concedida a la revista Vogue en julio de 2019.
Una anécdota que la prensa norteamericana ha convertido rápidamente en seña de identidad de la que promete ser una de las grandes primeras damas de la historia de los Estados Unidos de América. ¿Logrará superar a Michelle Obama, a quien todavía muchos no han conseguido olvidar?
Fuente: Leer Artículo Completo