Si en la presentación de la campaña de las generales de 2015 Begoña Gómez y Pedro Sánchez eran anunciados antes los militantes socialistas como si fueran Barack y Michelle Obama, en la campaña del 10N el presidente ha ido sin pareja a todos los mítines. Es evidente que las apariciones públicas de Gómez se han ido reduciendo en los últimos tiempos, sobre todo desde que el verano pasado su marido se convirtiera en presidente tras la moción de censura a Mariano Rajoy y ella aceptara el puesto como directora en el Africa Center del Instituto de Empresa.
Según fuentes cercanas al PSOE, la decisión es voluntad de Gómez porque “no necesita ninguna exposición mediática para desarrollar un perfil profesional propio, pues ya tenía una carrera brillante y la seguirá teniendo”. Según se desprende de esa declaración, parece que apartarse del foco ha sido decisión de la aludida, que es experta en marketing, aunque choca el cambio de estrategia cuando en 2015 personas que conocen a la pareja aseguraban en Vanity Fair que llegar a la Moncloa era para ellos “cosa de dos”. “Tanto Pedro como ella son conscientes de que Begoña es un factor que suma”, declaró en 2015 la mujer que los casó en 2006, la también socialista Trinidad Jiménez. Pero del mismo modo que Sánchez sí ha empleado la Moncloa para hacer entrevistas mientras era candidato en esta campaña no ha recurrido al tirón de su esposa para recabar votos.
¿Ha dejado de funcionar el "efecto Begoña"? ¿A qué obedece esa decisión? Para la pionera en etiqueta política, Mar Castro, el ‘efecto Begoña’ es real: "A Sánchez le favorece porque son una pareja linda, cuidan su aspecto, usan ropa de diseñadores españoles y además, contribuyen a transmitir esa imagen de pareja y de familia que tanto conviene a los candidatos". Ahora bien, para la responsable de NETetiqueta, el cambio en el rol de Gómez es un acierto: "Yo también critiqué su presencia en aquellos actos del PSOE, donde debían estar otras militantes, no ella. Siempre he pensado que lo que debe hacer, teniendo una carrera profesional brillante, es presumir de eso, no acompañar a su marido".
Que los Sánchez Gómez ya ocupen la Moncloa y que las encuestas den ganador al socialista pueden ser otros motivos por los que ella haya dado un paso atrás de cara al 10N: "Hasta que no salgan los resultados, no se puede decir nada, pero es posible que el cambio de estrategia también obedezca a que su participación en campaña ya no es tan importante", arguye Castro.
Fotos sí, nombre no
Desde las elecciones del 28 de abril, Gómez ha escogido muy bien las citas en las que dar la cara. Unas eran oficiales, otras relacionadas con su trabajo, aunque esta faceta la mantiene en un plano aún más discreto que el de su papel como pareja del presidente. Gómez no tiene redes sociales a su nombre, pero parte de su actividad se puede conocer siguiendo la actividad de sus compañeras de trabajo.
En la cuenta de la presidenta del IE Africa Center, Felicia Appenteng, apareció en París dos semanas después de salir a saludar al balcón de la sede socialista de la calle Ferraz donde su marido celebró el resultado de las elecciones del 28 de abril. Ambas mujeres participaron en el evento organizado por Afrobytes, una plataforma que pone en contacto empresas y explora tendencias tecnológicas en el continente africano. Como mayo es el día de África en el Instituto de Empresa, dos días después de la foto en París, Gómez aparecía en otra de un acto organizado por el IE en la sede que tiene el instituto en la madrileña calle María de Molina.
Nadie en su entorno laboral ni en la órbita de los colaboradores ha accedido a dar información sobre ella a Vanity Fair, pero no es cierto –como se ha dicho y repetido desde su entorno y en los medios– que mucha gente que la trata laboralmente no sepa que también es "primera –o segunda– dama": todos han declinado hacer declaraciones sobre ella, pero sí saben con quién está casada. Algo parecido le ocurre al editor de la revista Quartz en África, Yinka Adegoke, que compartió evento con el equipo del IE en París y que a preguntas de Vanity Fair responde: "No estoy seguro de si pasé tiempo con ella… Yo estuve con su colega", quedando claro que sabe perfectamente quién es Begoña Gómez.
Esa discreción en su entorno, seguramente solicitada, liga con la manera en que aparece en las redes sociales ajenas: posando para la foto, pero sin nombre ni apellidos. Choca, pues el resto de compañeros sí lo da, también porque Gómez tiene en IE un cargo directivo, puesto que incluye tareas de representación de su empresa, por lo que es más extraño ese exceso de reserva.
Partido no, Moncloa sí
Está claro que su exposición está muy pensada. También que alterna los viajes de trabajo con los de acompañamiento al presidente en funciones. En junio, por ejemplo, acudió al Foro de Desafíos Globales de Soluciones Africanas en Lagos (Nigeria) con algunas compañeras y días después bajaba del avión junto a Sánchez en el aeropuerto de Kansai, Osaka, para acudir a la Cumbre del G20. En agosto, de vacaciones en su trabajo, fue el mes que más se expuso junto al padre de sus hijas Ainhoa (14) y Carlota: Fue con Sánchez a visitar al rey Juan Carlos a la Clínica Quirón, donde fue operado del corazón, una semana después de aparecer en Biarritz para asistir a la Cumbre del G7. Lo que se negó a revelar ese mismo mes el matrimonio es dónde pasarían los pocos días de vacaciones que se tomó el presidente en el verano que pasará a la historia como el de la investidura imposible.
A la vuelta del estío, Gómez volvió a viajar a África para un encuentro de expertos en comunicación con Appenteng. Y al mes siguiente estuvo en una de las jornadas de corte más reivindicativo que ha celebrado el IE: la actuación, el 18 de octubre de la artista y poeta sudafricana Lebo Mashile, conocida por su potente discurso feminista, asunto por el que a Gómez también se la criticó duramente por asistir el pasado a la manifestación del 8 de marzo junto a compañeras de partido y de gobierno de su esposo.
"Me parece un comportamiento más acorde con los tiempos", expone Castro, aunque esa sensatez choca con la espectacularización de la política, que también pasa por exponer la vida privada del candidato. "Sí, pero esto no es EEUU y creo que presumir de una pareja independiente, con una carrera, es el tirón al que deberían recurrir los políticos españoles, más que llevar a sus mujeres de la mano a los actos de partido". Distinto es, dice, el caso donde ambos militan en la misma formación y comparten trabajo: "Pablo Iglesias e Irene Montero son ambos candidatos en Unidas Podemos: tiene sentido que aparezcan juntos".
En casa de los Sánchez Gómez parecen ser ahora de una opinión parecida, pues para este 10N, Gómez solo ha aparecido en esta campaña solo indirectamente y para desmentir a Pablo Motos, que en su programa El Hormiguero explicó que había enviado un mensaje a la mujer del presidente para pedirle que su marido accediera a una entrevista. Ella se limitó a decirle que ese no era el canal oficial. Como "primera dama" –ese papel como tal no existe en España, sino que corresponde a la reina-, su aparición más reciente acompañando a Sánchez fue la del Día de la Hispanidad. Donde no se la vio fue en la fiesta que su centro organizó para celebrar el "Espíritu IE" el 25 de octubre. Fue en Madrid bajo el lema "Todos nos volvemos azules”, en referencia al color corporativo de la entidad donde trabaja Begoña Gómez. Un color que también lo es del PP, principal competidor de su marido en una campaña a la que ella prefirió no presentarse.
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