Antonio Carmona toca todos los palos. Hablar con él no es solo entrar por la puerta más vistosa de la historia del flamenco, es hablar también de cine, de todos los estilos musicales, de fe, de grafiti y de películas. Y por supuesto, de Hollywood, pues se habla mucho de aquellas estrellas que llegaron a España en los años 50 y poco de lo que hacen cuando llega la noche las que visitan Madrid en el siglo XXI. Él habla claro y directo. Por eso, entre la sopa y los garbanzos del cocido que sirven en La Rayúa explica a Vanity Fair cómo conoció a Gwyneth Paltrow: "Fui a Casa Lucio a comerme unos huevos y me encontré con el chef Mario Batalli, que estaba allí con ella y me la presentó. Estaban rodando Spain… on the road Again, un programa de cocina que hizo para la tele de EEUU sobre gastronomía española. Escuché la banda sonora de la serie y me encanto: ¡Era de Willie Nelson". Y con esa sorpresa y su sonrisa, acabó metiéndole guitarras y palmas a esa cabecera que se escuchó en medio mundo. Pero no se quedó ahí la cosa: "Como le gusta tanto la comida española, le dijer que viniera a casa. Y allí mi madre le hizo un plato muy gitano: unos fideos con almejitas de chuparse los dedos".
Por esa misma capital donde conoció a la intéprete de Shakespeare in love y a otras tantas estrellas, Carmona ha enseñado sus rincones favoritos a bordo de un SUV Citroën C5 Aircross, modelo del que es embajador. La primera parada, Casa Patas, uno de sus sitios predilectos: "Aquí se monta una juerga en dos minutos", dice mientras el gerente del lugar, Francisco Abellán, asiente y sonríe pues sabe que no exagera. Esa taberna de la calle Cañizares, abierta en 1985, no solo es uno de los pocos sitios donde la juerga jonda más canalla se improvisa, también es un templo en el que han actuado y actúan todos los artistas que tienen algo que aportar en el flamenco. "Esa es la clave, divertirse, probar, pero conociendo la base. Porque en flamenco, como en todo, se puede hacer toda la fusión que quieras, pero tienes que saber de donde viene todo eso", dice exhibiendo una paciencia infinita al hablar de esa música con la que él ha crecido y respondiendo a las preguntas, a veces tópicas, otras inocentes sobre el flamenco y los gitanos.
Toda esas enseñanzaa se las ha transmitido a Marina y Lucía Fernanda, que también se están dedicando ya a la música. "Yo habría preferido que no, por eso las mandamos a estudiar al Liceo Francés y después, a EEUU, pero la vena es la vena", dice quien es hijo y nieto de una saga sin la que no se comprende el género jondo, Los Habichuela. En esa familia de artistas entró Mariola Orelllana –su pareja desde hace casi 30 años– con mal pie. "Casarme con mi mujer me costó que mis padres no me hablaran durante dos años", cuenta muerto de risa, pero se le nota que aquel tiempo no fue fácil, sobre todo por lo unido que está a su familia. "Mi padre más o menos lo entendía, pero mi madre es muy gitana y no quería que me casara con una paya. Y en casa de Mariola pasó lo mismo: tampoco les hacía gracia que se casara con un gitano y encima, flamenco".
De Prince a Paco de Lucía
Antonio Carmona tiene 54 años y hace dos, estuvo al borde de la muerte a causa de una operación odontológica que se complicó y lo llevó hasta el coma. "Lo vi todo de otra forma, y aunque siempre he tenido mucha fe, eso me devolvió a la vida con otra fuerza". Y así es, pues no parece que haga ya 40 años que empezó a actuaren Los Canasteros, el tablao que Manolo Caracol abrió en Madrid, ciudad a la que llegó Carmona con solo unos meses de vida. "Vinimos de Granada con mis padres. Compraron un piso en Campamento, pero luego pasamos dos años en Argentina porque allí se ganaba mejor y así podían pagar la nueva vivienda". Antonio cuenta todo eso desde el partque que hay delante de dicha vivienda, una zona verde junto a la Casa de Campo que lleva el nombre de su progenitor: Juan Habichuela, un guitarrista clave del que beben y aprenden todos los que hoy quieren hacer algo en el mundo de la sonanta flamenca.
"Falleció hace tres años, pero va conmigo", cuenta Antonio que en ese mismo parque se echó de amigo al primer grafitero de Madrid, Muelle, alguien con quien tenía más de una cosa en común. "Él me decía: ‘Antonio, eso que haces tú con la guitarra ni es flamenco ni es na, eso es muy raro’. Y yo le replicaba: ‘Anda que tú con los esprays’", cuenta riendo y confesando que aún se acerca hasta ese vergel a sentarse en un banco y hablar consu padre. "Piensa que yo no he heredado casas ni dinero, he heredado guitarras", dice mientras nos encamina hacia su siguiente rincón predilecto. Está cerca de Ópera, y es el taller del luthier Mariano Conde, por cuyas manos y las de su hijo, que se llama como él, han pasados los instrumentos que han llevado a sus conciertos grandes como Paco de Lucía. En cuanto entra por la puerta, Antonio se sienta y agarra una. Y se le nota que se quedaría ahí todo el día: "Aquí hay que venir sin prisa", dice despidiéndose pero queriendo quedarse.
Carmona es conocido por Ketama, el grupo formado por su hermano Juan Carmona "Camborio" en los años 80 con Ray Heredia y José Sordera, pero en los 90, cuando murió Ray, él tomó el relevo como cantante. "Yo no quería… ¡Eso era dar la cara y yo vivía muy bien de percusionista!", cuenta sobre una faceta en la que es un referente y un músico admirado pues hay más de 60 discos de flamenco que cuentan con su compás, uno muy cotizado, que él pone siempre con sus palmas y sus cajones. "El cajón lo trajo a España Rubem Dantas a través de Paco de Lucía y yo seguí esa escuela", dice modesto.
Gracias a su familia conoció a los Flores y por es amigo de Lolita y de Rosario. "Yo tenía debilidad por El Pescaílla, era un fenómeno, el más moderno de España. Siempre se hablaba de Lola, con razón, pero Antonio era fuera de serie. Yo entraba por la puerta de su casa y ya me quería enseñar cosas y yo empezaba en seguida a hacerle compás", recuerda emocionado. También le toca la fibra echar la memoria atrás para hablar de Antonio Flores: "La droga arrasó con muchos en esos años. Mira Antonio Vega, otro que se nos fue antes de tiempo", dice un hombre que conoce lo que es aguantar los reveses de la crítica.
"El apellido pesaba mucho, mi tío Pepe, mi padre, mi abuelo.. Aparecieron todos los flamencólogos a decir que lo que hacía Ketamano era flamenco. ¡Pues claro que no! Teníamos otras inquietudes, queríamos hacer otras cosas. Yo entiendo que lo que hago es una avanzadilla… Pero fueron durísimos. Hasta que la prensa internacional nos hizo reseñas y entonces todo el mundo empezó a decir que éramos muy buenos. Ahí cambió todo". Carmona tiene el honor de haber tocado para Prince. Fue en 1990 cuando el artista actuó por primera vez en España y el grupo que tiene con su hermano Juan y su primo Josemi Carmona le hicieron de teloneros. No cobraron casi nada, pero así fue como el "Purple Rain" del de Mineápolis se escuchó junto al archicoreado "No estamos locos" de los granadinos.
Dos años después fue el turno de Frank Sintatra. "Eso fue gracias a Tomatito, que fue su telonero y me llevó de percusionista a los conciertos de Barcelona y A Coruña. Pero no pude ni conocerlo, con la ilusión que me hacía", dice un hombre que tiene grabados algunos de sus trabajos en solitario con el mismo productor que ganó dos Oscar por las bandas sonoras de Brokeback Mountain o Babel: Gustavo Santalolla.
El recorrido por "su" Madrid acaba con un cocido en La Rayúa, propiedad de los padres de Fernando Verdasco, familia con la que ha emparentado Antonio a través de su sobrino Juan Carmona, casado con Sara Verdasco, hermana del tenista. La familia es dueña también de La Bola y del Café de Chinitas, tablao donde se estrenaron grandes del cante como Carmen Linares y donde a Antonio se le nota que tiene otra ristra de historias jugosas y flamencas por relatar. Y otras tantas en la Sala Caracol, negocio que montó con las hermanas de Esperanza Aguirre y su esposa, Mariola Orellana. "Eso fue un puntazo: inauguramos trayendo a mi tío Pepe Habichuela y a la Niña de la Puebla. Una semana después actuó Chavela Vargas… Esa mezcla de gente de alta sociedad con artistas y personas de todas las procedencias y estilos… Eso a alguna gente le choca, pero eso siempre ha sido muy flamenco", dice sonriendo un hombre que no deja hasta cuando habla va marcando el compás, conlos pies, las manos, también con las palabras.
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