Brianna tiene 16 años y ama la computación cuántica. Son muchos los que dudan de la existencia de semejante disciplina o la consideran abstracta y de dudosa utilidad. Esta canadiense se sitúa, sin embargo, en la acera opuesta de los incrédulos: para ella, es como la luz. Si, como el común de los mortales, no tienes opinión al respecto, queremos aclarar que la computación cuántica da lugar a nuevas puertas lógicas que hacen posibles nuevos algoritmos. Se opone a la computación clásica y se apoya en las propiedades (rarísimas y terriblemente antiintuitivas) de la materia cuando se la mira de muy, muy cerca.
Brianna dice que la ciencia llena toda su vida, y le cuesta entender por qué los adolescentes se entusiasman con Rosalía pero dejan de lado a Michio Kaku, un físico estadounidense especialista en la teoría de cuerdas. Ella es fan del astrofísico y divulgador televisivo Neil deGrasse Tyson. Los científicos fueron para ella los que alumbraron su primera adolescencia y la ayudaron a buscar respuestas. Porque todos los adolescentes se hacen preguntas, sí, pero las de Brianna se centraban en el origen del universo y de la luz. Hoy se siente afortunada de ser parte de una generación que pudo saciar en internet, sin límite, su sed de conocimiento.
¿Quién es?:
- Nació en Toronto, Canadá, y tiene 16 años.
- Empezó su formación científica a los 14 años, trabajando en el laboratorio Photonic Quantum Computing.
- Quiere utilizar la computación cuántica y la Inteligencia Artificial para resolver algunos de los más importantes problemas de la humanidad.
- Ha recibido varios premios, entre ellos el que otorga la organización Women in Tech, una de las más prestigiosas para mujeres científicas. Se está formando en la The Knowledge Society (Canadá).
Los dos últimos veranos (desde los 14 años) los ha pasado trabajando en una empresa de Inteligencia Artificial y en una start up de computación en Vancouver. Antes, se había apuntado a un programa para jóvenes científicos donde, para su asombro, lo que aprendió, sobre todo, fue filosofía. Esa es la educación de los científicos y emprendedores del futuro: vivir, pensar y leer a Platón y Sócrates. Así se aprende a ser empático y agradecido, a tener motivación, y, sobre todo, a convertir lo que te gusta en formas concretas de ayudar a la gente.
Su objetivo para el futuro, cuando cumpla 17, es tratar de hacer a la humanidad más inteligente. ¿Cómo? Utilizando la inteligencia de las máquinas o explorando la posibilidad de conectarlas al cerebro humano. Hacer posible energías más limpias, contribuir a la lucha contra el cáncer, encontrar respuestas sobre el origen del universo… Un proyecto de vida sin miedo a la ambición.
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