Carmen Sevilla y las últimas folclóricas: una estirpe en peligro de extinción

“Una alemana muy guapa, con pantalones vaqueros, en la plaza de Sevilla se enamoró de un torero”, así comenzaba la canción que en 1965 grabó Carmen Sevilla y que muy acertadamente llevaba por título Typical Spanish, recreándose a fondo en la cultura cañí. Porque si por algo se han caracterizado siempre nuestras folclóricas es de llevar con orgullo la palabra España por el mundo entero. O como decía Lola Flores, “me he dedicado a españolear”. Pero hace ya veintidós años que falleció La Faraona y es momento de preguntarse; ¿existe un relevo?

El flamenco, la copla y la rumba siguen teniendo nuevos exponentes, que han ido surgiendo en el nuevo milenio. Algunos con composiciones hechas a su medida y otros versionando canciones que Concha Piquer y Estrellita Castro convirtieron en clásicos, hace prácticamente un siglo. Pero la esencia de la folclórica, con su peineta, su bata de cola y sus ademanes, ya se encuentra en extinción. Lo que durante muchos años resultaba un tópico inamovible parece que va a perdurar tan sólo como emoticono de Whatsapp. Apenas queda nada de esa imagen de la folclórica temperamental con sus frases impostadas y que algunos periodistas llegaron a bautizar como “las miarma”, por el excesivo uso de esa muletilla andaluza.

LAS QUE SE HAN IDO

“Por eso España repite ya así, familia Philips, familia feliz”, entonaba Carmen a mediados de los sesenta a través de una campaña publicitaria en la que predicaba las múltiples ventajas de los electrodomésticos. Pocos años antes había prestado su imagen para Coca Cola y Lola Flores se apuntaba otro tanto anunciando pinturas Titanlux. Eran buenos tiempos para las folclóricas, siendo hoy impensable que algún representante de dicho género musical se convirtiese en imagen de alguna marca, siendo relevados por artistas del pop.

Marifé de Triana, Marujita Díaz, la rumbera Dolores Vargas “La Terremoto”, Paquita Rico y Nati Mistral, personifican las últimas despedidas de la canción española, con Carmen Sevilla como última superviviente de tal generación. Lo cierto es que el delicado e irreversible estado de salud de ésta última hace prever que el emblema de la clásica folclórica se acerca a su fin. El alzheimer que sufre desde hace unos años y que la mantiene ajena al mundo, ha hecho que no fuese consciente el pasado mes de julio de la muerte de su amiga Paquita Rico, con la que junto a Lola Flores protagonizó El balcón de la luna, cuando formaban un exitoso triunvirato y su amistad se prolongaba a través de reportajes en prensa, conciertos y actuaciones en televisión. Porque hay que recordar que a principios de los noventa consiguieron hacerse un hueco en la pequeña pantalla, demostrando su valía como presentadoras frente a una década que les había arrebatado el éxito musical de antaño.

LAS ÚLTIMAS PEINETAS

Isabel Pantoja sigue llevando la bata de cola, de la que hace gala durante uno de los actos de sus conciertos, dedicado a un repertorio más clásico. Hace 14 años que falleció su rival más destacada, una digna oponente con la que siempre había comparaciones: Rocío Jurado. Ambas habían conseguido que durante los años ochenta el género se mantuviese a flote, frente al novedoso e imbatible sonido del tecno pop. También es verdad que recurrieron a la canción melódica, bajo composiciones de Manuel Alejandro entre otros, que les permitían no tener un repertorio encorsetado que les hiciese encasillarse como a otras compañeras.

Durante la Expo 92 en Sevilla se estrenó el espectáculo Azabache, con un continuo éxito de público y anunciado por la prensa como “la unión de cuatro mitos de la canción española”. Tal rango excluía a María Vidal, la intérprete más joven de la función, siendo reservada la categoría de mito para Juanita Reina, Imperio Argentina, Rocío Jurado y Nati Mistral. A día de hoy el cuarteto ha fallecido al completo, tras la defunción de la enérgica Mistral hace apenas una semana. Todas ellas seguían a rajatabla aquella estrofa de “Carmen de España, ¡valiente! Carmen con bata de cola, pero cristiana y decente”, para resaltar virtudes y tópicos a partes iguales.

Junto a Carmen Sevilla, Gracia Montes es otra de las últimas supervivientes de la dinastía de las folclóricas, que actualmente cuenta 81 años y ha cosechado multitud de aplausos gracias a canciones como Maruja Limón o Soy una feria. Bajo el apodo de “la voz de cristal de bohemia”, por su singular timbre, siempre fue respaldada por Lola Flores y demás compañeras, y aunque hace años que se alejó de los escenarios, tiene en su haber más de una calle con su nombre.

Dolores Abril, viuda de Juanito Valderrama con el que hizo reír a su público a través de lo que titulaban “peleas en broma”, y Maruja Garrido, la musa rumbera de Dalí, que logró que éste presentase sus discos y compartiesen videoclip, viven hoy día apaciblemente retiradas.

Encarnita Polo siempre ha resultado algo más mediática y en el 2009 retornó a la actualidad al hacerse viral su canción Paco, Paco, Paco, insertada sobre un videoclip de Beyoncé. También está el caso de Rosa Morena, que encumbró a la folclórica a la categoría de sex symbol a través de sus atrevidos y sugerentes posados, y que tras una retirada intermitente en los años ochenta, ha vuelto a personarse en la pequeña pantalla como invitada de María Teresa Campos en Qué tiempo tan feliz.

Tanto Rosa como Carmen Sevilla tienen en común el haber sido enviadas para actuar ante las tropas militares, demostrando así que nada tienen que envidiar a la animación de Marilyn Monroe en la Guerra de Corea de 1954. Todas ellas son los últimos exponentes de una generación sin retorno. La folclórica de pro, llega a su fin. Porque como cantaba Juanita Reina en uno de sus pasodobles: “De las de peina y volantes, ¡que pocas vamos quedando!”.

Artículo publicado originalmente el 16 de octubre de 2017 y actualizado.

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