Charo López sigue siendo una de nuestras actrices más reconocidas y prestigiosas, tanto por sus trabajos en televisión como en cine y teatro. Una profesión en la que ha saboreado el éxito en series tan populares como ‘Fortunata y Jacinta’, ‘Los Pazos de Ulloa’, o ‘Los gozos y las sombras’, que traspasó fronteras, haciéndose un hueco importante en Hispanoamérica, pero muy especialmente en Argentina, donde la respetan y admiran. Ha interpretado 61 películas, 40 series y 17 obras de teatro, en las que ha tenido la oportunidad de trabajar con los directores más prestigiosos de nuestro país.
Cuánto tiempo sin vernos, Charo.
Sin fotografiarnos, sin quedar a tomar un vino… Tú sabes que llevo mal lo de las entrevistas, porque para aparecer en prensa hay que tener un poquito más de ambición, y yo no la tengo.
Ha terminado el rodaje de una nueva película.
Sí, con Juanma Bajo Ulloa, una película muy dura, emotiva, misteriosa, de mujeres, basada en la historia de una chica burguesa con adicciones, que protagoniza Rossi Day, una actriz inglesa buenísima. Una muy buena película porque Juanma no cuenta tonterías, ya que es un director muy serio, muy comprometido, a quien le entusiasma el mundo femenino.
Tan rico en emociones e historias.
Juanma lo sabe desde hace tiempo porque valora mucho la condición femenina. En esta película no hay diálogos, salvo dos frases en euskera que digo yo. Como banda sonora, hay suspiros, gritos, susurros…
Las adicciones es un tema comprometido.
Por eso me ha gustado tanto trabajar en ‘Baby’, porque además Bajo Ulloa no trabaja bajo el paraguas de ninguna plataforma que le promocione y ayude. Él va por libre, y eso merece un reconocimiento porque hoy son muy pocos los que se atreven a ir así, salvo él, Almodóvar, y unos pocos más, ya que es mucho lo que se juegan. Yo espero y deseo que tenga éxito.
¿Algún otro proyecto en ciernes?
Sí, una película comprometida, con guión de Sergio Villanueva, autor de una estupenda novela que acaba de publicar, titulada ‘El secreto de los nocturnos’.
Que a usted le viene como anillo al dedo…
Porque yo ya he ganado muchas batallas y perdido otras, pero si no me apeteciera este proyecto no lo haría, puedes estar segura.
¿Poder elegir es un lujo?
Puedo decir que ‘no’. Elegir, ojalá, porque yo estoy deseando hacer cosas y estoy deseando subirme al escenario para hacer un monólogo. Me han propuesto una comedia, ojalá salga.
¿Del estilo de ‘Tengamos el sexo en paz’?
Sí, porque esa obra conectaba con mi vida, y porque sabía que iba a pasar dos horas maravillosas, ya que lo primero que hacía al salir a escena, era decirle al público cómo me encontraba, cosas que tenía que improvisar tal como me había dicho el director. Una obra de José Carlos Plaza, en la que yo salía muy seductora.
¿Hablar de sexo en público no le incomodaba?
No, yo les avisaba de que iba a hablar de sexo, del punto G, que no sabía dónde estaba. Todo eso me servía para calentar motores y hablar de otros temas. Veinte años después, con lo vivido, me encantaría volver a conectar con el público como entonces.
La veo más en papeles dramáticos.
Quizá sea por lo que los directores siempre me han visto más para hacer dramas, pero cuando he hecho comedia, tanto en cine como en teatro, se me ha dado muy bien. Y ahora tengo hambre de comedia.
¿Se imagina lejos de los escenarios?
No, no sabría qué hacer. Yo siempre trato de pasármelo bien y para conseguirlo acudo al humor, que ha sido siempre mi tabla de salvación, lo que no me impide ser consciente de la brevedad de la vida.
¿Le da miedo la muerte?
Es natural en el ser humano no pensar en eso, aunque a una edad razonable, lo piensas y si estás trabajando, te sientes bien, por eso hay que seguir en la brecha.
¿Qué tiene el teatro para que grandes actrices lo prefieran al cine?
Yo no, a mí el teatro me entusiasma hacerlo y el cine verlo. Ninguno me da más que el otro: cuando he hecho una serie bonita, sufro porque no sé la acogida que pueda tener. El teatro es muy placentero porque sabes que hay un momento que remontas el vuelo, y enganchas con el público.
¿Y el cine?
Me entusiasmaría rodar en continuidad, cosa que es imposible, por eso es tan difícil de hacer, porque no sabes cómo va a evolucionar, ya que hoy puedes rodar la escena uno y al día siguiente la veinte.
Lo dice usted, que ha interpretado papeles muy potentes.
Porque he tenido la posibilidad, que no siempre se tiene, de hacer buenos papeles, tanto en cine como en teatro.
¿Qué debe tener un guión para que lo acepte?
Al principio veo de qué va, si me apetece hacerlo, así hasta que aparece el papel que voy a interpretar, lo leo hasta el final, y si me gusta, respiro hondo. Después, viene la llamada para confirmar que te ha gustado y aceptas.
¿La experiencia es un grado?
La experiencia es todo. Puedes estudiar, ir a academias, tener profesores particulares, pero a mí me parece que lo que te forma definitivamente es asistir a muchas funciones entre cajas para ver a los grandes de la escena. En mi caso, siento que el público me dirige durante la representación.
¿Desde el escenario ve sus reacciones?
Desde el primer momento sé cuando hay un silencio porque les está gustando, y cuando empiezan a removerse porque no les gusta tanto, todo eso lo ves a la velocidad del rayo. Es un combate en el que el público es tu pareja de baile.
De usted dijo Manuel Vicent: «Charo López era la luz al final del túnel del franquismo».
Esta frase pertenece a un inolvidable artículo titulado «Con Charo López se acabó el pecado», en el que Vicent hablaba de una generación que surge cuando la dictadura estaba dando sus últimos coletazos, y se enfrenta a la vida desde supuestos contrarios a los impuestos por el orden moral vigente en esa época.
¿Fue una etapa esperanzadora?
Sí, pero yo no tenía la impresión de formar parte de nada, por más que he tenido una vida muy rica en experiencias, trabajando mucho, yendo a la escuela de cine, pero sobre todo siendo libre, que entonces era algo impensable. Un sueño, y hasta hoy no he dejado de hacer la vida que he querido. Cuando oigo decir ahora que la violencia de género es violencia intrafamiliar, no puedo por menos que pensar ¡Dios mío! ¡Todavía andamos con eso, más de cuarenta años después!
¿Qué se está haciendo mal?
Me da vergüenza decir que en algunas cosas hemos retrocedido, porque yo todo esto lo tenía muy claro, y las mujeres de mi generación también. Cuando todas pensábamos que vivíamos en una zona de confort, pasan cosas horribles, por eso creo que estamos en un momento muy difícil.
¿Hay un claro repunte del machismo?
Nosotras hemos combatido el machismo que estaba inmerso en la sociedad y del que éramos conscientes, pero sólo ahora hemos empezado a combatirlo de una forma activa.
¿Le sorprende que algunos jóvenes se declaren machistas?
Los jóvenes, si no tienen trabajo ni perspectivas de futuro, y difícilmente pueden salir con su novia a cenar o alquilar un apartamento, el no tener oficio es lo que les lleva a consumir porno, porque lo tienen a mano; es un problema grave, del que todos somos culpables.
¿Le angustia que se puedan perder las libertades conquistadas?
Me preocupa mucho, porque ahora estoy oyendo que no van a ir a votar. Y yo pregunto: ¿cuesta tanto levantarse una mañana e ir a depositar tu papeleta? ¿Cómo no vamos a ir a votar? ¿Con lo que ha costado conseguir un país democrático?
¿Qué le duele más?
La falta de compromiso, que la gente se quede en casa y no acuda a votar.
¿Cómo vivió los míticos 80?
Mi verdadera movida en los 80 fue, por un lado, la entrada en la crisis de los cuarenta, que poco a poco iba suponiendo la invisibilidad de las mujeres, particularmente de las que pertenecíamos al mundo de la imagen. Por otro lado, para mí fue muy importante porque entré en una zona de confort que ha durado hasta ahora como consecuencia del éxito popular que tuve con “Los gozos y las sombras”. Ésa fue mi movida.
¿Cómo se ve ahora?
Hay que aceptar el cambio de edad, de ciclo, de imagen, porque hay que seguir adelante, por duro que sea, porque lo que yo quiero es trabajar.
¿La belleza cotiza al alza?
Por supuesto, y soy consciente de que yo empecé en esta profesión haciendo el papel de protagonista porque era guapa. Cosa por otra parte que sucede continuamente en el mundo del cine, aunque en mi descargo debo decir que antes de debutar en el cine, cuando estudiaba en Salamanca Filosofía y Letras interpreté ‘Final de partida’, y ‘Los inocentes de la Moncloa’, entre otras. Mi vocación de actriz la he tenido clara desde los 17 años.
¿Vive como quiere?
He perdido ansiedad por el trabajo, que está relacionada con la estabilidad, el éxito, el dinero, pero superadas esas etapas, el trabajo sigue estando ahí, como siempre en mi vida. Y a quienes dicen que la soledad es una opción, una maravilla, nada de nada. Lo maravilloso es vivir acompañada.
No tiene hijos.
Tuve un embarazo, pero no salió bien. Tener hijos me hubiera vuelto loca, porque los niños me entusiasman, me gusta achucharles, eso que ahora está casi prohibido tocarles.
¿Es muy familiar?
Somos cinco hermanos, y una familia extensa. A Salamanca voy siempre que puedo, pues aunque lo que quiero es ver a mi hermana y a mi hermano, tengo una deuda que saldar.
¿De qué índole?
Tengo un montón de amigas a las que no veo cuanto yo quisiera, aunque creo que no me lo tienen en cuenta porque saben que las quiero muchísimo.
¿A qué piensa dedicar su tiempo libre cuando no trabaje?
A tomarme la vida con más calma, a hacer cenas para los amigos, a mil cosas.
¿Echará de menos tanta actividad?
No lo sé, ahora empieza a tener mucha presencia en mí lo que decía Séneca: «la brevedad de la vida». Esto no lo he resuelto, nadie nos ha enseñado a admitir que la vida es corta, y eso me produce un poco de angustia.
Entrevista realizada en el Hotel Palace. Plaza de las Cortes, 7, Madrid.
Teléfono: 913 60 80 00
Mi foto favorita
«Aquí estoy en el Retiro, con mi mamá, mi lala, y mi tía Toto: es la foto de mi vida. Me gusta por la pasión con la que me miran»
¿Quién es ella?
Nació en Salamanca, el 28 de septiembre 1943. Su nombre es María del Rosario López Piñuelas.
Estudios. Al tiempo que estudiaba Filosofía y Letras en su ciudad natal, participaba en funciones de teatro universitario.
Trayectoria. Fue Gonzalo Suárez quien le ofrece su primer trabajo como actriz en ‘Ditirambo’, al tiempo que estudia en la escuela Oficial de Cine. El éxito le llega con la serie ‘Fortunata y Jacinta’, y ‘Los gozos y las sombras’, de Torrente Ballester. Posteriormente encadena trabajos en el cine: ‘La colmena’, ‘La vieja música’, ‘“Los paraísos perdidos’… Con ‘Secretos del corazón’, de Montxo Armendáriz, consiguió el Goya a la Mejor Actriz de Reparto. Con todas las obras de teatro ha triunfado y algunas, como con ‘Tengamos el sexo en paz’, han traspasado fronteras. Ha recibido La Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos, el Sant Jordi de Cine, varios TP de oro, La Medalla de oro de las Bellas Artes, entre otros premios.
Familia. Charo López se casó con el crítico, escritor y cineasta Jesús García de Dueñas y con el periodista Carlos Gabetta. Actualmente, vive sola.
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