Cuando comenzó el bachillerato en el I.E.S Universidade Laboral de Ourense no tenía claro su futuro. Sin embargo, al subirse a las tablas con el grupo de teatro de su instituto, supo que convertirse en actor sería su meta en la vida: “Interpretar es mi forma de expresarme y liberarme”. Tras rodar la ficción Serramoura (2014) en su Galicia natal, Chehu Salgado viajó a Madrid para dar un paso más en su carrera. Ahora, amedrenta a los habitantes de Distrito Sur como el delincuente Ramón Rojo en la ficción de La 1.
Eres todo un villano en Servir y proteger.
Es un lujo meterse en la piel de Rojo. Para mí este personaje es un salto de madurez en mi carrera, porque tiene muchísimo peso en la historia. No es un chavalín, sino un antagonista en toda regla.
Es malvado, pero con gracia.
Ha construido su escala de valores propia, pero luego también tiene sus debilidades. Siempre quise desatacar su lado chulo y juguetón, que es lo que engancha a los espectadores.
También es enamoradizo.
Cuando empieza a fijarse en Paty [Sandra Martín] y se da cuenta de que se ha enamorado, vemos su faceta más vulnerable, porque no sabe cómo gestionar ese sentimiento. Me costó asimilar esta parte de él.
¿Y evitar juzgarlo?
También fue difícil. Aunque nunca lo he analizado desde el punto moral, solo intentaba entender sus acciones y decisiones. Este papel tiene muchos matices. Es de los más complicados que he realizado.
¿Se parece a otro que hayas hecho a lo largo de tu carrera?
No, pero es uno de mis favoritos También me gusta mucho el personaje de Patxi, a quien doy vida en la serie Patria, que espero se emita muy pronto.
En ninguno de los dos vemos tu característico acento gallego.
Estoy sorprendido con mi capacidad de neutralizarlo (risas). Al principio, me daba miedo rodar producciones fuera de Galicia, porque no sabía si sería capaz de controlar mi entonación por completo. Eso sí, en cuanto vuelvo a casa, comienzo a hablar como siempre.
Esos regresos serán muy emocionantes para ti.
Bastante, porque extraño mi tierra y a mi gente. Aunque este año con tantos proyectos no lo cambio por nada. Es muy difícil, siendo actor, estar en una ficción tras otra. En mi caso, he empezado a ahorrar dinero desde que hice Fariña (2018) hasta la actualidad.
¿Te da miedo esa incertidumbre que existe en tu profesión?
Enormemente. Todavía no sé gestionar la inseguridad laboral de este oficio. Me da bastante vértigo la falta de trabajo, no termino de acostumbrarme a la sensación de vacío.
Y eso que empezaste en la actuación siendo muy joven.
Así es, he realizado muchas funciones de forma amateur, como Los pequeños burgueses, de Bertolt Brecht. Me gustaría subirme de nuevo a un escenario, ahora sí como profesional. Adoro el teatro.
También la música.
Me encanta. De hecho, esta cuarentena he aprovechado para aprender a tocar la armónica. Realicé un curso online y me va bien con este instrumento. Fuera del confinamiento también me gusta pasar los ratos libres con mis amigos o practicar algún deporte y, sobre todo, estudiar cómo organizar mi tiempo para poder hacer lo que me apetece.
Así que, eres bastante inquieto.
Si, y creo que algo aventurero. Siempre estoy buscando aficiones nuevas con las que poder desconectar y disfrutar. Necesito sentirme vivo y por eso me gustan las experiencias que me den esa energía y vitalidad.
¿Dónde crees que te llevarán esas ganas de explorar?
Espero que a seguir trabajando de lo mío y hacer papeles que me lleven al límite. Y también a escribir mis historias, porque me apetece sentirme el dueño de alguna producción que esté bien hecha.
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