Cómo Bowie convirtió una canción sobre alcohólicos en un himno a la esperanza

Iba a ser un tema instrumental, pero David Bowie (Londres, 1947-Nueva York, 2016) dio con la letra de la canción y hoy Berlín la reconoce como el himno de la ciudad en los años del Muro y la Guerra Fría. Cuando se publicó en 1977 no superó el número 24 en las listas de éxitos británicas. En las de EE.UU. ni apareció. Escondida en un álbum que es un banquete de pop díscolo y paisajes sonoros minimalistas, Bowie había entregado una canción tan épica como romántica que cuarenta años después de su lanzamiento las biblias musicales (New Musical Express, Mojo Magazine, Pitchfork o Uncut) consideran una de las mejores de la historia.

"Heroes" es el tercer tema del álbum homónimo, que forma junto con Low y Lodger la llamada trilogía de Berlín. Son tres discos vinculados a sus años en Berlín, cuando Bowie se mudó a la ciudad alemana entre 1976 y 1978 para desintoxicarse de su adicción a la cocaína y de su vida de rockstar y autodestrucción en Los Ángeles. Vivió en el 155 de Hauptstrasse y se trajo de compañero de piso a Iggy Pop. Las dos cosas, mudarse a una de las capitales europeas de la droga en la década de los 70 y convivir con un convencido politoxicómano como Iggy Pop, parecían una contradicción pero Bowie logró su objetivo en su retiro berlinés. Iba a comenzar uno de los periodos más creativos y prolíficos de su carrera.

Cuando se preparaba para meterse en el estudio para grabar "Heroes" en el verano de 1977, acababa de publicar Low y había dirigido el lanzamiento de la carrera en solitario de Iggy Pop con The Idiot y Lust For Life. En lugar de promocionar su propio álbum, esa primavera se había enrolado como teclista en la gira de The Idiot Tour, un papel secundario como sideman que pocas figuras se atreven a desempeñar. En Berlín no tuvo alter egos. Ni Ziggy Stardust ni Aladdin Sane ni Duques Blancos. David Bowie fue David Bowie, un artista trabajando en su obra más experimental.

La cocaína no desapareció pero fue sustituida progresivamente por el alcohol. Por las noches rondaba clubes nocturnos de drag queens cuyo interior –quería creer– no había cambiado nada desde los años veinte. Una de las razones por las que Bowie aterrizó en Berlín fue su admiración al escritor Christopher Isherwood y sus historias de cabarets decadentes de la República de Weimar previas al desembarco nazi en Alemania. De hecho su casa en Schöneberg, el histórico barrio gay de Berlín, estaba muy cerca de la vivienda en la que se alojó Isherwood en los años 30. Ambos se conocieron en un encuentro entre bastidores tras un concierto de Bowie en Los Ángeles en 1976. Hablaron de Berlín. Para Bowie fue un gran aliciente. "Joven Bowie –le advirtió el escritor–, la gente suele olvidar que soy un gran escritor de ficción ".

En uno de esos clubes, el cabaret Chez Romy Haag, Bowie se enamoró perdidamente del travesti que lo regentaba. En otro, Eierschale Jazz Club, Tony Visconti, productor de "Heroes", se enamoró de la cantante de jazz Antonia Maass, que tendrá un rol clave en la historia de la canción.

Legs McNeil, periodista fundador de la revista Punk!, le preguntó a Angela Bowie por los años en Berlín de su marido por aquel entonces:

–Creo que llamarlo decadente es demasiado suave –respondió la ex de Bowie–. Llamarlo un pedazo de mierda paranoico inducido por la cocaína se acerca más a la realidad. Malgastaron el tiempo y el dinero [David Bowie e Iggy Pop]. Se pasaron todo el tiempo discutiendo sobre quién se iba a tirar a la drag queen más guapa.

David Bowie grabó en los Hansa Studios, muy cerca de Potsdamer Platz en Köthener Strasse 38, a un paso del Muro. Conocía Berlín Oriental, había cruzado el Checkpoint Charlie desde el sector británico con su mercedes negro y llegó a fotografiarse con pose provocativa y un abrigo de piel de oficial de la Gestapo nazi frente al Memorial de las Víctimas del Fascismo en el bulevar Unter den Linden.

El Meistersaal o sala principal para los músicos de los Hansa Studio era un antiguo salón de baile que durante el Tercer Reich acogía las fiestas de la nomenclatura nazi. En los setenta lo ocupó Bowie y luego llegarían otros invitados: Depeche Mode, Nick Cave, Nina Hagen, REM o U2. A diferencia de los estudios modernos de grabación, estaba separado por un largo pasillo de la sala de control, que hoy ocupa un bar que se puede alquilar para eventos privados. Las vistas también han cambiado mucho. Un edificio de nueva planta anula el horizonte, el que Bowie veía cuando dijo a sus músicos que le dejaran solo y se sentó a buscar las musas para escribir la letra de "Heroes". Al fondo, a unos cien metros, una torre con una garita para los guardias fronterizos vigilaba el Muro. Los soldados observaban con prismáticos lo que ocurría en el estudio y sabían que los enemigos capitalistas de Occidente grababan ahí "música imperialista decadente".

Mientras Bowie miraba por el amplio ventanal vio como una pareja se besaba muy cerca de la serpiente de hormigón.

I can remember
Standing, by the wall
And the guns, shot above our heads
And we kissed, as though nothing could fall
And the shame, was on the other side
Oh, we can beat them, forever and ever
Then we could be “Heroes” , just for one day

Pasaron unos años hasta que Bowie reveló quienes eran esos amantes. Con Bowie centrado en la letra en la sala de control, Tony Visconti, que en ese momento todavía estaba casado con Mary Hopkin, bajó por las escaleras del estudio y salió a la calle. Antonia Maass, que también grababa con su banda de jazz en los Hansa Studios y que colaboró en los coros de “Heroes”, fue al encuentro de Visconti. Bowie vio el beso, encendió un cigarrillo y cerró la canción.

“Heroes” es un álbum muy poco convencional. Como Low, alterna una primera parte de pop deconstruido con otra de composiciones experimentales ingeniadas con Brian Eno como Moss Garden que podrían ambientar la segunda parte de Blade Runner. Se escucha hasta un koto, un instrumento de cuerda japonés. En ese momento Brian Eno trabajaba en su álbum Ambient 1: Music for Airports, un título más descriptivo que literario, un anticipo periodístico de su contenido.

La épica en "Heroes", una canción que dura seis minutos, alcanza cotas homéricas a partir del minuto 3′ 17" (escuchen, escuchen): en ese instante la voz de Bowie suena desgarrada gracias a los efectos logrados por el coproductor Tony Visconti, que colocó ante Bowie tres micrófonos ubicados a diferente distancia entre sí en el Meistersaal, el último a quince metros del cantante. Para capturar toda la amplitud de su registro vocal, Visconti los conectó conforme el tono de Bowie evolucionaba del susurro al grito. Robert Fripp, guitarrista de King Crimson, voló desde Nueva York a Berlín y pasó dos días en los Hansa Studios para grabar el riff de guitarra. Brian Eno acompañó con sus sintetizadores y el propio Bowie lo hizo con el chamberlin, teclado primitivo previo al mellotron y los sampler electrónicos.

Diez años después, en 1987, Bowie volvió a Berlín y visitó los viejos estudios de grabación en Köthener Strasse. Saludó al ingeniero de sonido Eduard Meyer, con el que trabajó en sus álbumes berlineses, y se dirigió al Reichstag. Allí, a un paso del Muro y muy cerca del lugar donde la compuso, interpretó "Heroes" ante 70.000 berlineses en un concierto que pudo escucharse en Berlín Oriental. "Enviamos nuestros mejores deseos a nuestros amigos que están al otro lado del Muro", dijo Bowie antes de cantar con los altavoces orientados al este. Esa noche la Stasi arrestó a numerosos jóvenes de la RDA que se arremolinaron en la frontera y se escucharon gritos de Mauer weg! [¡abajo con el Muro!].

Por ese concierto y por su experiencia berlinesa la cancillería alemana despidió a Bowie como a un héroe: "Ahora estás entre los héroes. Gracias por contribuir a derribar el Muro ". El alcalde de Berlín reconoció "Heroes" como himno de la ciudad dividida en los años del Muro.

"Heroes" se ha convertido en un himno catedralicio que lo mismo oficia en los homenajes a las víctimas del 11-S en Nueva York que en un tributo a Freddie Mercury; en conciertos de masas benéficos que en campañas políticas de partidos conservadores o en anuncios y series de televisión. Pese a esta apropiación por parte del optimismo cultural, es la historia de unos alcohólicos, como recuerda Tony Visconti. David Bowie canta una triste historia de amor durante la Guerra Fría que puede durar, como mucho, un día más.

El título aparece con unas comillas irónicas que sugieren –lo explicó el propio Bowie poco después de su publicación– que el único acto heroico de verdad consiste en disfrutar del simple placer de estar vivo un día más. El 8 de enero de 2016, Bowie cumplió 69 años y publicó su último álbum de estudio, Blackstar. Dos días después moría de cáncer en su casa de Nueva York.

Artículo publicado en Vanity Fair el 10 de enero de 2017 y actualizado el 9 de noviembre de 2019.

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