Día Internacional de la eliminación de la Violencia contra la Mujer: Las agresiones no solo son físicas y no son las únicas que causan daño

No se trata solo de un empujón, o de una bofetada. No son solo las heridas sobre la piel, la violencia de género, la que se ejerce sobre las mujeres solo por el hecho de ser mujeres, es más que números y va más allá de los golpes. Cuando se habla de violencia machista se tiende a pensar en la física, la sexual o la psicológica. Pero existen algunas, igual de terribles y dañinas, que pasan casi desapercibidas, como la violencia económica, la patrimonial o la social.

Ni las cifras oficiales de los 106 países que las recogen ni las globales computan el total de estas violencia. La mayoría de ellas están presentes en las cifras oficiales por maltrato físico, pero muy pocas lo hacen por agresiones psicológicas y menos por la violencia económica y social, que son mucho más silenciosas.

A pesar de los progresos realizados, la mujer sigue siendo, y con demasiada frecuencia, víctima de situaciones de violencia. Hay muchas formas de violencia, algunas más explícitas y fácilmente reconocibles, ya que dejan marcas evidentes en el cuerpo, y luego hay otras mucho más sutiles, que no son visibles para un observador externo, pero que dejan heridas indelebles y pueden de destruir a la persona internamente.

Con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra hoy 25 de noviembre, los expertos de Mundopsicologos.com han decidido abordar este problema tan importante y urgente tanto para las mujeres como para toda la sociedad.

Origen e historia – causas sociales y culturales

La violencia contra las mujeres tiene orígenes antiguos e involucra a la mayoría de las culturas del mundo, donde el hombre representa la fuerza, el mando y la razón. Cómplices los sistemas sociales y las religiones, las mujeres representan subordinación, mera ejecución y la capacidad de adaptación. El problema es complejo: estos sistemas de valores están tan profundamente enraizados en las ideologías y en los individuos, que las propias mujeres terminan apoyando y justificando comportamientos que habría que condenar a priori.

La denuncia, la escucha y la formación de las nuevas generaciones son herramientas fundamentales para modificar de manera clara esta situación de desigualdad y sumisión de las mujeres.

La investigación más difundida es la violencia psicológica

La confirmación de la ansiedad femenina a este respecto proviene de los datos internos del portal Mundopsicologos.com, que revelan que gran parte de las búsquedas realizadas tienen como objetivo encontrar información sobre la violencia psicológica. Un hecho inquietante. Aún más si se acompaña a los datos del Sistema de seguimiento integral en los casos de Violencia de Género del Gobierno de España: durante el último año 570.387 mujeres han sufrido alguna forma de violencia física o sexual en España.

El problema de la violencia psicológica es muy delicado y complejo de identificar y demostrar, y por esta razón las mujeres cuestionan las señales que les permiten ser reconocidas: en muchos casos necesitan confirmación de que denunciar y dejar de aceptar es legítimo, y no solo está en su poder, si no que eso es lo mejor que pueden hacer, porque no están solas y no deben temer ni avergonzarse de declararse víctimas de violencia.

Cómo reconocer la violencia de género

Es muy importante reconocer algunos comportamientos típicos de la violencia de género. Identificar, contener e informar. En el origen hay relaciones de dependencia, construidas sobre vínculos tóxicos dentro de una dinámica de pareja disfuncional que se manifiesta en actitudes patológicas, como la tendencia a la devaluación continua, la actitud pasivo-agresiva, la victimización, los celos patológicos y otras modalidades de manipulación: todas las características típicas de la personalidad narcisista que de hecho se ajusta perfectamente a la de la víctima frágil-empática. Este es un problema que involucra a mujeres y hombres de todas las edades, educación y clase social. Así es como se manifiesta:

1. Violencia justificada por la simple pertenencia al género femenino

2. Lenguaje sexista

3. Desigualdad entre hombres y mujeres

4. Violencia que comienza en la mayoría de los casos de tipo psicológico

5. Ofensas, amenazas y humillaciones

6. Ataques físicos

7. Agresiones sexuales

8. Control constante y obsesivo

9. Generación de sentimiento de culpa en la víctima

10. Aislamiento social

Qué hacer si eres víctima de violencia de género

El primer paso es la denuncia además del alejamiento de la persona de quien se sufre violencia. Paralelamente o más tarde, es muy probable que se necesite apoyo psicológico para poder superar las consecuencias de este tipo de violencia. Si hay niños, deberían considerarse unas víctimas más de la violencia de género, y es bueno pensar que ellos también pueden necesitar emprender un proceso psicoterapéutico para superar el trauma de la agresión. El agresor no está excluido de un proceso de rehabilitación psicológica: además de aprobar un juicio legal debe seguir un camino de psicoterapia.

Cuando nos damos cuenta de que somos víctimas de violencia psicológica, para salir de ella debemos emprender un camino largo y difícil de conciencia y amor hacia una misma. En todo esto, es fundamental reconocer que necesitamos apoyo psicoterapéutico, entendido en este caso como un acto de coraje y conciencia, emprendiendo un camino de autoestima que permite enfocarse en las necesidades y deseos de una misma, también reflexionando sobre los resultados y éxitos logrados hasta ahora y percibiendo su propio valor.

Cuando una persona que amamos es víctima de violencia de género

Las personas que son víctimas de violencia de género deben ser escuchadas en silencio, sin emitir juicios para evitar poner en peligro un proceso de aceptación y liberación que, lamentablemente, con frecuencia lleva mucho tiempo. El apoyo incondicional es lo que necesita una mujer víctima de violencia, incluso si aún no está lista para reconocerse como tal.

Cariño, apoyo y coraje para denunciar y apartarse lo antes posible de una situación destructiva, reconociendo que no tiene sentido esperar una mejora y un cambio que nunca llegará: la toma de conciencia es el punto de partida de la liberación.

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