Este no es un proyecto más para Ana de Armas, la actriz cubano-española que está conquistando Hollywood con la calidad y la calidez de sus personajes. Aunque terminará el año con dos películas que cambiarán absolutamente su estatus en el cine global («Blonde», en la que interpreta a Marilyn Monroe, y «Sin tiempo para morir», la última de la saga James Bond), el proyecto que más le ha tocado el corazón es «Sergio», la nueva película que Netflix estrena el próximo 17 de abril. La historia recoge la trágica muerte de Sergio Vieira de Mello, el diplomático brasileño y finalmente Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que murió trágicamente en un atentado terrorista en 2003, en Irak. En la película, Ana de Armas interpreta a Carolina Larriera, su colega y compañera sentimental, quien tras la muerte de Sergio tuvo que iniciar una larga lucha con la ONU para que reconociera su condición de víctima y de viuda. Una demanda que, paradójicamente, no fue escuchada en una institución que se dedica precisamente a sensibilizar sobre derechos.
La película parte del documental homónimo dirigido en 2009 por Greg Barker, quien también dirige ahora este ‘spin-off’ fílmico. El protagonista, Sergio, está interpretado por Wagner Moura, el actor que dio vida a Carlos Escobar en «Narcos», perfecto para dar la medida del carisma y la humanidad que poseía el llorado diplomático brasileño, quien llegó a sonar para suceder a Kofi Annan como secretario general de Naciones Unidas, tras lograr escelentes resultados en algunas de las misiones diplomáticas más complicadas de la agencia, especialmente las de Camboya y Timor Oriental. Su trabajo era tremendamente complicado: lidiar con presidenes, revolucionarios y criminales de guerra para proteger en lo posible a los civiles, a la gente normal. Sus esfuerzos lograron la repatriación de 400.000 refugiados camboyanos en los años 90 y negoció denodadamente para detener la masacre en Bosnia.
En la cinta vemos cómo Sergio decide aceptar una última misión para Naciones Unidas, justo cuando estaba a punto de dejar su complicado trabajo atrás para iniciar una vida sencilla junto a Carolina Larriera (el personaje de Ana de Armas), economisa y también funcionaria de Naciones Unidas, a la que conoció en la misión en Timor Oriental. Ambos parten de nuevo como equipo profesional y sentimental hacia Bagdad, una ciudad sumida en el caos tras la invasión de Estados Unidos.La tragedia sucede en forma de bomba del ISIS, que atrapa en los escombros del cuartel de la ONU tanto a Sergio como a Carolina. Solo ella sale viva.
En la vida real, Carolina Larriera continúa hoy con su carrera profesional como economista vinculada al desarollo de los derechos humanos, pero tanto el documental como la película que ahora protagoniza Ana de Armas permiten recordar no solo el trágico final que tuvo su historia de amor, increíble por el contexto de violencia y sufrimiento en el ambos se desenvolvían, y también por la lucha que ella misma tuvo que iniciar desde el minuto cero. A pesar de que vivían juntos y su relación era sobradamente conocida y reconocida, no le permitieron acompañar al cuerpo de Sergio durante la repatriación a Brasil ni que llegara a tiempo a su velatorio.
Para Naciones Unidas, al no existir constatación legal de su unión, la relación era inexistente. A los efectos de la burocracia y de la consideración institucional, no estaban oficialmente casados. Ese fue el pretexto para que sus reclamaciones fueran ignoradas hasta hoy y su declaración al respecto del atentado, borrada de los documentos oficiales. La crueldad de ONU fue tal, que hasta sus pertenencias personales fueron entregadas sin su consentimiento a terceras personas. Larriera decidió recurrir a los tribunales para buscar reparación en 2007, y durante diez años ha tenido que litigar hasta que, en 2018, confirmaron finalente que era la legítima esposa de Sergio Vieira de Mello, con todo el derecho al acompañamiento, reparación e información que le fue negado.
«Este reconocimiento es crucial porque, para quienes sufren un ataque terrorista, en aquel momento de vulnerabilidad extrema, cuando se huye de los destrozos de la violencia y del horror, negar la existencia de la víctima, impidiéndole dar salida al propio luto, es el equivalente a aplastarla una segunda vez. El dictamen fue para mí una la reivindicación de mi relación con Sergio, pero aún hoy cientos de sobrevivientes de terrorismo continúan luchando para que se les reconozcan los mismos derechos. Hay que admitir que todo sobreviviente es igual, sin importar su orientación sexual o estado civil.», escribió Carolina Larriera en «The Clinic», cuando los tribunales dieron cobertura legal a su relación. Ahora, gracias a Ana de Armas y a Netflix, su historia de amor será conocida y reconocida en todo el mundo. Y, quién sabe, quizá reciba por fin las disculpas y las explicaciones de quien se las debe desde hace ya demasiado tiempo.
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