El 10 de octubre de 1995, la banda No Doubt, liderada por Gwen Stefani, lanzaba al mercado su tercer álbum de estudio: ‘Tragic Kindom’. Por aquel entonces, la carrera de la vocalista transitaba por esa delgada línea que separa el éxito del fracaso más estrepitoso. La moneda cayó de su lado. O, si se quiere un ejemplo aún más visual, podemos recurrir a esa imagen del comienzo de ‘Match Point’, de Woody Allen, cuando la pelota pega en la cinta y deja un suspense que, en el caso de la artista, termina con la bola dándole un tanto que anotarse.
Pero, ¿qué pasó? ¿Cuál fue el origen de ese disco? A mitad de los 90, su hermano Eric había dejado plantado al grupo en medio de la grabación de un álbum. El bajista, Tony Kanal, con el que además mantenía una relación sentimental, la dejó. Y en medio de ese despecho y de ese torbellino de sentimientos, se vio obligada a coger las riendas de No Doubt y a escribir las letras de las canciones que, hasta ese momento, tan solo se había ocupado de dar voz.
Y le contó al mundo cómo se sentía. El dolor que le causaba esa soledad después de que, de manera diferente, dos de las figuras masculinas que habían marcado sus comienzos en el mundo de la música, la dejaran en la estacada. Con el paso de las semanas, su primer ‘single’, ‘Just A Girl’, empezó a ganar fuerza en las listas de éxitos. Y la premonición de Jimmy Iovine, directivo de Interscope, que cuando la descubrió, sentenció: «Esta chica va a ser una estrella dentro de cinco años». El cálculo le salió redondo.
Aquel enfado con el mundo le valió a Stefani para colarse entre las grandes voces de la música de la época. Al la de Alanis Morrisette, Courtney Love o Kathleen Hanna. Una generación de mujeres que cantaban su indignación con tal fuerza, que calaba hasta los huesos. Un movimiento suavizado cuando las Spice Girls y sus coreografías imitadas en todo el mundo, irrumpieron en escena.
Un amor… también truncado
Pero el éxito a nivel musical no fue lo único que le reportó a Gwen este disco, ya que durante la gira de presentación del mismo, también encontro el amor. Se reconcilió con las relaciones sentimentales después del batacazo que se había dado al terminar con Tony. ¿Quién fue él? Gavin Rossdale, líder de Bush y uno de los ídolos del movimiento ‘grunge’. Se casaron en 2002 y tuvieron tres hijos.
Aunque, como en toda buena carrera de obstáculos (porque la suya ha tenido más de uno), aquella historia idílica tuvo altibajos. Dos principalmente: el hecho de que Gavin tuviera una hija secreta de una relación anterior y no se lo hubiera contado, y la confesión de Courntey Love, en 2010, de que había mantenido un ‘affaire’ con él cuando ponían los cimientos de su relación.
Tras este último capítulo, el matrimonio emitió un contundente comunicado para reafirmar la relación. Sin embargo, esa solidez de la que alardeaban, se hizo añicos. En 2015, anunciaban al mundo que lo suyo se había terminado. Para siempre. Stefani llegó a hacer unas desgarradoras declaraciones a ‘Harper’s Bazaar’: «Mis sueños se hicieron añicos. Todo lo que quería toda mi vida era tener bebés, casarme, como lo hicieron mis padres». La custodia por los hijos, también fue un asunto complejo…
Si Gwen salió a flote y fue capaz de mantener su estilo y su carrera, se lo debe, en parte, al hombre con el que comparte su vida desde 2015, poco después de dar carpetazo a su matrimonio con Rossdale: Blake Shelton. De hecho, él fue su soporte durante ese proceso de divorcio que no fue capaz de doblegarla. El mismo tras el que salió fortalecida, permitiendo que este 2020 celebre por todo lo alto que hace 25 años que sacó fuerzas de flaqueza y que es capaz de rescatarlas cuando las cosas se le ponen feas. En lo personal, y en lo profesional.
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