Hablamos con la sumiller Meritxell Falgueras, nieta del político barcelonés que paseaba en descapotable con un león

En la boda entre viñedos de la Toscana de Lorenzo Zonin y Meritxell Falgueras se sirvieron nada menos que 50 vinos distintos. No podía ser de otra manera siendo el novio parte de una de las sagas bodegueras más importantes de Italia y ella una sumiller con una familia barcelonesa que está a punto de cumplir 125 años comercializando los mejores vinos. Se casaron en 2012, dos años después de conocerse en la feria Alimentaria. “Cuando lo conocí no me lo podía creer, ¡siempre había soñado con un amor toscano llamado Lorenzo de ojos azules que se dedicara al vino!”, me cuenta en su coqueto dúplex barcelonés decorado en tonos blancos, mientras sus dos rubios hijos, Vita y Leo (4 y 2 años), meriendan a nuestro lado. Lorenzo le está pelando una pera al pequeñín.

Nos vemos porque acaba de publicar #ConvinoContodo, un libro didáctico sobre el mundo del vino donde se cruzan consejos, información básica, ideas e incluso tests para interactuar con el lector. “Quería que fuera muy siglo XXI, con infografías, fotografías… que resultara ameno y atractivo tanto para conocedores como para amateurs”, explica la experta enóloga que ha elegido Vanity Fair para la primera entrevista promocional de un texto que le prologa el chef José Andrés. Para anteriores publicaciones contó con la complicidad de Andrés Iniesta, Joan Manuel Serrat o Santi Millán.

En la portada aparece con un smoking-vestido rojo intenso minifaldero, copa en mano, sandalias de estilo nudist y cabellera al viento. “Es mi versión del look que lleva el personaje de Carrie en el libro que escribe en Sex and the city, mi serie preferida, un vestido muy corto negro; de hecho mi cuenta de instagram es @winesandthecity”,me explica risueña, y añade: “Hace 10 años no hubiera podido hacer una portada así”. Intuyo por dónde va. En los últimos dos años Meritxell Falgueras se ha convertido en toda una defensora de la mujer en el sector del vino, harta de sufrir experiencias que rozaban la humillación.

Machismo en el mundo del vino

“Elmundo del vino es muy machista, aunque recientemente todo ha ido a mejor, tal vez por los movimientos de mujeres globales, hay algo más de sentido del humor y se acepta más la presencia femenina”, explica a dos días de la celebración del Día de la Mujer, aunque cree que el #MeToo del vino todavía es un camino a explorar.

Guapa, espontánea y simpática, proyecta una imagen un punto frívola que le ha llevado a aguantar desde comentarios fuera de lugar, en persona o por redes (“con el silencio de la mayoría del sector”), hasta que, en algunos congresos, le tocaran en la puerta del hotel de noche algunos colegas sumilleres “para hacer una bromita que a ti no te hace nada de gracia”. Además, “como empecé muy joven, era la rubita payasa del vino, y me costaba que me compraran, hacer negocios en serio. Eso siguió así durante años y al final tienes que luchar por mantener alta la autoestima”.

Porque desde los 13 años Meritxell ya ayudaba a su padre, Toni Falgueras a vender vino en el Celler de Gelida, una vinoteca de gran prestigio ubicada en el barrio de Sants, que en su momento elaboraba las cartas de El Bulli, y que este año celebra su 125 aniversario. Se formó como enóloga, estudió Humanidades, perfeccionó estudios en la London Wine & Spirits School, aprendió cinco idiomas y decidió que quería comunicar y hablar sobre vinos. Lo hace desde hace años en medios de comunicación, ferias, libros y también en su cuenta de Instagram, algo que le ha costado defender, “porque se veía vacío cuando detrás de cada vídeo que cuelgo hay un guion y mucha información”, dice.

Criticada por escribir sobre las bebidas sin alcohol

Al quedarse embarazada de su hija comprobó que hacía falta en el mercado un manual con ideas y consejos para disfrutar bebiendo cuando no puedes tomar alcohol. A esto se sumó los problemas de alcoholismo de un amigo cocinero, y escribió Qué beber cuando no bebes, con el que ganó el Best Book in the World de la 23º edición de los premios Gourmand World Cookbook. En mayo (si el coronavirus lo permite) se irá con el ICEX a dar conferencias a Kuala Lumpur sobre bebidas sin alcohol. “Este libro también fue muy criticado porque me decían que alguien con familia vinícola como yo no debería hacer esto, pero yo he seguido adelante con mi manera de pensar”.

Si en aquella portada aparecía risueña y dulce, ahora en su nuevo trabajo luce mucho más sexy. “A los 38 años me siento mucho más segura de mí misma y me da igual lo que opinen”, me dice mientras trata de convencer a la pequeña Vita (que tiene mucha personalidad)para que participe en la foto familiar.

Lorenzo Zonin, el guapo bodeguero del Véneto

Meritxell cruza las piernas, coqueta, subida en el mármol de la cocina. No oculta que es presumida, que le gusta gustar, aunque todavía no se cree que aquel Lorenzo con el que soñaba de adolescente sea hoy su marido. Aunque es su primo Francesco quien sale en las listas de los hombres más sexies, él debería estar ahí también.“Mis amigas alucinaban cuando les enseñaba su foto nada más conocerlo”.Lorenzo Zonin es primo de Domenico Zonin, actual director de la bodega privada más grande de Italia, situada en el Véneto aunque con tierras y ramificaciones en Toscana, Chile, Estados Unidos… Él es la séptima generación, y se ocupa de atraer sumilleres a la bodega y de promocionar por el mundo caldos que han estado incluso en la mesa de Obama. El más famoso es el Prosecco, un espumoso divertido y moderno.

Habla seis idiomas, viaja mucho, “aunque ahora espero que pueda pasar un tiempo aquí, con los niños, para que yo pueda hacer la promoción del libro”, me dice la sumiller mientras me muestra imágenes de su boda en la Toscana, vestida de Rosa Clará, con los Freixenet y los Torres entre los invitados, además de nombres ilustres del Véneto, como la princesa Natalia Strozzi (apellido enemigo de los Medici y descendiente de la Gioconda).

Un abuelo boxeador que paseaba un león

La pareja vive a caballo entre Italia y Barcelona, aunque con los niños tan pequeños, ahora están más en la que fuera casa de soltera de Meritxell, al lado de la bodega donde creció. Y de su madre, una catalana refinada con estudios en la Sorbona y políglota, implicada también en el negocio familiar. Su padre -abuelo de Meritxell-, Vicenç Ferrer, fue una leyenda del boxeo, teniente de alcalde de Barcelona, que se paseaba por Barcelona en descapotable con un león.

En la Toscana Lorenzo tiene su propia bodega, Podere San Cristoforo, y allí Meritxell ejerce de mujer de bodeguero, uno de los oficios que dice es de los más cansados del mundo. “Me encanta que mi mujer tenga su propio proyecto de vida, y que trabaje en el sector del vino como yo porque compartimos experiencias, contactos, ideas…”, dice Lorenzo. El bodeguero echa un poco de menos a sus padres, está muy preocupado por la incidencia del coronavirus en el Véneto, y se reconoce muy niñero. Educado en el amor a la familia, le ha dedicado un vino a su esposa (Ameri) y otro a la pequeña Vita (Divita), que ha heredado sus ojos azules y sugusto por la ropa.

Si Meritxell es guapa y divertida, él es elegante y reservado. A ella le gusta la ciudad, a él las viñas. Ella es dispersa, él es ordenado. Él es cariñoso y ella es de pocos abrazos. Pero se llevan de maravilla. “Me enamoré de ella en un momento especial de mi vida, vi en ella todo lo que quería de una mujer”. Meritxell da los detalles: “Fue en una boda en París, nos quedamos aislados tres días por la nieve y mientras él se desesperaba yo me lo tomaba con tanta tranquilidad y positivismo que creo que pensó, esta chicame conviene”, ríe.

¿Sola y borracha?

Antes de irme y de que empiecen a bañar a los niños, me señala las frases de mujeres sobre el vino que abren el libro. “Solo bebo champagne en dos ocasiones: cuando estoy enamorada y cuando no lo estoy”, Chanel dixit. “Me encanta estar entre mujeres bodegueras, puedes estar hablando de zapatos y al momento cambiar y ponerte a hacer números sin ningún problema”, dice con sus grandes ojos bien abiertos. Tal vez por ello es una de las impulsoras de la plataforma Mujeres del vino, que se reúne para realizar múltiples actividades y cada vez toma más cuerpo.

Una última pregunta. ¿Qué opina una defensora a ultranza de la mujer y del vino del lema de la campaña ‘Sola y borracha quiero llegar a casa’? “Pues mira, yo estoy muy a favor de que las mujeres lleguen a casa como quieran llegar pero llevo años explicando que se debe beber con moderación, saboreando a gusto vinos de buena calidad. No hay que beber mucho, sino beber bien. Y esto no ayuda mucho, la verdad”.

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