"¿Yo he condecorado al comisario Villarejo? Si lo he hecho, no me acuerdo"
Son las 20.30 de la tarde y el ministro de Interior en funciones Jorge Fernández Díaz nos recibe apurado. “Disculpen, disculpen…”, masculla mientras a sus pies corretea su perrita Lola, que le acompañará toda la entrevista y reaccionará entre bostezos y sobresaltos al a veces distendido y otras tenso discurso de su dueño. Hace más de una hora que nos ha citado pero la agenda se ha impuesto: Mariano Rajoy acaba de aceptar el ofrecimiento del rey Felipe VI para tratar de formar Gobierno. El ministro mira su móvil y se ríe. “Es el presidente… Lo he felicitado y me ha contestado…”. Y vuelve a reír. “Bueno, disculpen, entre esto y que me ha llamado la ministra británica Theresa May… ¿Saben cuál ha sido su última pregunta? ‘Querido Jorge: ¿cuándo vais a tener Gobierno?’ ¡Si es que España es muy importante, ahora con el Brexit y tantas cosas!
Situamos dos grabadoras al lado de Fernández Díaz. “Esto de las grabadoras… Aquí mismo se sentó el director de la Oficina Antifraude”. El ministro se refiere a Daniel de Alfonso, destituido de su cargo después de que en plena campaña electoral estallara la polémica más grave que ha vivido este Ministerio al filtrarse una conversación entre De Alfonso y el titular de Interior en la que hablaban, aparentemente, de buscar casos de corrupción dentro de Esquerra Republicana de Catalunya o Convergència, y utilizar a la Fiscalía para investigarlos y a los periodistas para filtrar informaciones que comprometieran a sus adversarios políticos. “Nosotros estamos investigando cosas de Esquerra, pero son muy débiles. Esa es la verdad, ministro… ”, se le escucha decir, entre otras cosas, a De Alfonso.
—Ahora no nos estarán grabando, ¿no, ministro?
—¡Ustedes a mí sí! Yo ya… Es que ya la psicosis…
—¿Quién le grabó?
—¿Por ahí vamos a empezar? No hombre, no…
Sobre la mesa baja de su despacho donde recibe a las visitas reposa una información que Fernández Díaz quiere resaltar ante la escalada de atentados terroristas en Europa que mantiene a España desde hace un año en un nivel de “riesgo elevado”. Según sus informaciones, desde el 11-M se han producido 163 operaciones y más de 633 detenciones.
—¿Cuántos atentados ha evitado su Ministerio?
—De aquellos que ya estuvieran en un nivel de desarrollo para ejecutarlo, pues algunos, algunos. Hasta el año 2012, los procesos de radicalización se producían en un 80 por ciento en las prisiones y en los centros de culto. Hoy se realizan a través de Internet. La amenaza a la que estamos expuestos es la de los lobos solitarios, pero no puedes poner un policía detrás de cada ciudadano.
—¿Vamos a tener que prescindir de alguna libertad para poder sentirnos seguros?
—Sin seguridad no hay libertad, pero si te escoras hacia la seguridad puedes poner en riesgo el ejercicio de las libertades fundamentales. Recortar derechos para garantizar derechos, no es aceptable. Este es el gran debate en Europa ahora mismo.
Hay en los ojos del ministro un parpadeo nervioso y un gesto inconsciente de atusar su corbata verde que moldea como si fuera un tobogán. Fernández Díaz, 66 años, ingeniero industrial, inspector de Trabajo y Seguridad Social, cerrará en breve uno de los ciclos políticos más importantes de su vida, el que inició tras años en el partido como reconocido diputado en el Parlamento catalán y presidente del PP en Cataluña (“Cuando me despedí del Parlament en el Parlament no se aplaudía. Pero yo salí a la tribuna y fui aclamado por toda la cámara”) , y saltó a Madrid primero como secretario de Estado para las Administraciones Públicas, después secretario de Estado de Educación, de Relaciones con las Cortes y por último, vicepresidente del Congreso de los Diputados. Hasta 2011, cuando asumió la cartera de Interior. Una etapa que él, puntilloso y obsesivo como es con los números y las fechas, cuenta casi como un preso que cumple condena: “Hoy llevo cuatro años, siete meses y ocho días”.
Para muchos, el ministro del Interior es el artífice de la “Ley Mordaza” (“¡Que me pongan un ejemplo de que esa ley restringe libertades!”) o el político cuyas fuertes convicciones católicas han teñido de exotismo algunas de sus decisiones políticas, como cuando otorgó la más alta condecoración del Cuerpo Nacional de Policía a la Virgen Nuestra Señora María Santísima del Amor.
Un ministro a quien diversos sindicatos policiales han pedido su dimisión por “una gestión marcada por la prepotencia y la falta de respeto a la democracia”, y al que han acusado de poner en riesgo operaciones policiales. En julio de 2013 adelantó en una entrevista una operación contra Juan María Mujika que estuvo a punto de ser cancelada. Meses antes, había desvelado que la policía había estado a un paso de detener a una importante dirigente de ETA, Izaskun Lesaka, que consiguió huir. Pero la filtración más importante tuvo lugar en enero de 2014 cuando Interior difundió una nota de prensa sobre una operación contra los abogados de ETA antes de que tuviera lugar. “Eso ha pasado una vez —se defiende—. El director de Comunicación cometió un error humano. La Fiscalía de la Audiencia Nacional abrió diligencias y las cerró. No hagamos de la anécdota categoría”.
—En este mismo despacho atendió a Rodrigo Rato, investigado por delitos fiscales, blanqueo de capitales y corrupción entre particulares. ¿Cree que se equivocó?
—Hombre, a toro pasado todos saben hacer la lidia. A mí Rodrigo Rato me pide verme, me dice que es un tema que le afecta personalmente, se va a ir de vacaciones, y tiene que ver con algunas amenazas que estaba recibiendo. Le atendí y por eso comparecí en el Congreso, porque el PSOE presentó una denuncia que la Fiscalía General del Estado archivó. ¡Si llego a saber que por recibirlo iban a montar ese follón!
—Otros ciudadanos, que también reciben amenazas, no tienen acceso directo a usted.
—Si un señor que ha sido vicepresidente del Gobierno, director ejecutivo del FMI y ministro de Hacienda pide verme, tengo que recibirle. Que mi director de gabinete lo hubiera atendido hubiera sido una falta de respeto. Debe haber proporcionalidad entre quien pide verte y quien recibe.
—Dijo usted que debe haber tolerancia cero contra la corrupción. Su partido acaba de ser procesado por “destruir a conciencia” los ordenadores de Bárcenas, las pruebas que podrían ayudar a luchar contra esas posibles corruptelas.
—Se ha reformado el Código Penal y esa conducta está tipificada como delito porque lo hemos introducido nosotros. Dicho eso, el partido se ha pronunciado con mucha claridad al respecto.
—Un empresario reconoce haber financiado de manera ilegal al PP. ¿Les ha pasado factura la corrupción en las negociaciones para formar Gobierno?
—Por supuesto que nos ha pasado factura. A estas alturas, ¿alguien duda de que los españoles no saben los casos de corrupción que ha padecido el PP? Lo sabían el 20 de diciembre y lo sabían el 26 de junio. Yo no digo que los votos limpien la corrupción, pero hemos obtenido 8 millones de votos y al segundo partido le hemos sacado 52 diputados. Así que nos han castigado, pero también han visto que la hemos combatido y que hemos gestionado una crisis tremenda y hecho frente al desafío de Cataluña.
–¿La desconexión catalana es fracaso de este Gobierno?
—¿Pero de qué estamos hablando? El que ha fracasado es Artur Mas. Llega al Govern de la Generalitat en diciembre de 2010 con 62 diputados y cinco años después resulta que la CUP, un partido antisistema, le echa de la Generalitat. CIU no existe, se ha cargado Unió y se ha cargado su partido que no tiene ni nombre.
—¿Cómo es su relación con Jordi Pujol hoy?
—Esa es una de las cosas humanamente dolorosas. Yo tenía muy buena relación con Jordi Pujol y con su hijo Oriol. Recuerdo perfectamente un día de 1983, paseando, en que Pujol padre me dijo: “Fernández, nos conocemos desde hace muchos años, ¿por qué no nos llamamos de tú”. Le dije que encantado. Eso viniendo de Pujol que es un hombre muy formal… Lo que ha sucedido es muy doloroso porque ya no tengo ninguna relación. Y puedo decir que estuve cenando con Artur Mas y su mujer la víspera de formar Gobierno, en 2010. Y con Xavier Trias y la suya. Se han quebrado unas relaciones personales que eran muy afectivas.
Las relaciones parecen más que quebradas. Sobre todo desde que se conociera el contenido de las citadas conversaciones secretas entre el ministro y el exjefe de la Oficina Antifraude, donde hablaban, entre otras cosas, sobre una supuesta cuenta en Suiza del exalcalde de Barcelona, Xavier Trias. “Yo tengo el número de cuenta corriente de Suiza, saldo y en qué fecha la cierra y envía el dinero para Andorra”, decía el ministro, que parecía dudar entre filtrar la información o no. “Yo de momento lo dejaría estar porque es un estocazo tan grande que no puede usarse solo para que haga daño”, respondía De Alfonso. Dos semanas antes de la consulta independentista del 9-N, El Mundo publicó la noticia sobre la cuenta de Trias en el extranjero, una información que la Fiscalía Anticorrupción nunca avaló.
–Señor ministro, ¿quién le ha grabado y lo ha filtrado?
—Que me graben hace 20 meses y lo saquen en plena campaña, está claro lo que pretende. Pero es que no es sacarte una grabación: es sacarte hoy una grabación, mañana otra… Preparadas y editadas, por tanto manipuladas. Por ejemplo, se destacó mucho que yo dije: “Esto la Fiscalía te lo afina” [en referencia a que la Fiscalía prepare una causa contra el consejero de presidencia y portavoz de la Generalitat, Francesc Homs, por dos nombramientos presuntamente irregulares]. Eso, cualquiera que lo oiga se dará cuenta de que estaba manipulado. Yo decía: “En fin”, no “te lo afina”.
—¿Cómo sería la frase?
—Yo no he querido escuchar las grabaciones, oiga.
—Bueno, pero…
—No, no, no. A ver si nos entendemos. Lo pongo como un ejemplo, pero hay más manipulaciones. Y voy a decir una cosa: yo me reúno con un magistrado que tiene como misión luchar en el sector público catalán contra el fraude y lo lógico es que se hable de casos de corrupción que afectan a políticos catalanes.
—Se discuten los términos en los que hablan. De la conversación parece desprenderse que están buscando información negativa de sus rivales políticos, utilizando a la Fiscalía para que emprenda investigaciones y filtrándoselo a la prensa antes de que se conozca la verdad o no de las informaciones.
—No, no, perdón, es que ya se ha pronunciado la Fiscalía del Tribunal Supremo, ¿eh? Cuidado. Es que a mí ERC y En Comú Podem me han denunciado [por prevaricación, revelación de secretos y tráfico de influencias] ante la Fiscalía y el Síndic de Greuges [el defensor del pueblo catalán] ha enviado un informe. Y la Fiscalía ha dicho que no hay indicio que yo haya cometido ningún delito. ¿Está claro? Por tanto, quien se tenía que pronunciar, que es la Justicia, se ha pronunciado.
—Ministro, no es solo la frase de “La Fiscalía te lo afina”. Hay muchas otras y nos gustaría que hiciera una valoración.
—No, no, no. No estoy dispuesto a hablar de unas grabaciones ilegales, así de claro. Es que yo no acepto la mayor, con todos los respetos. Analizar una conversación privada no es decente.
—El fiscal del caso Nóos, Pedro Horrach, ha dicho en una entrevista en Vanity Fair que usted debería estar cesado y encausado por el contenido de esas conversaciones.
—Sí, sí, sé lo que ha dicho. Muy bien, me parece muy bien, me quedo con lo que ha dicho la Fiscalía, así de claro. Yo voy a tener hacia él el respeto que él no ha tenido hacia mí. Y me callo la opinión que me pueden merecer algunas de sus actuaciones. ¡Y punto! A partir de ahí el fiscal Horrach puede cantar misa.
La filtración de las grabaciones en el despacho del ministro no solo habría puesto al descubierto una posible conspiración contra políticos independentistas catalanes, sino también los nombres de un grupo de agentes, presuntamente al servicio de Interior, que investigarían fuera de los cauces reglamentarios la fortuna de los Pujol, las cuentas de Xavier Trias o Artur Mas en el extranjero… y distribuiría entre la prensa informes policiales poco rigurosos y anónimos, para ser convertidos en noticia. La oposición lleva años preguntando por esta llamada “policía patriótica” y lo que se ha denominado la “Operación Cataluña”, cuyo objetivo sería luchar contra el movimiento de secesión. Entre los policías que presuntamente han participado en este grupo figuraría el comisario José Manuel Villarejo, implicado en los casos del pequeño Nicolás, la doctora Elisa Pinto y Javier López Madrid o el ático de Ignacio González. Un hombre que se ha definido como agente encubierto para el Gobierno además de tener sustanciosos negocios privados.
El comisario Villarejo ha declarado ante el juez que trabajó en una especie de policía patriótica.
—¿Eso ha dicho él? No, perdonen, eso no lo ha dicho él.
—No le puso nombre, pero explicó ante el juez del caso Nicolás, Arturo Zamarriego, que él se encargaba, entre otras cosas, “de investigar delitos de la familia Pujol, dentro de una unidad de inteligencia en la policía”, sin ningún control judicial.
—No digamos cosas que no se han dicho. Eso no lo ha dicho.
—Ministro, ¿existe entonces la policía patriótica?
—¡Qué, qué, qué, qué policía patriótica! Miren, al comisario Villarejo, que se jubila el 4 de agosto, yo lo he visto dos veces y he hablado con él dos minutos. El 15 de diciembre del año 2010 ascendió a comisario y ha sido inspector jefe y comisario con 11 ministros del Interior. Y lo que no estoy dispuesto es a que se diga que ha aparecido con el PP y con el ministro Fernández Díaz.
—Pero, ¿quién es, qué trabajo hace, a quién reporta?
—Bueno, no, que yo no tengo interés en hablar de él, así de claro. Oye perdonadme, es que si no, se termina esto, ¿eh? Vamos a ver, es que ascendió a comisario siendo ministro del Interior el señor Rubalcaba. Estaba adjunto a la Dirección Adjunta Operativa, en ese puesto me lo encontré y en ese puesto sigue. Y el 4 de agosto se jubila. Punto.
—Usted le condecoró… [le concedió la Medalla al Mérito Policial con Distintivo Rojo].
—¡Yo no le he condecorado jamás! Él tiene muchas condecoraciones. Si pasamos revista a su hoja de servicios veremos, en fin, cada Ministerio y cada director general de la Policía que le ha condecorado. ¿Quién ha dicho que yo he condecorado al señor Villarejo? Yo no le he condecorado nunca.
—Lo único que le hemos preguntado…
—Sí hombre, sí, oye sé muy bien lo que se me ha preguntado. Digo, ¿yo he condecorado a Villarejo? Porque en todo caso si lo he hecho no me he enterado, así de claro. ¿He condecorado al comisario Villarejo? [pregunta a su director de Comunicación, presente en la entrevista, que se lo confirma] Yo he condecorado a multitud de policías. Me pasa la propuesta la DGP y yo firmo la resolución. No tengo la necesidad ni el deber de conocer a los 67.000 policías que existen.
—¿Y tampoco existe la Operación Cataluña?
—Claro que no hay Operación Cataluña. ¿Qué es la Operación Cataluña, a ver? ¿Qué es? No, no, no, es que perdonen, yo no puedo demostrar que no existe lo que no existe. Ni existe la policía patriótica ni la Operación Cataluña.
—El comisario Villarejo admitió ante el juez que estaban trabajando intensamente en Cataluña para frenar el proceso independentista.
—Bueno, pues se lo preguntan a él. No tengo ni idea ni me interesa ni es mi problema. ¿Está claro? Vale ya, vale ya. Una cosa es preguntar y otra es hacer un interrogatorio judicial, así que cuidadito.
—¿Concluimos? ¿Si pudiera cambiar algo de su gestión en estos cuatro años y ocho meses, qué sería?
—Haber confiado en algunas personas en las que quizás no tenía que haber confiado. Y después soy consciente de que he cometido errores, por supuesto. Tengo uno muy claro, pero no quiero airearlo, no es nada ilegal, pero es un error…
—¿Cuál ha sido su momento más duro al frente del Ministerio?
—Cuando tuve conocimiento de la muerte de 15 inmigrantes subsaharianos en el perímetro del Tarajal en Ceuta al intentar entrar a nado desde la zona marroquí a la española. Este Ministerio puede darte muchas satisfacciones y muchas insatisfacciones. Felipe González habló en una ocasión de que el Estado se defiende también desde las cloacas del Estado. Estoy convencido de que lo dijo, no porque las cloacas estuvieran al margen de la legalidad, sino porque estaban de manera discreta. Se tiene que actuar siempre desde la legalidad, pero la transparencia en ocasiones está reñida con la eficacia. No es fácil no caer en la transgresión del límite de la legalidad, que siempre tiene que preservarse.
Tiene 66 años, ¿se plantea jubilarse? Se habla del Vaticano como un destino.
—Aspiro a jubilarme como todo el mundo, pero ni me he postulado ni me postulo ni para presidente del Congreso ni embajador ante la Santa Sede ni ante el Congo. ¿Que algunos pueden pensar que me gusta? En fin…
—Es usted supernumerario del Opus Dei. Ha dicho usted que encontró a Dios en un viaje a Las Vegas.
—Sí, pero vamos, que no pasó nada raro. En Las Vegas tuve una experiencia personal muy intensa que hizo que mi vida empezara a cambiar. Yo vivía como si Dios no existiera en mi vida, y ahí empecé un camino… Si hablamos de conversiones hay dos modelos: el que trata San Agustín en las Confesiones, y el paulino, la conversión instantánea. Yo sería más agustiniano porque el mío fue un proceso… Las Confesiones es divertidísimo, las cosas que cuenta cuando era un golfo. ¡Y es San Agustín! Es muy esperanzador. Me he sentido muy identificado con él. Las Vegas fue un punto de inflexión en mi vida.
—Las Vegas no es precisamente Lourdes.
—Les recuerdo lo que dijo San Pablo en una de sus epístolas: “Donde sobreabundó el pecado, sobreabundó la gracia”. Y yo digo: “Donde sobreabundó el pecado a nivel geográfico y personal, es decir, en Las Vegas y en mí, sobreabundó la gracia”.
_Esta entrevista se publicó en el número 97 de Vanity Fair. Recuerde que el nuevo número de Vanity Fair está disponible también en versión digital para todo tipo de dispositivos. Infórmese aquí. _
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