“Como europea, entiendo que no es realista esperar una fidelidad total del matrimonio”. Lo dijo en Kirk and Anne, el libro que el matrimonio formado por Kirk Douglas y Anne Buydensescribieron a cuatro manos en 2016. Buydens, que ha enviudado a los 103 años tras más de 65 de unión con el intérprete de Espartaco, compartía en esas páginas detalles de su vida privada y también algunas de las cartas que se enviaban cuando él estaba fuera de casa por alguno de sus rodajes.
En esas páginas se percibe una confianza a prueba de bombas. Y una complicidad que no está exenta de algunos roces, fruto de dos personas que se trataron como iguales.
Al contrario que su marido, que nació en una familia muy humilde, Buydens nació en Alemania en el seno de una familia negocios que se mudó a Suiza, donde ella credió y estudió, para después exiliarse en París cuando el nazismo tomó Europa. Fue en la capital francesa donde conoció a quien sería su marido, que hacía unos años se había separado de Diana Dill, su primera esposa y madre de sus dos hijos mayores.
Anne llegó al rodaje de Acto de amor, donde iba a hacer de intérprete, sobre todo entre el elenco y los periodistas. Allí fue donde él intentó seducirla por primera vez mostrando sus habilidades para reservar en el último minuto en uno de los restaurantes más exclusivos de la rive gauche parisina: la Tour d’Argent. Pero ella prefirió quedarse en casa comiendo huevos revueltos.
En aquel rodaje participaba también Brigitte Bardot, pero Kirk ya no tuvo ojos más que para esa mujer a la que quiso contratar él mismo para que le ayudara con la prensa. También a eso se negó ella, que le recomendó a un par de conocidos que podían hacer ese trabajo perfectamente. “Era la mujer más difícil que había conocido nunca”, escribió él sobre ella en ese libro. Un año después se casaban.
“Quería conocer sus romances por él, no por cotilleos de la prensa”, contó Buydens, madre de Peter y Eric, los dos hijos menores de Kirk en una entrevista a America Today quitándole importancia a la fama de mujeriego de su pareja po la vía del consentimiento y el conocimiento. Sobre lo nunca se pronunció fue sobre el episodio más oscuro de Douglas, acaecido dos años antes de que se conocieran: la acusación de violación que hizo contra el actor Natalie Wood, que contaba entonces 16 años y que según contó la actriz le costó años de depresiones y terapias al no creerla nadie siendo Kirk una de las estrellas más poderosas de Hollywood.
Gestora y consejera
Anne fue mucho más que una pareja y una madre, pues casi desde el inicio de su matrimonio se encargó de llevar la finanzas de un hombre un tanto manirroto y mal negociador con sus cachés. Además de un filántropo empedernido que destinaba millones a distintas causas, una de ellas el Alzaheimer. De esa manera, ella que estaba acostumbrada al mundo de los negocios por tradición familiar, se encargó de aumentar su fortuna y de invertirla: por eso tenían ambos una importante colección de arte.
Anne le hizo la vida más fácil a Kirk, sin duda. También con sus hijos mayores, pues como contó su primera esposa, Diana Dill, sin Anne la relación entre ella, sus hijos y Kirk habría sido más complicada. Se nota en esas cartas que compartieron en Anne and Kirk que es ella quien hace de sostén: “Cuando Eric sea más mayor me lo quiero llevar a los rodajes”, le escribe el actor a su esposa desde el set de la película El díscipulo del diablo. “Os echo tanto de menos a ti y a los niños que a veces me duele”, confiesa él y ella le responde calmándolo y cubriéndolo de mimos, mientras le explica que ha leído el guion de Espartaco y le parece maravilloso. Un año después rodaba esa película en la que Douglas se puso a las órdenes de Stanley Kubrick ampliando su registro y su leyenda.
Juntos vivieron en 2004 la muerte del pequeño de sus hijos, Eric, por una sobredosis. También en eso permanecieron unidos. Kirk Douglas era más que consciente del peso que tenía Anne en su éxito vital y profesional. Se percibe en ese libro escrito a cuatro manos, en el que el hombre que la ha dejado sola después de más 65 años de relación se refería así a ella: “Cuando eres una estrella, te llevas todo el mérito. Pero mi mujer merece más de la mitad del mío.”
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