Sanna Marin ha pasado en apenas seis meses de ocupar el Ministerio de Transporte y Comunicaciones a convertirse en la primera ministra de Finlandia, la mujer más joven en ocupar el puesto en el país escandinavo y la mandataria más joven a nivel mundial, por delante del primer ministro ucraniano, que tiene 35 años. Marin llega al cargo tras la dimisión de Antti Rinne.
Vicepresidenta del Partido Socialdemócrata finlandés (SDP), Marin formará parte de un gobierno de coalición que rompe moldes: las líderes de los otros cuatro partidos que componen la coalición de gobierno son también mujeres, y tres de ellas, menores de 35 años.
Marin forma parte del ala más progresista de su partido, se declara feminista y es una firme defensora del sistema de bienestar finlandés y la educación pública. En más de una ocasión ha reconocido que gracias a la calidad del sistema educativo su país ha podido llegar adonde está, pues proviene de una familia con escasos recursos.
Marin es hija de madre soltera y fue criada por dos mujeres, su madre y su pareja, antes de que en su país estuviera reconocido el matrimonio homosexual. Un hecho que le ha marcado, siendo una firme defensora de los derechos de las minorías. Marin es madre de una hija de un año.
«Nunca he pensado en mi edad o género. Pienso en las razones por las que entré en política y en aquellas cosas por las cuales me he ganado la confianza del electorado. Soy de una familia homoparental y eso sin duda me ha condicionado para que la igualdad, la paridad y los derechos humanos sean muy importantes para mí», ha dicho tras ser nombrada para el cargo.
Su carrera dio un salto cualitativo hace siete años cuando entró a formar parte del equipo de gobierno del ayuntamiento de la ciudad de Tampere, situada al sur del país. Solo tres años después consiguió un escaño en el parlamento nacional y en 2017 se convirtió en vicepresidenta de su partido.
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