El expresidente del Gobierno, José María Aznar, y la exalcaldesa de Madrid, Ana Botella, han disfrutado ya de uno de los privilegios de la fase tres de desescalada en Marbella: la playa. Ambos han sido fotografiados juntos, por primera vez desde el inicio del confinamiento, volviendo de una visita a las playas cercanas a su urbanización predilecta en la última década: Guadalmina Baja, en primera línea de una de las zonas más deseadas de la Costa del Sol. Los dos iban completamente veraniegos: Botella con un caftán blanco, y Aznar en toalla y camiseta, con la mascarilla al cuello, tras haberse refrescado en las aguas de la Costa del Sol. El primer día de cuasi normalidad en la vida del matrimonio desde que 2020 se partió en dos por el coronavirus.
El matrimonio lleva allí desde el día 12 de marzo, a donde se desplazaron adelantando sus habituales vacaciones de Semana Santa antes de que se decretase el estado de alarma. Y allí permanecieron en estricta cuarentena las primeras semanas. Como tantos españoles, sufrieron de lejos las consecuencias de la pandemia: Aznar perdió a su madre, Elvira López Panadero, el 26 de marzo, sin poder acudir a su entierro en Madrid. También fallecieron Juan Cotino, director de la Policía con el primer Gobierno de Aznar, y Bernardino Lombao, el responsable de la transformación física del expresidente.
El confinamiento no ha detenido la actividad política de la pareja. Aznar ha seguido con su trayectoria de ideólogo y conferenciante, tanto de la mano de su think tank, la FAES, como invitando a Isabel Díaz Ayuso a su Aula de Liderazgo en la Universidad Francisco Vitoria. A la que defendió públicamente de los ataques del Gobierno en una videoconferencia, en una situación muy distinta a finales de enero, cuando celebró en persona el mismo foro con su último sucesor como secretario general del Partido Popular, Pablo Casado. Ana Botella, por su parte, participó en un encuentro virtual como exalcaldesa junto al actual alcalde de Madrid, José Luis Almeida organizado por empresarios iberoamericanos.
El paso del confinamiento en Marbella no se ha desviado mucho de sus actividades habituales: desde hace años, el matrimonio se desplaza a Marbella para pasar la Semana Santa y luego en verano. La urbanización de Guadalmina, creada en los años cincuenta como zona privilegiada de la Costa del Sol, es célebre por la discreción y refugio que proporciona a grandes personajes. Y, para la pareja, la actual parcela, de las más antiguas pero mejor localizadas de Guadalmina Baja, es su tercera vivienda en la zona, cada vez mejor situados.
Primero fue un apartamento, luego un chalé junto al campo de golf de Guadalmina Alta y, desde octubre de 2013, esta parcela en una de las zonas más codiciadas de Guadalmina Baja. Valorada no tanto por la construcción de su villa (de una planta, reformada y con piscina) como por su cercanía al mar que han visitado hoy y por los altos muros y árboles que la protegen de miradas indiscretas. Una operación valorada en cerca de dos millones de euros que se ha convertido desde entonces en la apuesta segura del matrimonio, que cada vez –en circunstancias normales– pasa más tiempo en Marbella.
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