En diciembre hacemos un stop a la vida y nos dedicamos a la buena vida. Comemos lo que se nos antoja, bebemos en cada ocasión que podemos, los postres se vuelven nuestros fieles amigos y estancamos todo lo que tenga que ver con hacer ejercicio y la vida healthy.
Un mes después volvemos a la rutina. Y notamos que tenemos unos cuantos kilitos de más, entonces decidimos que es un buen momento para cerrar la boca y someternos a esas famosas dietas detox. Esas que prometen ser la fórmula mágica para hacernos perder los kilos de más. Y es que quienes la promueven aseguran que es como magia. Te haces unos zumos y ¡pum! ya estas delgada. Lo cierto es que este tipo de regímenes a base de zumos que supuestamente eliminan toxinas, desinflaman y te dan energía no son la panacea.
En enero nuestras redes sociales se llenan de gente fitness, «health coaches», naturópatas y «asesores nutricionales», que sabiendo que estamos desesperadas por recuperar y mejorar el tipo, lucran vendiendo “planes detox” en base a jugos. Pero es que lo hacen de tal forma que no se preocupan de que muchos de sus seguidores pueden ser diabéticos, o tener enfermedades gastrointestinales, estar embarazadas, etc y terminan poniendo en riesgo la salud de sus clientes.
Es por esto que la comunidad médica y científica ha soltado la voz de alarma y se han dedicado a explicar por todos los medios posibles que el cuerpo es una máquina perfectamente diseñada que tiene la capacidad de desintoxicarse a sí misma a través de los pulmones, riñones, hígado, tracto gastrointestinal y sistema inmunológico, y que no necesita de dietas extremas que prometen desintoxicarte.
Los médicos aseguran que las frutas y las verduras son alimentos saludables, pero el problema con este tipo de dietas es que confiamos en pseudo profesionales en vez de acudir a un profesional de la salud, que nos revise nuestra alimentación, nos haga tomar consciencia de lo que comemos y nos plantee una dieta balanceada que nos ayude a conseguir nuestro propósito a largo plazo. El riesgo está en creer que hay soluciones mágicas para problemas reales.
¿Es verdad que estos famosos zumos “detox” depuran el organismo y cumplen todo lo que prometen?
La respuesta es no. Cuando te sometes a este tipo de dietas lo primero que notas es que tu cuerpo tiene hambre así que tu cerebro envía una señal que tiene como respuesta un boom de azúcar que obtienen de fruta que consumiste con el zumo. Esto obliga al páncreas a secretar insulina, que es la responsable de transportar el azúcar (en forma de glucosa en tu sangre) a las células.
Poco después, (aproximadamente 30min) mientras tus células absorben la glucosa, tu nivel de azúcar en sangre empieza a descender y puede que comiences a sentirte mareada. Mientras tanto, debido a la falta de calorías, tu cuerpo se ve privado de glucógeno, una reserva de energía que se almacena en los músculos y en el hígado.
Después de dos días, con cada sorbo, tus niveles de insulina se disparan, para caer al precipicio. Tus reservas de energía (glucógeno) hace tiempo que se agotaron, dejando con ello una sensación de debilidad y fatiga. Desde que empezaste a tomar la mitad de las calorías que necesitas, tu cuerpo recurre a las proteínas, mismas que saca directamente de tus músculos. Por eso empiezas a perder masa muscular, incluso aunque estés haciendo ejercicio cada día. Por ello se puede decir que sí pierdes de peso, pero a expensas de masa muscular y de agua.
Después de tres días, tu cerebro ha entrado en un modo de inanición y ahora devora cetonas, una energía que procede de la quema de grasas. Las cetonas funcionan, pero son algo así como una gasolina de mala calidad; como resultado, lo más probable es que te sientas desconcentrada, irritable, e incluso puede que presentes dolores de cabeza y mareos. Tu cerebro también acusa la falta de aminoácidos, que son básicos para los neurotransmisores y mantienen estable tu estado de ánimo.
Las proteínas de tus músculos se descomponen en amoniaco y ácido úrico, elementos nada recomendables en tu torrente sanguíneo. Ahora, tus riñones trabajan a la máxima potencia para desintoxicarte de tu propia dieta de ‘desintoxicación’. Otro dato que debes tener en cuenta es que el alto porcentaje de carbohidratos del jugo causa la entrada de mucha agua en tus intestinos. Ese extra de líquido en tu vientre te provocará diarrea.
Después de cuatro días, sin comida que digerir, tu intestino se siente ignorado. Las pequeñas vellosidades que lo cubren (encargadas de la absorción de nutrimentos) empiezan a atrofiarse.
Cuando por fin terminas el plan detox e ingieres comida sólida, notarás que tienes menos masa muscular para quemar esas calorías que ahora ingieres, de manera que lo más seguro es que se transformen en grasa. Y hace acto de aparición el temido efecto yo-yo o rebote. La desproporción entre grasa y masa muscular altera el metabolismo y consigue que las calorías sean mucho más difíciles de “quemar”.
Entonces, en otras palabras las famosas dietas detox no existen. Estos zumos no son más que un término comercial que vende la idea a la gente de que pueden recuperar su salud con el mínimo esfuerzo sin contemplar las graves consecuencias que amerita.
Ahórrate el dinero y evita un disgusto. Lo mejor que puedes hacer si quieres bajar esos kilos de más es acudir con un especialista y llevar una dieta balanceada, rica en frutas y vegetales, granos enteros, proteína magra y grasas saludables. Intenta llevar un estilo de vida activo y duerme y descansa bien. Evita los excesos y no te sometas a modas riesgosas.
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