"Resulta extraño estrenar una serie que trata sobre una estadounidense en París en un momento en el queno es posible estar físicamente allí", reconoce Lily Collins, la estrella y productora de Emily in Paris de Netflix. La trepidante serie de 10 capítulos creada por el autor intelectual de Sex and the City, Darren Star, y con vestuario de la icónica diseñadora de esa serie, Patricia Field, acaba de estrenarse y sigue a una joven que vive libremente en el extranjero. Rodada en París como una lujosa comedia romántica, gira en torno a las desventuras profesionales de Emily que recuerdan a la protagonista de El diablo viste de Prada. La serie es la emoción perfecta para las audiencias confinadas que se acercan a los siete meses de restricciones por coronavirus.
Collins, una superfan de Sexo en Nueva York, es la primera en admitir que Emily in Paris y su personaje en particular, tienen "obvias referencias a Carrie Bradshaw". Ambas son mujeres enérgicas, elegantes, con una carrera profesional y obsesiones románticas con la ciudad en la que viven. Emily in Paris, sin embargo, es más una comedia romántica basada en alguien que no encuentra su sitio, que narra el curso intensivo de Emily sobre la cultura francesa después de haber sido contratada para renovar las redes sociales en una empresa de marketing. En lugar de expresarse a través de una voz en off malhumorada, Emily comparte sus experiencias a través de interludios de vídeo al estilo de Instagram: microdosis de la vida en las redes sociales en la Ciudad de la Luz. "En el pasado, estabas en París escribiendo postales en el café y ahora estás publicando en Instagram", explica Star quien usó las redes sociales como un "dispositivo para contar historias y un diario".
Star asegura que ha estado fascinado con la cultura francesa desde niño y ha pasado años reflexionando sobre posibles proyectos de televisión sobre cómo sería su asimilación para un estadounidense. "Era un poco friki de lo francés cuando era niño; fui a clases de francés desde el colegio hasta la universidad y tenía afinidad por París", explica Star. "Siempre me imaginé como sería vivir y trabajar allí. Yo mismo tuve suficientes experiencias en las que entendí cuáles podrían ser los desafíos para un personaje… Creo que cada vez que vas a Francia eres un pez fuera del agua… Es una de esas culturas que resalta tu propio sentido de ser estadounidense".
Collins experimentó lo que cuenta Star de primera mano cuando se mudó a París para rodar el año pasado, cuando la serie estaba programada para estrenarse en Paramount Network antes de que la comprara Netflix. Casi de inmediato, se topó con los mismos obstáculos culturales que encontró su personaje en los guiones: quedarse sin agua caliente en su apartamento, pedir el menú equivocado en los restaurantes, mezclar los números de piso de los apartamentos… "Tuve tantas experiencias paralelas a Emily", confiesa Collins, que pensó que los guionistas le estaban gastando bromas para ayudarla a meterse en el personaje.
Para crear Emily, Collins se basó en detalles de amigos, seres queridos y personajes que ha admirado a lo largo de los años. “No quería que fuera específicamente una persona, sino más bien en los atributos y características de las mujeres de las que me rodeo, a las que amo, y convertirla en una especie de amalgama de todas esas mujeres. Soy, en gran medida, un producto de la gente de la que me rodeo. Quería que todas las mujeres jóvenes pudieran mirar a Emily y decir: ‘Oh, hay una parte de mí en ella’".
Aunque la serie es divertida y escapista, su heroína también promueve un mensaje fuerte. "Emily no necesita transformarse para ser acogida", apunta Collins. “No tiene una escena de transformación en la que entra a un camerino como la estadounidense Emily y sale como una Emily más parisina. Ella no trata de ser nadie más que ella misma. No tiene que cambiar moral o estéticamente para encajar".
Con sus similitudes con Sex and the City y temas centrados en las redes sociales, Emily in Paris ya ha sido apodada Text and the City por algunos medios. Collins cree que su personaje, a quien la actriz imagina que creció viendo a Carrie Bradshaw, "se sentiría muy halagada" por las comparaciones: "Ella diría, ‘¡¿Verdad ?!’"
Star, sin embargo, es más cauteloso a la hora de comparar Emily in Paris y Sexo en Nueva York. "Vienen de dos lugares completamente diferentes y dramáticamente son dos series muy distintas", añade. “Sex in the City trataba de sexo y relaciones desde un punto de vista femenino, un show sobre mujeres sin censura que se definen a sí mismas por sus amistades y en sus propios términos. Esta serie trata sobre una mujer joven que tiene una experiencia de expatriado. Para mí son manzanas y naranjas, pero puedo entender que hay similitudes en cuanto al hecho de que ambas celebran las ciudades donde tienen lugar y comparten una especie de diseñador de vestuario icónico".
Cuenta que para crear a Emily se inspiró en personajes como el de Holly Hunter en Broadcast News: “Otra mujer joven motivada que es inteligente, a la que se le pide que defienda muchas cosas y no se deja intimidar ".
Independientemente de lo que el público vea de Carrie en Emily, Star espera que disfrute de la serie como un descanso del estrés de una pandemia en el mundo real y una política complicada. "Espero que la gente sienta que es un espectáculo feliz", confía. “Es ligera y, en ese sentido, creo que se adapta a nuestro tiempo en este momento. Creo que el mundo necesita escapismo y está destinada a ser entretenida. Espero que la gente la encuentre como un escape para atracones ".
Artículo publicado en Vanity Fair USA y traducido. Acceda al original aquí.
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