Manual de resiliencia vegetal

—Los árboles son combustible. ¿Habías oído eso alguna vez?
—No —dije.
—¿Y sabes cómo llaman a los árboles que siguen en pie después del incendio?
—No —dije.
—Muertos vivientes —dijo—. ¿No te parece interesante esa terminología?
(Incendios, Richard Ford)

“Se abre un nuevo foco de emisión en el volcán de La Palma”, me chiva el móvil justo antes de sentarme a escribir esta columna. He seguido la actualidad de la isla con desolación desde hace una semana. Es el típico suceso que no arroja víctimas mortales pero sí familias deshechas. Cuántos manteles de punto y cuántos equipos de buceo, cuántas colecciones de vinilos y ropa de domingo habrá destruido la lava a su paso. “¿Cuántos incunables, cuántos miles de amatistas? ¿Y cuántas copias gratuitas de evaluación de Windows Vista?”, que decía Astrud. Cuando publique estas líneas se contarán cerca de 7.000 personas desalojadas que no han tenido tiempo de embalar cajas con lágrimas de nostalgia ni de llamar al camión de mudanzas. Habrán sido lágrimas de urgencia y de supervivencia. “¿Si hubiera un incendio en tu casa, qué salvarías?” preguntan a veces los cuestionarios ligeros de las revistas. Casi todo el mundo contesta que a su familia y el móvil, ese trasto infinito con infinitas personas dentro. La gente. Junto a ellos nos podemos rehacer, pero el dibujo del día del padre que me hizo mi hijo a los tres años, ese se queda bajo la lava.

Nunca he estado en La Palma y me pesa. Sí conozco El Hierro, la isla más pequeña y menos poblada de las Canarias, con apenas 105,50 km de perímetro. Recuerdo dar muchas vueltas a carreteras serpenteantes cuando la visité en 2013. También a Miguel, el guía que me la explicó al detalle en un autobús turístico. Me habló de los muchos incendios forestales, tan difíciles de frenar a causa de la abundante vegetación y de los fuertes vientos. Me extrañó, y por eso lo recuerdo, que estos son salvajes pero no siempre letales. “El pino canario —presente también en La Palma— sobrevive al fuego. Si se quema vuelve a brotar al año siguiente, por lo que, si miráis a la derecha, observaréis ejemplares negros por fuera y sin embargo vivos”. La frase es literal porque la anoté en una de esas moleskines que llevamos siempre encima los periodistas. Señaló a la derecha sin duda.

Aparte de los pinos, la de las sanjoras (llamadas a veces beroles) es una especie también común a casi todas las islas con igual tolerancia a las lenguas de fuego. Leo en una página especializada en vegetación de la zona acerca de sus tallos suculentos y frágiles, sobre todo cuando son tiernos. Sus hojas, en forma de roseta, pueden permanecer mucho tiempo sin marchitarse después de ser arrancadas y el jugo que sueltan mata las verrugas, aprendo. Son como los irreductibles galos hechos plantas, como un equipo de Simeone.

Tras oír a Miguel, no pude evitar pensar en el Perro de Juego de tronos, tan magullado ya en la última temporada; también en víctimas de accidentes y atentados, pero sobre todo en mí después de sucumbir emocionalmente a cualquiera de los reveses —grandes o pequeños— de la vida. Recuerdo que allá por febrero se extendió una broma viral que pretendía darnos un respiro con todas las plagas que se nos estaban viniendo encima. COVID aparte, en pocos meses vivimos el temporal Filomena, un foco de sarna en Barakaldo, ratas negras trepadoras en Madrid, el terremoto de Granada y hasta un meteorito sobrevolando la capìtal. Con el volcán ya tenemos siete, y las que he olvidado, y lo que nos queda.

Nuestro estilo de vida, agresivo con el entorno, acelera la destrucción del planeta. Y eso es tan innegable como que la Tierra es redonda, pero hay que reconocer que aunque fuéramos hermanitas de la caridad con cero emisiones por persona, el ambiente seguiría siendo hostil. Es el peaje por haber nacido y contar con varios créditos en el videojuego particular que son las andanzas de cada uno. Yo tengo siete cicatrices reseñables en el cuerpo además de todas las que no se ven. Me gusta pensar que soy como una sánjora. O como un pino canario. Y me gusta pensar que la gente de La Palma también lo es.

Nuestros periodistas recomiendan de manera independiente productos y servicios que puedes comprar o adquirir en Internet. Cada vez que compras a través de algunos enlaces añadidos en nuestros textos, Condenet Iberica S.L. puede recibir una comisión. Lee aquí nuestra política de afiliación.

Fuente: Leer Artículo Completo