Su madre ha cautivado a los espectadores desde el minuto uno de la primera gala de Masterchef Celebrity. Verónica Forqué (65) se estrenaba el pasado lunes como concursante en el talent culinario de TVE y su humildad, sus ganas de trabajar y, por qué no decirlo, sus divertidas intervenciones en inglés, han hecho que muchos redescubran a una actriz que lleva más de 50 años sobre las tablas de un teatro o en un set de rodaje. La intérprete recalcaba en el programa ante los jueces que no quiere que la llamen “señora” y que está harta de que le recuerden que tiene cuatro Goyas. "Me aburro. No digáis más eso, estoy harta”, pidió ante la sorpresa de sus compañeros. Está dispuesta a pasárselo en grande en esta nueva aventura profesional ("No me gusta Verónica Forqué, estoy harta de esta persona. Me gusto yo, Vero”, añadía) y seguramente en esa “nueva vida” que está deseando vivir tiene mucho que ver la energía que le transmite su única hija, María.
La joven, de 31 años, es el gran apoyo de Verónica y mucho más desde que en el año 2014 decidiera separase del que había sido su marido durante 34 años, el director de cine y padre de su hija Manuel Iborra. “Estoy en un momento maravilloso, he hecho las paces con todo el mundo empezando por el padre de mi hija. Le he mandado un audio y le he dicho: “Manolito, soy la Forqué. Solo quiero decirte que te quiero y que eres el padre de mi hija. No quiero volver contigo, ¡no te hagas ideas!”, confesaba la protagonista de Kika en el programa de La1. Verónica e Iborra, que ha dirigido cintas como La dama boba (2006) u Orquesta Club Virginia (1992), se casaron en 1981 y tras poner fin a sus tres décadas de convivencia, ella reveló en el Diario de Navarra: “Nos separamos porque era incapaz de vivir una realidad que no era verdad. Es horrible darte cuenta de que no sientes nada por tu pareja, con la que has estado 34 años. Pero he salido muy fortalecida”.
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Su primera aparición pública
María creció rodeada del talento de sus padres y de todos los artistas que rodeaban a sus progenitores y eso le llevó a interesarse por las diferentes facetas del mundo del arte desde muy pequeña. Estudió Bellas Artes en Madrid y lo cierto es que ella nunca ha querido encasillarse en una sola habilidad como la interpretación o la pintura y se considera una artista multidisciplinar. La primera vez que la conocimos fue con 22 años, precisamente mientras aún estaba en la universidad. María fue una de las protagonistas del famoso anuncio de Loewe del año 2012 para publicitar en televisión su Colección Oro.
En él aparecían varios jóvenes hijos de que repetían frases como “es un rollo hacerse mayor” o “lo más guay de España que no tienen otros, las españolas” y mostraban una realidad elitista y que fue muy criticada en redes sociales. Junto a la hija de Forqué también salían Helena y Lucía Cuesta, sobrinas de la cantante Ana Belén; el actor Martín Rivas o María Rosenfeldt (hija de la fotógrafa Ouka Leele, sobrina del poeta Jaime Gil de Biedma y prima de Esperanza Aguirre). María reproducía en el comentado spot la frase “Arriba la pestaña”, expresión de su madre en la película Kika de Pedro Almodóvar. “Me da igual ese anuncio. Siempre he llamado la atención de una manera u otra y la gente me ha dicho cosas… No ha sido nada nuevo”, comentaba la artista en El Mundo algunos años después.
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Un viaje a Tailandia que lo cambió todo
Lo cierto es que María continuó con sus sueños artísticos y se marchó una temporada a Tailandia junto a su pareja en aquel momento, el faquir y artista underground Paco Polo. Allí estuvieron dos años entre Phuket y Bangkok y se empapó de la energía del país asiático y de sus artistas más extravagantes. Cuando regresó a España en febrero de 2014, sintió que su vida había cambiado y empezó a hacer performances. Además, hizo una incursión en el cine de la mano de su padre en la película The LeftLovers. La cinta cuenta la historia de Susi, una chica de 20 años que ha dejado la habitación del piso que compartía, le aburre la universidad y deambula solitaria por la ciudad entre visiones fugaces, sensaciones y sentimientos confusos, e inicia un viaje interior buscando un sentido a su vida. La experiencia de rodar con su progenitor fue muy positiva y quiso formarse en interpretación, voz y baile. Luego repitió como actriz con un pequeño papel en Ocho apellidos catalanes (2015), en el cortometraje Into the Mud, en la película A Night of Horror: Nightmare Radio (2019) y recientemente en The Nanny’s Night, aún en postproducción.
Pero lo que siempre le ha apasionado a María, cuyo nombre artístico es Virgen María –porque cuando era más joven y veía a los djs con el pelo largo “como Moiseses” se le ocurrió que ella sería la Virgen María de las discotecas–, es el arte sin reglas y en el que poder expresar todo lo que lleva dentro y provocar a todo el que la observa (de hecho algunas de sus performances en redes sociales llenas de vísceras y sangre falsa la han llevado a que la cierren su cuenta de Instagram en alguna ocasión). Durante un curso de interpretación en Nueva York descubrió “la libertad de la performance del desnudo” y esa fusión de libertad y expresión con música fue lo que completó lo que quería desarrollar.
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De ella misma ha dicho que es una exploradora de la mujer y tiene cuentas en OnlyFans (dice que gana “entre 2.000 y 5.000 euros al mes”, según contó en El Español) o YouTube donde une música (ha lanzado varias canciones, la última lanzada este año y titulada Blexatin), bailes con pole dance, body painting y todo tipo de performances transgresoras (como escenificar su propio ‘funeral’) que no dejan a nadie indiferente. “Yo creo que todos somos luz y oscuridad, y yo me siento como un ángel demoníaco”, dijo en la citada entrevista.
En marzo de este año, su nombre saltaba a los medios con motivo de los Goya, que se celebraron en Málaga y casi de manera virtual. Por la alfombra roja apenas desfilaron una treintena de actores y actrices y María, que quiso acompañar a su madre (que sí posó ante los medios), fue una de las que se quedó fuera pese a que había elegido un look de lo más peculiar para no pasar desapercibida: un diseño transparente de gasa que dejaba a la vista la ropa interior. "Creo que, en verdad, no me han dejado salir por ir desnuda", dijo la artista en Instagram.
Dos viajes madre e hija cada año
La espiritualidad que desprende Verónica Forqué es quizá el complemento ideal a ese punto transgresor de su hija María, su gran apoyo. Siempre han vivido juntas en la casa que la intérprete tiene en Pozuelo de Alarcón y comparten el amor por los animales (Verónica tiene varias mascotas en su vivienda). “Mi hija es muy valiente. Me da un poco de vértigo, pero la adoro. Yo era transgresora, pero no tanto", comentó Forqué en El Mundo. Para ella, su hija guarda un gran parecido a su hermano Álvaro, fallecido en diciembre de 2014, un durísimo golpe para la actriz poco meses después de haberse separado de Iborra.
“Ella es una persona feliz, muy madura, que no se complica la vida por nada. Recuerdo que cuando la llevé a los campamentos saharauis teníamos que dormir en el suelo, a ella todo le parecía bien, es una niña muy inteligente”, decía en Diez Minutos. Madre e hija tienen una conexión muy especial y hacen un par de viajes juntas cada año (Verónica cuenta que desde que se separó viaja muchísimo porque cuando estaba casada a su marido no le gustaba volar y no viajaban fuera de España).
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Enamorada de otro artista
María mantiene una relación sentimental con el también artista Rafael García Bodeguero, que triunfa en redes con proyectos como RGB o 3819etc y que también es diseñador de moda o creador de collages fotográficos, muchos de ellos protagonizados por su pareja. La hija de Verónica Forqué es vegana, algo que poco a poco ha ido inculcando a su madre, que ahora casi no come ni carne ni pescado, y es abstemia, no le gustan los bares aunque le encanta salir de fiesta con su grupo de amigos artistas. “Me gusta crear cosas estéticas, que atraigan, pero que al mismo tiempo incomoden”, explicaba María en El Español, dejando claro que lo suyo es el arte sin reglas ni límites y que la provocación está implícita en su ADN.
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