Massimo Stecchini, el niño que se enamoró de Marisol y se convirtió en pareja de Pepa Flores

Desde que hace 35 años Pepa Flores convirtiera Málaga en su refugio y se retirase de la vida pública, no han dejado nunca de salir fotos de ella. Como una mujer anónima, paseando a sus perros, con gafas oscuras para protegerse del sol y no de los flashes, volviendo con bolsas del supermercado… Reflejo de una vida tan normal que desactivaba cualquier morbo sensacionalista. En muchas de estas imágenes aparecía junto a quien es su pareja desde hace más de tres décadas, Massimo Stecchini. Este hombre alto, delgado, de barba canosa, sonrisa permanente y mirada profunda, ha dado a la actriz y cantante la paz y felicidad que ansiaba. Sin embargo, la foto más entrañable de ambos, la primera que se hicieron, no se ha publicado. Ni siquiera ellos la tienen.

La historia de amor entre los dos es bien conocida, aunque algunos matices se han corregido en los últimos años. Flores regresó a Málaga tras divorciarse del bailarín y coreógrafo Antonio Gades. Novios desde 1973, casados en Cuba en 1982 con Fidel Castro y Alicia Alonso como padrinos, llevaban una vida muy modesta en Altea. La actriz ya había oficializado su retiro y se dedicaba por completo al cuidado de sus tres hijas, María, Celia y Tamara. Cuando Gades se marchó con la millonaria suiza Daniela Frey, Pepa buscó el calor de su familia en la ciudad de la que había salido siendo una niña. En Málaga la esperaban sus padres, Juan y María, y sus dos hermanos, Vicky y Enrique. También un buen número de amigos que se encargaron de arroparla. Entre ellos estaba un malagueño de ascendencia italiana, Massimo, muy simpático y 11 años más joven que ella. Hijo del dueño de Trastevere, la primera pizzería que se abrió en Málaga, trabajaba en el local como relaciones públicas y encargado. Ella todavía se estaba recuperando de su anterior ruptura y no fue un enamoramiento instantáneo. Esa tranquilidad que les acompañó desde el principio, conociéndose poco a poco y sin el escrutinio público constante, hizo que la relación se convirtiera en la más larga y estable de todas las que ha mantenido Pepa Flores: la pareja lleva 33 años de feliz convivencia. Dan paseos por la playa de la Malagueta, disfrutan del nieto que les ha dado Celia y cuidan del huerto y las gallinas que tienen en una finca cerca en Moclinejo.

Como ha contado en varias entrevista el biógrafo y amigo de Pepa Flores José Aguilar, Stecchini ha sido decisivo en esta segunda etapa de su vida. "Él lo ha dejado todo para volcarse en ella. La entiende muy bien, algo que en parte no es fácil por la contradicción en la que vive Pepa: alguien que quiere ser anónimo pero a quien siempre reconocen". Durante este tiempo Massimo se ha encargado de ejercer de filtro y parapeto cuando aparecían periodistas o llegaban ofertas de trabajo para su compañera. Siempre con discreción, desde un segundo plano, y desactivando cualquier polémica o posibilidad de réplica. No ha protagonizado ninguna salida de tono. Tampoco en los mayores repuntes de interés mediático, cuando se han resucitado fantasmas del pasado de Marisol.

Pepa Flores ha conseguido mantener lejos a cámaras y micrófonos –con la excepción del vídeo de un youtuber millennial que ni siquiera la reconoció– durante estos últimos 35 años. Tiene buenos amigos que le avisan a ella y su pareja cuando ven que hay "moros en la costa". Lo confirmó el septiembre pasado el propio Stecchini a María Verdoy, reportera del programa Vida la vida de Telecinco. “Me habéis pillado porque voy con el perrito”, concedía con acento malagueño marcado y su habitual buen talante. “No la esperen, que van a perder el tiempo, los pobres”. Desanimaba a la periodista y su cámara. A pesar de todo lograron sonsacarle una entrevista a pie de calle. “Si la gente conociera a mi mujer la querrían incluso más, sería tremendo, no hay mejor persona en el mundo", aseguraba al tiempo que desmentía la mala relación de Pepa con su pasado y el reconocimiento popular. "Le da una alegría tremenda saber que hay personas que han sido felices a través de ella”.

Fuera de cámara, Massimo compartió con Verdoy un anhelo de la pareja: encontrar su primera foto juntos. En 1962, cuando Marisol ya había estrenado Un rayo de luz y Ha llegado un ángel, convirtiéndose en la niña más famosa de España, volvió a Málaga de visita. Muchos de los antiguos vecinos y los amigos que tenía en la ciudad la recibieron y felicitaron por sus éxitos. Algunos quisieron inmortalizar el momento retratándose con ella. En una de esas instantáneas, la actriz y cantante sostenía a un pequeño de 3 años en sus brazos. Por la cabeza de ninguno de los dos podía pasar entonces que aquel niño que miraba embelesado a Marisol sería el hombre que se convirtió en el compañero inseparable de Pepa Flores. Si alguien tiene una copia de esta imagen, por favor, que salgan al encuentro de la pareja durante sus paseos diarios. Es la única que les falta para completar el álbum familiar de los Stecchini-Flores.

Fuente: Leer Artículo Completo