Tras años de avatares judiciales, los seis hermanos Ruiz-Mateos Rivero no han acudido por su propio pie al juzgado, ni en un vuelo low cost para aparentar insolvencia, sino dentro de un furgón policial. Es la primera vez que salen de la prisión de Aranjuez en la que están recluidos desde finales de abril y donde cumplen una condena de dos años y medio por estafa en la compra de los hoteles Beverly Playa (Mallorca) y Beverly Park (Gran Canaria). En su primera salida, los vástagos de José María Ruiz-Mateos han hecho acto de presencia en la Audiencia Provincial de Baleares para responder por la compra presuntamente fraudulenta del hotel Eurocalas, situado al sureste de la isla, y en la que habrían quedado 14 millones de euros impagados por el camino.
Pero nada de eso ha perturbado el gesto tranquilo de los hermanos. Poco antes de las nueve de la mañana, el vehículo que los conducía accedía al patio del juzgado por el que han pasado en los últimos años Iñaki Urdangarin, Santiago Calatrava o Jaume Matas. De uno en uno, Zoilo, José María, Alfonso, Pablo, Javier y Álvaro Ruiz-Mateos han descendido del furgón alejados de los focos –las cámaras únicamente pueden grabar desde el exterior de las dependencias-, sosegados y custodiados en todo momento por agentes de la Policía.
Esta vez, los descendientes de José María Ruiz-Mateos –que también tendría que haber estado hoy en Mallorca de no haber fallecido en 2015– fueron trasladados hasta la isla en un viaje de varios días con escala en la prisión de Alicante. A su llegada, fueron confinados en una minúscula celda en la que aguardan habitualmente los internos antes de sentarse en el banquillo. Tras las rejas, han compartido espacio con otro preso, pero ni la clausura ni su acompañante han cohibido a los hermanos, enfrascados en una conversación que no cesaba.
Esposados pero risueños
Antes de empezar el juicio, los sacaron de la celda y esposados, han recorrido el trayecto desde el calabozo hasta la sala en la que se iba a desarrollar la vista oral. Una vez dentro, los Ruiz-Mateos Rivero, apiñados en el banquillo –cuatro delante y dos detrás– escuchaban con atención los alegatos de las partes, sobre todo a su abogado, Juan Manuel García-Gallardo Gil Fournier. No era para menos: tanto la Fiscalía como la acusación particular solicitan seis años de prisión para cada uno. Sin embargo, en los recesos la distensión regresaba a sus rostros y se les escapaba la risa mientras murmuraban entre ellos, habituados, como su progenitor, al peregrinaje judicial.
La operación por la que vuelven a verse las caras con la justicia se habría llevado a cabo como las que fraguó Ruiz-Mateos: entre imágenes de santos repartidas por doquier, en su lujoso chalet de Somosaguas. El empresario jerezano quería hacerse fuerte en Baleares mediante el negocio hotelero, empleando para ello la falsa solvencia, los testaferros y las sociedades pantalla. Una estratagema que, según la abogada de los hoteleros, Isabel Fluxà, llevaron a cabo “de forma reiterada” y sin contemplaciones.
Nada sospechaban los empresarios mallorquines que, según la letrada, depositaron su confianza en la familia y que, antes de que las negociaciones se pusieran en marcha, ya habían sido agasajados en el inmueble familiar con estampas y hornacinas de la Virgen del Perpetuo Socorro. Para las mujeres de los hoteleros, el patriarca y sus hijos también tenían reservado su regalo: bolsos de piel diseñados por su esposa, Teresa Rivero. Sólo a partir de entonces podían entrar en detalles y centrarse en las operaciones, ha señalado la acusación.
Los Ruiz-Mateos, ‘indigentes’ en España
La fe en la bondad de los acusados era plena hasta que, de repente, los hoteleros dejaban de recibir los pagos acordados, ha denunciado la abogada. Para cuando se daban cuenta, el clan de la abeja ya habría hipotecado los bienes, lo que imposibilitaba su recuperación. En el caso del Eurocalas, hay que retroceder a mayo de 2006. Fue en esa fecha cuando el Grupo Miralles, propietario del establecimiento, formalizó la venta por 23,67 millones de euros a Calwell, empresa a través de la cual los Ruiz-Mateos adquirieron el hotel. También los representantes legales de esta mercantil –Zoilo Pazos Jiménez, sobrino del empresario jerezano y presunto testaferro, y Nicolás Faure– están acusados, pero solo el primero ha hecho acto de presencia en la Audiencia de Palma. El segundo ha sido declarado en rebeldía.
La abogada del Grupo Miralles ha desentrañado las técnicas y artimañas presuntamente utilizadas por los Ruiz-Mateos: del importe total, los acusados abonaron inicialmente 789.028 euros mientras que acordaron el pago aplazado de 22,88 millones a través de pagarés mensuales, con la garantía de la supuesta sociedad pantalla Montumo y con los avales personales de José María Ruiz-Mateos y de todos sus hijos varones. La letrada ha sido tajante respecto al papel de Montumo, cuyos responsables, asevera, fueron "meros testaferros u hombres de paja" utilizados como "burdas marionetas por el clan varonil al completo a los únicos efectos de ponerlos en la primera línea de fuego y dificultar sobremanera la averiguación de la verdadera titularidad de las empresas e inmuebles, que al fin y al cabo no han salido de la familia".
También ha recriminado a los acusados que ocultaran "de forma deliberada y en todo momento su insolvencia, aprovechándose de la credibilidad personal de la familia y empresarial de Nueva Rumasa", a pesar de que ninguno de ellos "tenía, ni tiene, activo alguno a su nombre, al menos en España". "En nuestro país serían unos indigentes". Los pagarés se fueron abonando hasta que en el verano de 2010 quedaron interrumpidos. En enero de 2011 los acusados acordaron rebajar las cuotas mensuales a la mitad durante un periodo de dos años y sustituir el aval de Montumo por los avales de Clesa. Menos de tres meses después, Clesa presentó concurso de acreedores en una prueba más que “demuestra nuevamente el engaño por parte de los deudores".
Los Ruiz-Mateos tendrán oportunidad de dar su versión en la segunda jornada del juicio. Hasta el momento, los vástagos han defendido las bondades de su padre durante los más de 50 años que dedicó al mundo empresarial y han atribuido a su persona el devenir de Nueva Rumasa, desvinculándose ellos de los pormenores que rodearon a las operaciones auspiciadas por el patriarca de la familia. “Siempre ha sido un señor que ha querido cumplir con sus obligaciones de pago”, alegan mediante argumentos que, hasta ahora, han resultado inverosímiles para los tribunales.
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