La situación sin precedentes que estamos viviendo a nivel mundial a causa de la pandemia de coronavirus va a hacer mella en la población, de eso no cabe duda; y no es algo que vaya a pasar desapercibido en nuestro comportamiento. El repentino cambio de vida y la ruptura de las relaciones sociales van a suponer un antes y un después que los psicólogos ya definen como un «impacto sobre la salud mental». «Un confinamiento prolongado de más de diez días trae cambios emocionales y de comportamiento», esto es una de las afirmaciones que se ha publicado en un informe llevado a cabo por el Consejo consultivo de la Licenciatura en Psicología de la UADE, la Universidad Argentina de la Empresa. Lo que da mucho que pensar porque puede que, hoy por hoy, todavía no seamos conscientes de cómo va a cambiar nuestra mentalidad y cómo nos va a afectar el estar más de un mes aislados (o quizás ni nos lo hayamos planteado todavía).
«Se trata de una situación de elevada incertidumbre y alarma que puede presentar mayores dificultades para adaptarnos. Por eso, surgen con más frecuencia emociones incómodas como, por ejemplo, ansiedad, miedo, tristeza, ambivalencia afectiva… Pero si las manejamos bien, lograremos adaptarnos», nos cuenta Aída María Rubio, psicóloga y coordinadora de Therapychat.
Pero hay que tener en cuenta que la situación de ansiedad y estrés por el encierro no se tiene por qué acabar con el fin del confinamiento: «Puede alargarse en el tiempo o incluso permanecer enmascarados una temporada y salir a la luz meses después. En cuanto a la salud emocional no hay nunca tiempos establecidos, cada uno procesa las vivencias a su ritmo en función de sus propias circunstancias y características personales. Si te encuentras ahora o más adelante en una situación que te desborda, acude a un psicólogo para que pueda proponerte un tratamiento personalizado a tu situación», advierte la experta.
¿Cómo será el fin del confinamiento?
Los profesionales ya tienen la mirada puesta en el después, en el qué pasará cuándo acabe el confinamiento y según el documento publicado por el Consejo presidido por José Abadi, pueden presentarse comportamientos de euforia por el contacto y las relaciones sociales pero también, la otra cara de la moneda: «la fobia a los espacios públicos que pueden autolimitar la salida».
El hecho de permanecer tantos días en casa, y de alguna forma sentirnos protegidos contra el virus que se expande allá fuera, puede provocar más incertidumbre a la hora de salir del hogar y que se desarrollen trastornos compulsivos: endurecer los rituales de limpieza de la casa por temor al contagio, el lavado compulsivo de manos… según plasma el informe. «Ahora, en cierta medida, el miedo puede ser adaptativo para no llevar a cabo conductas irresponsables que nos expongan a un contagio. Más adelante este miedo ya no nos será útil, pero su desaparición no será de la noche a la mañana. De igual manera, podemos estar aprendiendo a disfrutar de nuestros hogares, nuestro tiempo y una vida más cocinada a fuego lento. Pero igual que ahora estamos día a día trabajando el adaptarnos a este cambio en nuestra vida, la vuelta a la realidad nos conllevará reaprender a vivir de nuevo con las circunstancias y ritmo que en ese momento nos encontremos, y nos llevará un tiempo», nos explica la psicóloga.
El estigma social hacia los portadores
Pero la sociedad también es cruel, en el sentido de que muchas veces, al igual que pasa con determinados colectivos sociales, la estigmatización puede aparecer. Acusar a aquellas personas portadoras del virus o incluso a ciertos sectores sociales como responsables de la pandemia es otro de los escenarios que plantean los psicólogos de las UADE. Pero sin duda toda esta situación llevará también a la aprición de «nuevas formas de relación» y «nuevos modos de reunión con cambios en las relaciones afectivas». La psicóloga Aída María Rubio aclara que el estigma es otro de los factores que proviene del miedo por lo que hay que comprender que todos estamos en el mismo barco ante esta situación, que todos somos vulnerables a la enfermedad y que todos podemos estar sintiendo más o menos miedo. Esto es lo que nos puede ayudar a sentir más empatía hacia el otro, a no verle diferente sino semejante a nosotros, y a no categorizarle como “peligroso”.
Consejos para «volver a la vida»
La experta además comparte una serie de pautas para retomar nuestras vidas de una forma tranquila y eficaz.
– Concédete tiempo. Cada uno volveremos a nuestra vida, o más bien, nos adaptaremos a nuestra nueva vida a distinto ritmo.
– No se trata de forzarse por recuperar nuestras actividades, ni tampoco de permanecer en el miedo y el inmovilismo. Debemos asumir cierto punto de incomodidad para atrevernos, pero sin que nos genere una ansiedad excesiva que puede ser peor.
-Igualmente, debemos tener mucha comprensión con nuestros allegados, que pueden necesitar un ritmo diferente. Será hora de hacer nuestros duelos, literales y figurados, y también de tomar la oportunidad de salir de esta situación aprovechando lo aprendido.
– Si la vuelta a la realidad te genera un shock y te desborda, el apoyo de un psicólogo te dará las herramientas necesarias para superar este momento.
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