Rayuela

Hace años me cayó la del pulpo por comentar que tuve un novio dj (5 minutos) y que estaba totalmente de acuerdo con la afirmación de Laurent Garnier en su autobiografía (Electroshock), donde decía que un dj es el peor novio del mundo (no lo digo yo, lo dice Laurent), porque pasa de ti y no te da más que mala vida.

Ese mismo personaje (mi novio, no Laurent) me preguntó si era verdad que existía un libro que se leía en el orden canónico (un capítulo tras otro), pero que si lo leías en otro orden que te indicaban era otro libro distinto. Me lo preguntó en plan ¿tú crees que la tierra es plana?.

“Pues claro, Rayuela, de Cortázar”, le dije.

“Ah, es que pensé que se estaban quedando conmigo…»

Esto es lo que hace no leer más que las carátulas de los vinilos. Ahora son los influencers o los tiktokeros los que dejan de estudiar para «perseguir sus sueños» (o los sueños de sus agencias, ¡cling! caja), pero cuando yo rondaba los veinte/treinta, los que rascabas y no solía haber nada debajo (hay excepciones, que conste) eran estos. Cuánta necesidad de formación bajo una sudadera de Carhartt.

Por aquel entonces yo leía una barbaridad. No es que haya dejado de leer. A día de hoy sigo leyéndome artículos inmensos, pero solo de cosas que me interesan y están bien escritas. Devoro libros, pero solo porque empiezo, me enganchan y no puedo parar. Antes no, antes leía como una posesa cualquier cosa que cayera en mis manos (tres, tres veces he empezado el Manuscrito carmesí de Antonio Gala, las mismas que lo he abandonado, impotente), de todo, a lo loco. Era de la creencia de que abandonar un libro a medias era una especie de insulto al autor. Terminar un libro que me resultaba un peñazo estaba en el rango de cosas que no me apetecía pero tenía que hacer. En ese rango también entraba aguantar a gente que no tenía ninguna obligación de aguantar, por educación, por modales.

Lo de leer, porque me metieron a fuego que había que leer mucho y variado para tener pensamiento crítico. Lo de ser educada me lo inculcó mi madre. El ser borde en el momento justo es algo que solo me ha enseñado la edad y tanto novio zote, guapo, pero zote. De esos que no se molestan en leer para comprobar si les están tomando el pelo.

Pero llegados a este punto, ni aguanto sinsustancias, ni leo cosas que no me interesan, ni contesto llamadas fuera de lugar… Fuera de lugar no por la hora, por la década.

Ni con agua caliente se van… Qué condena tengo…

Nota: os comento, cuanto menos leídos, más pesados.

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