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Gertrude Temple tenía dos niños y estaba tan obsesionada con tener una hija que haciendo caso de los consejos de un médico hizo que su marido George se extirpase las amígdalas por considerarlo el método más fiable para que el siguiente bebé engendrado fuese una niña.
Y aunque es bastante dramático que alguien que crea algo así pueda ejercer la medicina, de la misma manera que lo es que alguien que se lo cree pueda tener hijos sea cual sea su sexo, la cuestión es que sin amígdalas por medio el milagro se obró y el 23 de abril de 1928 nacía Shirley Jane Temple. La primera estrella infantil de Hollywood.
Esa no fue la última vez que la tenacidad de Gertrude influyó en el destino de su hija. Gertrude, una bailarina que no había visto cumplidas sus expectativas se pasó todo el embarazo escuchando música en el fonógrafo con el fin de inculcar a su hija el gusto por la música. Al año Shirley caminaba, con dos años ya daba sus primeros pasos de baile y con tan sólo tres años ya se había iniciado en el claqué, el tango y la rumba en el Ethel Meglin’s Dance Studio en Santa Mónica.
Allí fue descubierta por un cazatalentos y fichada para rodar una serie de cortometrajes llamados Baby burlesks. Como la edad de los niños actores oscilaba entre los tres y los cinco años el estudio disponía de una habitación en la que el único asiento posible era un gran cubo de hielo y en ella eran confinados que "no hacían bien su trabajo". Tras unos cuantos resfriados y más de una otitis, Temple aprendió cuatro máximas vitales en el mundo del espectáculo que considera vitales en su éxito posterior: "Presta atención. El tiempo es dinero. Haz lo que te digan. Y hazlo bien a la primera".
"No me causó daños psicológicos de por vida", afirma Temple en su autobiografía Child Star "pero sí me enseñó disciplina. Cuando tenía 4 años, sabía cómo dar en el blanco a la primera".
Cada noche, Shirley y su madre ensayaban no sólo sus textos, también los del resto de los personajes. Y cada noche, su madre realizaba 56 tirabuzones perfectos en su cabellera teñida. El tesón de Gertrude y el trabajo incansable, unidos al talento natural de Shirley no tardaron en dar frutos. A los cuatro años firmó un contrato con Fox a la que rescató de la ruina gracias al éxito de sus películas. En 1935 recibió un Oscar especial y durante un lustro fue la actriz más taquillera de Hollywood gracias al éxito de películas como La pequeña coronela o La mascota del regimiento. La única estrella tan famosa como ella era el perro Rin Tin Tin.
“El país estaba abrumado y entristecido por los años de la depresión y necesitaba recurrir a algo que le levantara la moral. Por eso se enamoraron de un perro y de una niña”, declaró en sus memorias.
Era la gran celebridad de su tiempo y como hoy hay niñas que reciben el nombre de Daenerys o Arya (más de 200 españolas llevan el nombre de una niña capaz de cocinar sándwiches con las extremidades humanas) , en los años treinta miles de madres llamaron a sus hijas Shirley, entre ellas la de Shirley MacLaine (y Warren Beatty) . Temple fue la primera influencer infantil, muchos años antes de que Suri Cruise o North West marcasen tendencia, las niñas norteamericanas replicaban los atuendos de sus películas fuera de la pantalla. Sus abriguitos, sus calcetines, sus vestidos y aquellos sempiternos tirabuzones coronaban la cabeza de todas las niñas de Texas a Alaska.
Por supuesto tuvo su propia muñeca, a su imagen y semejanza, e incluso se creó un coctel en su honor. De la misma manera que se puede tomar un Ernest Hemingway, un Rossalind Russell o un Margarita, en honor a la bailarina de Zigfield Marjorie King, también se puede saborear un Shirley Temple. Consecuentemente con la edad de la homenajeada, es un coctel no alcohólico que contiene Ginger Ale, zumo de naranja, granadina y una cereza como colofón.
Temple era una de las caras más reconocibles de Estados Unidos, recibía más de 150 cartas el día y en su sexto su cumpleaños recibió 167.000 regalos de los fans. Todos fueron donados a la caridad.
Era tan famosa que el día que acudió con su madre a unos grandes almacenes para entregar una carta a Papa Noel, este le pidió un autógrafo. Como también se lo pidió Gary Cooper el primer día que coincidieron en el plató de Ahora y siempre, porque ella era la gran celebridad de Hollywood.
Los amigos de Temple no eran los niños de su edad, eran celebridades como Cooper, Orson Welles, Amelia Earhart o el director del FBI J. Edgar Hoover. Aunque en su autobiografía afirma que se sentía mucho más cómoda con los trabajadores y que aprendió a valorar a la gente por sus zapatos. Prefería a los que llevaban zapatos de trabajo porque sabía a qué se dedicaban y no a los que llevaban “zapatos relucientes y puntiagudos”. "Las estrellas iban y venían, pero el equipo de mis películas eran mi otra familia", afirmó.
Pero a pesar de vivir aislada del mundo, había rendijas por las que se colaba la vida real. En un hotel de Palm Springs fue consciente de qué significaba el racismo cuando su compañero Bill "Uncle Billy" Robinson fue alojado con los técnicos mientras ella disfrutaba de la suite más lujosa.
Aunque Robinson era la estrella afroamericana mejor pagada de los años 30 y gracias a sus cuatro películas junto a Temple era casi tan famoso como ella, el color de su piel marcaba la diferencia fueran de la pantalla. Tanto, que sus escenas de baile, las primeras de una pareja interracial, fueron recortadas en algunos estados del sur de Estados Unidos.
Pero a pesar de su fama y de ser uno lo los iconos del Hollywood dorado, a Temple le faltan títulos memorables que contengan algo más que su chispa infantil. Algo que sin duda habrían logrado dos proyectos a los que estuvo vinculada. Pudo haber sido la Dorothy de _El Mago de O_z, pero Fox no quiso ceder a su estrella a la Metro y pudo haber sido la Bonnie de _Lo que el viento se llev_ó, pero cuando comenzó el rodaje Temple ya era demasiado mayor para el papel.
Temple era la actriz más taquillera de la segunda mitad de los años 30, pero en cuanto la infancia llegó a su fin todo se vino abajo. Cada año llegaban a Hollywood niños nuevos con sonrisas más pillas, cabellos más revultos y hoyuelos más profundos que la fosa de las Marianas como Mickey Rooney que en seguida consiguió que el público se olvidase de Temple. Shirley sólo tenía once años (o eso creía) . Sin saber qué hacer con ella, Fox canceló su contrato.
El fin de su trabajo de actriz supuso su debut en la vida real, algo que para ella se revelaba fascinante. Actos cotidianos (y odiosos) para otros niños como ir al colegio eran una fiesta para Temple. Y estudiando fue precisamente como conoció a su futuro marido, John Agar, hermano de uno de sus compañeros de clase. "Quería ser la primera chica de mi clase en casarse", escribió. Se casó ante de cumplir los dieciocho y su boda se convirtió en un evento sin precedentes en el que se colaron más de diez mil personas que llegaron a destrozar la ropa de las damas de honor para llevarse un recuerdo.
Según confiesa en su autobiografía, cuando buscó el permiso de su madre para casarse porque creía que era menor descubrió que que sus padres y 20th Century-Fox le habían mentido sobre su verdadera edad durante años. Ella era en realidad dos años mayor de lo que ella y el público creían que era.
Pero el éxito de su vida matrimonial fue incluso más breve que el de su carrera como actriz. Y, desde luego, menos satisfactorio. En las fiesta posterior a la boda, John bailó y besó apasionadamente a una invitada y al llegar a casa le dijo que hubiera preferido casarse con "una modelo con las piernas más largas". Pero el matrimonio era demasiado importante para Temple que mantuvo en secreto los desprecios de su marido.
El productor David O. Selznick trató de revitalizar la carrera de Temple vendiendo al público su nuevo estatus de mujer casada y pagó curos de interpretación a Agar con el objetivo de convertirles en la pareja de moda.
Juntos protagonizaron la mejor película de Temple, Fort Apache. Su segunda colaboración con el legendario John Ford que en la primera no había tenido ningún problema en decir ante la actriz que “Trabajar con una estrella infantil es lo más horrible del mundo”.
Pese a que sus años de estrella infantil empezaban a quedar ya lejos, Temple aún conservaba cierto poder e impuso a su marido como compañero de reparto. Pero la película no dinamizó la carrera de Temple ni lanzó a un Agar, bastante limitado como actor, que a lo largo de su carrera se acabó especializando en producciones de serie B.
Ahora el papel que más interesaba a Temple era el de ama de casa, pero eso no podía impedir la decadencia de su matrimonio. John seguía bebiendo y todo el mundo, incluida ella era consciente de sus infidelidades.
Una noche se presentó en casa con otra mujer y incluso avisó a Shirley para que la viese. La noche que nació su hija Linda, no pudo localizarle y condujo sola al hospital. Cinco años después de la boda, Temple solicitó el divorcio. Un año antes había rodado su última película. Con 22 años ya había dejado atrás su carrera cinematográfica y su primer matrimonio.
Pero Temple, al más puro estilo de Susanita, la mejor amiga de Mafalda, tenía claro que para ella lo más importante de la vida es el matrimonio y cuatro meses después conoció y se enamoró de su segundo marido, un oficial de la marina que jamás había visto ninguna de sus películas. Diez meses después ya estaba casada con Charlie Black y ya se hacía llamar Shirley Temple Black.
La felicidad duró poco en casa de la estrella que tras retirarse descubrió que estaba arruinada. De los más de tres millones que había ganado a lo largo de su carrera apenas quedaban cincuentamil dólares. Su padre , inexperto, había sido mal aconsejado y sus ganancias habían volado.
Pero al menos su matrimonio era feliz, con Black tuvo dos hijos más y se instaló en California. El cine perdió interés para ella que prefirió centrarse en la política. Ferviente republicana, recaudó fondos para Nixon y este la nombró delegada de las Naciones Unidas.
En 1972 le diagnosticaron cáncer de mana y se convirtió en la primera estrella que habló públicamente de mastectomías y de su lucha contra el cáncer. Todo salió bien y dos años después estrenaba su nuevo puesto como embajadora en Ghana. Tras dos años se convirtió en la pimera mujer jefa de protocolo de la Casa Blanca y desde 1989 a 1992 fue embajadora en Checoslovaquia donde vivió la "revolución de Terciopelo". "Ese fue el mejor trabajo que tuve en mi vida", declaró.
Su marido Charles Black falleció en 2005 tras 55 años de feliz matrimonio. Ella murió por causas naturales en 2014, en su casa de California y rodeada de toda su familia. Ese y no sus películas fue su gran triunfo personal.
Niña prodigio, actriz, mujer engañada, esposa feliz, madre, diplomática, política… Shirley Temple vivió muchas vidas y a pesar de los malos momentos consiguió ser feliz en todas. " Si alguien me preguntara en quien me gustaría reencarme" afirmó, "tendría que decir Shirley Temple Black. No puedo imaginar una vida más interesante que desear".
Artículo publicado originalmente en abril de 2018 y actualizado.
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