Siete casas rurales de lujo (pero a buenos precios) para escaparte este verano

Alto Ampurdan. Un viejo pajar a ritmo lento

LES HAMAQUES. Escondido en un pequeño pueblo del Alto Ampurdán, Viladamat, este antiguo pajar reconvertido en hotel se ha decorado con piezas que sus propietarios han comprado en sus viajes y lleva el nombre de una hamaca que trajeron de Cartagena de Indias. Sus siete habitaciones con terraza, su jardín y su piscina de agua salada son perfectos para recuperar la calma. Y allí puedes disfrutar de un completo mar y montaña, combinando las caminatas por el bosque y los paseos en bicicleta a las playas de San Martí de Ampurias y a las dunas de Pere Pescador. Después, un masaje con aceites esenciales y una cena en el invernadero.

Hondarribia. Paz y sabor a orillas del Bidasoa

MAGALEAN HOTEL & SPA: Este hotel boutique ocupa una antigua casa solariega en las faldas del monte Jaizkibel, en la villa medieval de Hondarribia. Su ambiente familiar y su atención de lujo te ayudan a olvidarte de todo. Tienen ocho habitaciones y suites de diseño exquisito, un jardín para disfrutar de la tranquilidad, una acogedora biblioteca y un spa donde relajarse con tratamientos y masajes ayurvédicos. Y para los gourmets, especialidades de autor en su restaurante gastronómico Mashati.

Palma de Mallorca. La esencia del Mediterráneo

SON BRULL HOTEL & SPA: A los pies de la mallorquina Sierra de Tramontana, entre laderas de pinos y extensos bancales donde se cultivan naranjos y viñas, se encuentra esta finca de 30 hectáreas desde la que se divisa la bahía de Formentor y el pico de Puig Major. Lo que fue primero una alquería árabe y luego una almazara, alberga hoy un hotel de lujo con 23 habitaciones y cuatro villas privadas con piscina individual. Abanderados de la sostenibilidad y el consumo kilómetro cero, en su restaurante se consumen los productos bio de la finca, desde el aceite de oliva al vino. Y para aprovechar el tiempo, rutas ciclistas, clases de yoga, vela…

Santiago de Compostela. Lujo ecológico

QUITA DA AGUA: Bosques de castaños y robles rodean esta antigua fábrica de papel recuperada como un lujoso hotel muy cerca de Santiago. En sus jardines, rincones umbríos, fuentes tapizadas de musgo y el rumor del agua y los molinos en las riberas del río Sar. Cuidado con el máximo detalle por la familia que lo regenta, cada una de las 50 habitaciones es diferente. En su spa, rituales detox y revitalizantes, y además puedes reservar su sala privada. Su filosofía eco también se aplica en su restaurante Filigrana, de alta cocina gallega.

Calceite, Teruel

EL CRESOL: Este molino de aceite del siglo XVIII, con gruesos muros de piedra, alberga seis habitaciones solo para adultos, perfectas para descansar. Situado en Calaceite, uno de los pueblos más bonitos de España, desde él puedes descubrir la comarca de Matarraña, en el bajo Aragón. Para los amantes del turismo activo, proponen explorar poblados íberos, descubrir las pozas del Parrizal, caminar por cañones y senderos, o hacer rutas a caballo o en bicicleta.

Caleao, Asturias. Pura naturaleza

TIERRA DEL AGUA: Hamacas en el río, baños en la piscina nórdica, yoga frente a las montañas, spa panorámico, chill out al atardecer… o recuperar el placer de no hacer nada. Todo eso es lo que propone este hotel junto a la aldea de Caleao, a una hora al sur de Oviedo. Repartidas en dos casonas, sus 13 habitaciones y home suites (con salón, cocina y terraza), permiten disfrutar de los bosques de hayas y castaños del Parque Natural de Redes, que es Reserva de la Biosfera. Para los más activos proponen la experiencia “A tu aire”: un picnic al aire libre, mientras haces una ruta de senderismo, das un paseo a caballo, ves la fauna de la zona o, por la noche, estudias las estrellas.

Huelva. Un paseo por las dehesas

HOTEL CONVENTO DE ARACENA: En este hotel, que fue convento de clausura, se definen como bike friendly, así que puedes llevar tu bicicleta o alquilarla para recorrer los alcornocales y dehesas del parque natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, al norte de Huelva. Además de pasear por su claustro, puedes disfrutar de su spa y su piscina, con vistas al castillo. Y en su restaurante Nun, que ocupa lo que fue el huerto del convento, jamón ibérico (por supuesto), tartar de gamba blanca, presa ibérica con foie y setas negras…


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